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Uvas para el 2014

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Flecha yuracaré

Alejandro Almaraz

Miércoles, 01 de enero de 2014

Dado el casual privilegio de haberme tocado publicar esta columna el primer día del año que empieza, comparto mis deseos sociales para el nuevo año. Aunque tengo muchos más deseos, por las obvias restricciones de espacio y siguiendo la tradición, he seleccionado 12 que corresponden a los meses del año, y por cada uno de los cuales comeré una uva al llegar el nuevo año.

Enero: que Filipinas se recupere pronto de los graves daños que le causó el tifón recientemente sufrido, y que los hombres detengamos la destrucción de la naturaleza y compartamos con ella el sustento, la vida y el futuro.

Febrero: que la crisis de las grandes economías del mundo llegue a sus salvadoras últimas consecuencias, liquidando a la banca transnacional y liberando a la humanidad de su todopoderoso, oscuro y criminal puñado de dueños. Quizá así el dinero deje de mandar sobre el hombre.

Marzo: que Hollywood y la gran industria del espectáculo deje de saturar las pantallas y las mentes con el reciclaje de los mismos superhéroes musculosos, metálicos y devastadores, y se invente otros nuevos y diferentes, más flacos y, sobre todo, más humanos.

Abril: que un inexplicable colapso tecnológico ponga irremediablemente fuera de funcionamiento los teléfonos celulares de última generación.  Así, muchos de nosotros, y especialmente los jóvenes, tendríamos que recordar, o descubrir, las sensaciones del mundo real; y que casi todo: la amistad, el amor, la discusión, la poesía, los chismes, los insultos y hasta los silencios  son mejor cara a cara y mirándose a los ojos.

Mayo: que en nuestro país  los que por sus ideas contrarias al poder político son reprimidos e intimidados, o se sienten reprimidos e intimidados, o se autorreprimen y se autointimidan, comprendan que el miedo nos está costando la democracia, y liberen de él sus voces, sus actos y sus conciencias.

Junio: que Página Siete y ERBOL se mantengan firmes en su ejemplar independencia e insubordinación; inmunes, como hasta ahora, al chantaje financiero, a  la calumnia constante y  a las amenazas de los comisarios del neo-barrientismo. Y que cuando los misteriosos empresarios paraguayos, de cuyas adquisiciones resulta ese 80% de medios "amigables” con el Gobierno, a decir de Evo Morales, quieran adquirirlos y amigarlos con el poder, ellos prefieran seguir informando y comunicando desde la libertad y la conciencia.

Julio: que los ayllus de Conamaq y las comunidades de CIDOB continúen con sus rotundas victorias en la reconquista de su autonomía y sus territorios, y que con ellas le sigan demostrando a Evo Morales y los "socios-no-patrones” a los que sirve  su garrafal equívoco, pues su "desarrollo” expoliador no entrará a los territorios indígenas "quieran o no quieran”; porque,  como les ha sido contundentemente enseñado en la lección del TIPNIS, si las comunidades indígenas no quieren, no entrará, por muchos regalos, "convenios programáticos” o dirigencias paralelas que pongan.

Agosto: que, aunque sólo sea por la urgencia de cuidar su imagen en un año electoral en el que busca re-reelegirse, contra viento, marea y Constitución, el Gobierno dote siquiera unos pocos miles de hectáreas de tierra a algunas comunidades campesinas o indígenas, de modo que las tierras fiscales, en estos últimos años, no queden exclusivamente reservadas al asalto menonita y a la reapropiación latifundiaria.   

Septiembre: que recobrando un ápice de respeto por el pueblo que con su voto y su respaldo movilizado y heroico le dio la más grande oportunidad histórica de transformar Bolivia, Evo Morales acepte la derrota electoral con la que ese mismo pueblo ha decidido ya cobrarle su traición.

Octubre: que, al dejar la presidencia del Uruguay, Pepe Mujica no deje de hablarnos del mundo y de la vida con la sencillez y franqueza de su sabiduría; que Nicolás Maduro intente  ser él mismo, y que Rafael Correa descubra las bondades del mate de toronjil.

Noviembre: que los auroristas salvemos la categoría, y que, si no lo logramos, asumamos el descenso sin los ridículos dramatismos de los fanáticos o las detestables pataletas de los barra bravas, males ambos de equipos "grandes”, de los que los "chicos” estamos vacunados a fuerza de adversidad. Que lo hagamos más bien con la tranquilidad de saber que el fútbol es un juego, y con el orgullo de ser la entrañable y popular tradición cochabambina, cuyo destino repetido será el del ave Fénix.

Diciembre: que todos los que compartimos la rebeldía y la disconformidad con el estado de cosas, sus injusticias y sus mentiras, la libertad de pensamiento y la honradez frente a los demás y a uno mismo, tomemos el pretexto electoral para hacernos cargo de nuestro futuro colectivo  y lograr que  en él las uvas de la esperanza popular se hagan emancipadora realidad.

Alejandro Almaraz es abogado y ex viceministro de Tierras.

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