homenaje
/Columnistas, colaboradores y varios periodistas de Página Siete eligieron a la presidenta de la APDHB, Amparo Carvajal, como el personaje del 2018 por su papel trascendental en la lucha por los derechos humanos y la democracia del país./
La presidenta de la APDHB, Amparo Carvajal, durante un momento de tensión con la Policía en el TIPNIS el 2012
Después de una jornada de enfrentamientos a principios de diciembre, Amparo Carvajal discutía con los uniformados defendiendo el derecho de las plataformas ciudadanas del 21F a permanecer en una vigilia en inmediaciones del Tribunal Supremo Electoral. Estaba agotada, tenía frío; había sido un día tan difícil, que por un segundo pensó en decirle a la Policía, “oye, por qué no me dan ustedes un tiro y listo”, pero su compromiso por luchar es más fuerte que ella misma.
La presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) Amparo Carvajal Baños, es el personaje del año de Página Siete. Columnistas, colaboradores y varios periodistas de este medio votaron para elegir a la personalidad más importante del 2018.
La mayoría decidió y destacó el rol transcendental de Carvajal en la defensa de los derechos humanos de Bolivia, una tarea que encara con coraje, compromiso y convicción.
Este año Carvajal estuvo cercada por cocaleros junto a miembros del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza, quienes intentaron ingresar al Polígono 7 del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), para reunirse con los indígenas que se oponen a la carretera. Se reunió además con los pueblos indígenas de las áreas protegidas que se oponen al ingreso de las petroleras.
Estuvo en la marcha por la democracia que partió desde Konani y junto a las plataformas ciudadanas que protestaron fuera del Tribunal Supremo Electoral (TSE), donde hubo varios enfrentamientos.
Asistió a las audiencias para que el médico Jhiery Fernández recupere su libertad, después de ser injustamente sentenciado a 20 años por una violación que no cometió.
Lo mismo hizo en el caso del dirigente cocalero Franclin Gutiérrez, sindicado como el autor intelectual de la violencia en el municipio yungueño de La Asunta, ocurrida en agosto de este año.
A los 79 años y con un bastón en mano, nada parece frenar su convicción. Cuando se le consulta de dónde saca la fuerza para estar en los lugares más conflictivos defendiendo los derechos humanos, la justicia y la democracia, dice que ni ella misma lo sabe. Cuenta que sus familiares en España la miran reflejada en algunas noticias internacionales y que no lo comprenden.
“Mis hermanos me ven y no entienden que estoy aquí y allá, yo tampoco lo entiendo. Es la oportunidad que me da el no haber parado en esta lucha y ser consecuente con lo que me he comprometido (...). Cada día nos hace felices en la medida que damos lo que realmente podemos”, admite Carvajal, en la sala de su casa en Sopocachi rodeada de sus plantas.
La lucha desde el convento
Nació en 1939 en León, España. De joven ingresó al convento de las Mercedarias Misioneras de Bérriz y se dio cuenta de que había dos clases sociales: las madres y las hermanas. Ella estaba dentro del primer grupo porque contaba con un título de educadora. Fue entonces que comenzó una revolución en el convento y unió a ambos sectores, mientras en el país europeo aún se vivía en la dictadura del general Franco.
“La parte social, la parte de la lucha por la igualdad, yo la tengo desde muy jovencita, desde entonces he sido una luchadora (...). Al llegar a Bolivia, durante la dictadura, me encontré sorpresivamente con verdaderos luchadores por la libertad y la democracia, con figuras tan notables. Durante esa década de dictadura, tengo muy presente hechos muy formativos, duros y críticos de los que se podría hacer un libro”, destaca Carvajal.
En 1974 fue una de las cofundadoras de la APDHB, que preside desde 2016. Durante la dictadura de Luis García Mesa emborrachó a un paramilitar para que libere a un preso político durante la Nochebuena, con el compromiso de que retorne al día siguiente.
Recuerda que el combustible de los que luchaban aquel entonces era la construcción de una Bolivia diferente, de un país mejor.
En 1980 dejó de ser monja para dedicarse a ese compromiso social y político, no con un partido sino por la construcción de una Bolivia democrática.
Por todo lo vivido, afirma que en los últimos 12 años han sucedido hechos igualmente duros para el país como los casos de Caranavi, Apolo y Chaparina; y que se vive en una dictadura ejercida por el Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS).
“Es una dictadura planificada, organizada, una dictadura de poder. Si (Evo Morales) es reelecto y termina su gestión, la terminará como dictador porque él ha violado nuestro principio fundamental del voto”, añade Carvajal, refiriéndose al referendo constitucional del 21 de febrero del 2016, en el que ganó el “No” a la repostulación de Evo Morales, un resultado que no se respetó.
Momento trágico para Bolivia
Luchar en contra de la dictadura que se ejercía en Bolivia, vivir la llegada de la democracia, para ahora ser testigo del retorno de un sistema que vulnera la Constitución Política del Estado (CPE), todo para que Morales se quede en la presidencia no tiene otra definición para ella que “indignante”.
“Es un momento tan trágico el que le está tocando vivir a Bolivia que me enoja muchísimo. El 21F fue un momento para reaccionar y la gente lo hizo porque nos mandaron a un referendo cuyo resultado creíamos que se iba a respetar y no es así. La urgencia que tiene él (Evo Morales) de presentarse en las primarias es para recuperar su poder y decir ‘soy legal’, algo que nunca va a poder ser porque el Tribunal Supremo Electoral aceptó un binomio irregular”, acota.
Carvajal cree que es necesario que el pueblo tome conciencia de que se puede vivir mejor, pero también de que se está viviendo en una dictadura.
“El pueblo tiene que ser luchador por su propio pueblo. Para mí en el pasado, sea desde la posición que haya sido, el pueblo ha querido luchar. Ahora no, el pueblo está esperando a ver qué pasa”, sostiene.
Constantes ataques
Su posición crítica al Gobierno le ha valido ser acosada por el oficialismo en varias oportunidades. Organizaciones afines al MAS tomaron violentamente en más de una oportunidad la sede de la APDHB en un intento fallido por controlar la institución.
Autoridades oficialistas se han estrellado contra ella. Entre ellos, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, que este año la llamó “patrocinadora de organizaciones criminales” por lo ocurrido en La Asunta.
Los triunfos cotidianos
Pero para Carvajal, el silencio ante la injusticia nunca ha sido una opción. Antes de observar parte de la ciudad desde su ventana, cuenta que sus pequeños triunfos están siempre relacionados con el pueblo.
“Mis pequeños triunfos van siempre de la mano con el pueblo. La cholita que me ve pasando por su quiosco y me da un jugo o agua. El señor que me ve y me dice en la calle, ‘venga señora a tomar un café’, o el almuerzo que me ofrece el pueblo. Siento que ese cariño existe porque ellos no pueden hacer lo que yo estoy haciendo, pero significa que están conmigo”, concluye Carvajal.
Dice que ahora existen estructuras organizadas y “maquiavélicas” que son ejecutadas por quienes quieren aferrarse al poder.
A veces cuando piensa en ello, recuerda aquella fotografía que tomó del muro de una de las celdas de la cárcel de Achocalla, establecida durante la dictadura de Banzer.
La pared ya no existe, pero la frase anónima escrita por algún preso político que decía, “Mi cuerpo está preso, mis ideas están libres”, está muy presente.
La memoria del pasado le recuerda que las ideas y las acciones no pueden estar subordinadas, no pueden ser cómplices de intereses que vayan en contra de un pueblo.
HOJA DE VIDA
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