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Congojas ministeriales en tiempo de reelecciones

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En riesgo de extinción

Roger Cortez Hurtado*

La Paz, Página Siete, martes, 15 de septiembre de 2015

¿Cuánto tiempo resta para que el Ministro de Economía haga pública su renuncia por causas estrictamente personales o familiares? Digamos que ni el mismo lo sabe, pero, podría apostarse con un gran margen de certeza que ahora ya está completamente consciente de que dicha posibilidad pende sobre su cabeza.

En realidad, lo ha de tener muy presente desde hace varios meses, cuando empezaron a acumularse sobre su escritorio las evidencias de que habría una coyuntura de escasez que no ha dejado de ahondarse y de la que no se vislumbra alguna señal de salida. Tuvo tiempo suficiente para anunciar al público que la rebaja de nuestros productos de exportación imponía modificaciones indispensables para el resguardo de la economía popular y la del país, pero, más allá de que si lo hizo por decisión propia o encañonado por la necesidad de asegurar la estrategia de reelección, es difícil dar paso atrás una vez que se metió a fondo en un triunfalismo vacío, pero desbordante, insulso pero atronador.

Así proclamó por un semestre entero —eso sí acompañado por la voz vicepresidencial— que el descenso de los precios de los hidrocarburos no supondría un impacto mayor a 40 o en el peor de los casos, 60 millones de dólares para nuestra economía.

Ya hemos superado hasta ahora un descenso de 3.300 millones en nuestras exportaciones y el balance todavía no cierra, pero continúa el cronograma de desembolsos: más de 400 millones de dólares para nuevos ramales de teleférico en La Paz, unos 500 millones para el tren interurbano de Cochabamba, más unos 750 para el tranvía y el tren interurbano a construirse en Santa Cruz. ¡Ah!, y eso sin contar el efectivo que se necesita para que funcione el fondo partidario, ya sea que se llame campesino, indígena o de desarrollo, lo que cuenta es que debe mantener satisfechas a las cúpulas corporativas, asociadas con la gestión. La liquidez debe garantizarse, como sea, porque los votos de la población de los tres departamentos son, sin discusión alguna, irremplazables, primero, para dar luz verde a la reelección y, a continuación, para efectivizarla.

Si uno se pone en los zapatos del Ministro comprenderá que es nada grato andar combinando tareas tan incompatibles, como la de abrir las arcas irrestrictamente para dudosas inversiones, bajo cláusulas de contratación directa, y perseguir a troche y moche a contribuyentes por cualquier motivo, o ninguno, para reemplazar los menguantes ingresos. Y, encima, ha de mantenerse una estudiada y blindada sonrisa despectiva para desmentir a infames "opinionistas” —perdón "opinadores”— que osan meterse con el modelo productivo-social-comunitario.

Lo bueno de todo esto, para el profeta de los dobles aguinaldos de 2015, y casi 2016, es que todas sus profecías fallidas y los ajustes que ya han empezado no le pasarán factura o éstas seguirán siendo blandas —como las correspondientes al incremento de precio del pan en La Paz— mientras funcionen los poderosos amortiguadores del temor a la incertidumbre y la ausencia de alternativas.

Los peores enemigos que tiene hasta el momento, en que ya no pueda recurrir a frases hechas, cosmética contable o al respaldo inmutable de sus jefes, son la deriva de las expectativas que está elevando la demanda de divisas ahora que sus ingresos bajan, o las de agentes económicos habituados a facilidades que se recortan.

Tocará descubrir oportunamente si es peor la reacción ante el cansancio que producen permanentes restricciones, o la introducción de recortes allá donde se ha predicado que la prosperidad es infinita, aún cuando se haya fallado en transformar la economía para que deje de ser sostenida exclusivamente con las riquezas del subsuelo.

Las tareas cumplidas a cabalidad, como la de mantener una rígida y central disciplina que ponga coto a cualquier veleidad autonomista, ya no son suficientes para rellenar los vacíos. Cabe, por tanto, confiar en la indulgencia que acarrea la lealtad, igual en tiempos de democracia que de dictadura y en el sentimiento que comparten unánime y cerradamente todos los que temen el arribo del tiempo de rendir cuentas.

*Investigador y director del Instituto Alternativo.

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