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Vida, traición y muerte

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Luis Fernando Camacho Rivera*

Fuente: Revista política semanal Contrapoder

sábado 2 de agosto de 2025

Tríada muy común y trillada en estos días en que los bolivianos abrigamos la esperanza de estar viviendo ya la última fase en la existencia del MAS, Evo Morales y su séquito de impostores. Su agonía. Sin embargo, naturalmente comenzamos a desconfiar cuando advertimos que la putrefacción precede a la muerte. En realidad, la descomposición siempre estuvo presente en su vida, desde su nacimiento, incluso desde su concepción. Recordemos aquella declaración del embajador de los EEUU de América en Bolivia, Manuel Rocha, que catapultó la carrera política del líder cocalero. Se podría decir que, paradójicamente, “el imperio” se constituyó en su padre político o padrino, pues dicha declaración activó, en un gran sector del electorado boliviano, esa ingenua consciencia antiimperialista. Esa proverbial e infantil rebeldía. ¿Infantil en vísperas de cumplir los 200 años de vida republicana? Sí, un berrinche que atestó las urnas, de votos a su favor. Mucho tiempo después (alrededor de 20 años) se supo que dicha declaración no fue un error. Todo lo contrario, fue un notable acierto, pues Rocha la hizo deliberadamente como parte de una estrategia de expansión del comunismo en América Latina en su calidad de agente cubano infiltrado en el servicio exterior norteamericano. En otras palabras, como un acto de traición al Estado que lo designó como su representante diplomático. Actualmente purga una condena por espionaje.

Si la cuna política de Evo Morales y del MAS fue un acto de traición, es lógico, justa o injustamente, que su tumba también lo sea. No pretendo defender a los yankees ni creo en la fatalidad del destino o en el karma, simplemente me llama la atención que así sean los hechos. “Quien a hierro mata, a hierro muere” dice un dicho “Traición con traición se paga”, según creo, dice otro. A cuál más traidor los masistas ahora prueban de su propia medicina. El hecho es que bien se puede decir que, en la historia del MAS, la putrefacción precedió a la concepción, al nacimiento, a la muerte y al funeral. No será raro, en consecuencia, que preceda también a la resurrección. Es lo único que nos faltaba.

A todo esto, bien podría Rocha argumentar en su propia defensa, que, gracias a su intervención, los bolivianos hemos escarmentado con los experimentos izquierdistas por mucho tiempo.

En todo caso como en “el truco” (juego de cartas con baraja española muy popular en el sur del continente) se suele decir “he visto muertos cargando adobes” cuando un jugador que estaba perdiendo se recupera “milagrosamente”. Así que no es aconsejable confiarse demasiado. Las relaciones en el mundo del hampa no son de compañerismo sino de complicidad, por tanto, es así que cuando es conveniente, traidores y traicionados pueden perfectamente darse un “abrazo de Charaña”.

*El autor es psicólogo y magister en salud

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