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Función social del periodista

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Luis Espinal Camps

Ante el conflicto periodístico suscitado en la empresa El Diario parece oportuno pensar en la función del periodista dentro de una sociedad democrática.

El periodista, ante todo ha de ser los ojos y los oídos del pueblo. El investiga y comunica al pueblo las informaciones que éste necesita para la vida democrática, para ser soberano; ya que en una democracia real se gobierna en nombre del pueblo, para el pueblo, y lógicamente ante los ojos del pueblo.

Repetidas veces se quiere oponer a la libertad de prensa el simple hecho de la libertad de empresa que se trata de algo muy diverso, porque no se puede confundir un negocio privado con una función social. La noticia no es una mercancía cualquiera, y no se puede comerciar con la verdad que ha de orientar el camino que sigue un pueblo.

Por esto, no se puede considerar la información y la noticia simplemente como mercancía que se vende dentro de una sociedad de consumo; así llegaríamos solamente al decadente periodismo sensacionalista.

La información es, ante todo y sobre todo, un servicio social, un servicio a la comunidad. Para poder usar la libertad necesitamos estar informados; no es posible elegir racionalmente cuando nos falta la información. Por eso es tan esencial y delicada la labor del periodista dentro de la vida democrática.

Además, el periodista es uno de los guardianes de la democracia; ha de velar por los intereses de su pueblo; y así sus denuncias sirven como llamado de atención y como control social.

El problema más delicado para el periodista surge por el hecho de que la información no es un producto matemático, neutro o fríamente objetivo, sino que tiene necesariamente una dimensión de opinión e ideología. Al seleccionar la noticia entre las infinitas noticias posibles, al valorarla y al interpretarla se aplican criterios ideológicos. El periodismo no es una ciencia exacta, sino una ciencia humana. Cuando estos criterios ideológicos corresponden al bien del pueblo (no necesariamente al bien de la empresa periodística) la función del periodista será acertada, porque el periodista es el vigía de este pueblo.

Como consecuencia, la función del periodista es necesariamente política, porque trabajar por el bien de la comunidad es algo estrictamente político. Pensar en un periodismo apolítico sería como pedir al vigía que sea ciego.

Todo esto supone que el periodista asalariado vende su trabajo, pero no su conciencia (nos lo piden con frecuencia). Su trabajo se lo debe a la empresa periodística, pero su honestidad y veracidad se la debe a su pueblo. Esta separación entre lo que se debe a la empresa y lo que se debe al pueblo pone al periodista en esta situación conflictiva, tan frecuente en la historia del periodismo y tan presente en nuestro próximo pasado nacional.

En resumen, recordemos que cuando se quiere dominar a un pueblo se necesita amordazar a sus periodistas. (29-IX-79).

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