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Encuestas y elecciones

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Eduardo Maldonado Iporre

Estamos a poco menos de dos semanas para que las bolivianas y bolivianos concurramos a votar y el panorama político electoral reflejado en las encuestas y los foros dejan entrever ciertos aspectos sobre los cuales compartimos algunas reflexiones:

Puntos más o puntos menos, las encuestadoras coinciden

Han sido varias las empresas encuestadoras que han compartido los resultados de sus ejercicios encuestales, coincidiendo puntos más o puntos menos, en señalar que Evo Morales lleva una amplia ventaja en las preferencias con lo que podría dar por descontada su re-elección.

También, esas mismas fuentes coinciden en señalar que siguen de lejos al candidato-presidente, los candidatos Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga, Juan del Granado y Fernando Vargas, en ese orden.

Llama la atención de estos resultados, que en los nueve departamentos del país se haya uniformado el orden de las preferencias electorales, pues en las más de tres décadas de democracia en Bolivia, siempre ha habido particularidades regionales en cuanto al comportamiento del voto: diferencias entre occidente y oriente; el voto consecuente de El Alto por sucesivos caudillos electorales; dependiendo del origen natal o de la trayectoria de vida del candidato; la tradición política de determinadas regiones devenida desde la época de la Revolución Nacional; su gestión particular al frente de un problema concreto o en el ámbito de la gestión municipal.

Tres segmentos electorales considerando sus antecedentes

Ahora bien, independientemente que sean ciertos o no los resultados de las encuestas, teniendo en cuenta los antecedentes históricos de cada una de las candidaturas, sus posiciones políticas y discursivas, se puede advertir que en el espectro político electoral se tiene tres segmentos electorales a considerar:

1. El oficialismo que lleva a la re-elección a Evo Morales, que habiendo comenzado con una sigla prestada de una corriente falangista como fue el MAS-Unzaguista, luego de su paso por el poder, ha logrado posicionar en el imaginario de la gente, la idea del Proceso de Cambio, la Revolución Democrática y Cultural, la Nacionalización de los Hidrocarburos, la nueva Constitución Política del Estado y varias otras cosas más; con un discurso político radical que apela a referentes de la izquierda marxista e indianista del país y que sin embargo, ha mostrado un asombroso pragmatismo a la hora de moverse en las aguas de la economía capitalista y también una no menos asombrosa versatilidad en el ámbito de las alianzas con sectores empresariales y resabios de las fuerzas de derecha.

2. La oposición de derecha con dos vertientes, que encabezan Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga, ambos vinculados a sectores empresariales, quienes nunca estuvieron de acuerdo con el Proceso de  Cambio, que se opusieron a la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado y que guardando matices entre sí mantuvieron una invariable posición adversa a la gestión gubernamental, muy afectos a la economía de mercado y con ciertas contradicciones discursivas en torno a sus afectos y desafectos con la embajada norteamericana y el retorno de la DEA.

3. La oposición de izquierda y ambientalista también con dos vertientes, una a cargo de Juan del Granado y la otra con Fernando Vargas, respectivamente, que comenzaron como aliados de la gestión gubernamental, se identificaron con el Proceso de Cambio y la nueva Constitución Política del Estado desde el principio y que desde sus posiciones de izquierda y ambientalista, sumada a una larga experiencia en la gestión municipal, asumieron una posición crítica cuestionando fundamentalmente aspectos relacionados con la corrupción y lo sucedido en el TIPNIS y Chaparina.

Dos unidades necesarias para su proyección política

No cabe duda —así coinciden varios analistas—, que la unidad en torno a una candidatura única en la oposición, hubiera tenido mejores opciones frente a la candidatura oficialista, sin embargo, también debe quedar claro que no se trata de unir a todos, juntos y revueltos. Existen diferencias políticas que se arrastran en torno a visiones sobre el proceso histórico-político que vive el país y consecuentemente de cómo encarar la coyuntura electoral, lo que no significa que entre las distintas fuerzas políticas no puedan/deban encarar necesarios escenarios de diálogo y entendimiento sobre temas puntuales.

La unidad siempre es una posibilidad y en otras ocasiones, una necesidad, sin embargo, debe guardar un mínimo de coherencia política, por lo que teniendo en cuenta los antecedentes políticos de cada fuerza electoral hubiera venido bien al electorado advertir dos unidades políticas y consecuentemente tres bloques electorales claramente identificados: uno oficialista y dos de oposición, o también, si se prefiere ver desde su posición con respecto al Proceso de Cambio: uno abiertamente contrario y dos identificados con el (uno en la vereda oficialista y otro desde la crítica frontal a la gestión gubernamental).

Después de todo, no hay que ver la política en perspectiva de corto plazo y solo para las elecciones del 2014, sino sobre todo, considerando de manera responsable ante el país, la construcción de proyectos políticos fuertes y democráticos, que permitan reconstituir un sistema plural de partidos para debatir políticas públicas de largo aliento en beneficio del pueblo boliviano.

Felizmente faltan pocos días para salir de dudas sobre las encuestas, pero también para saber si los políticos estuvieron o no a la altura para comprender la coyuntura y su rol en la historia política del país.

La Paz, primero de octubre de 2014.

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