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Sueños nucleares y pesadillas colectivas

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En riesgo de extinción

Roger Cortes Hurtado

La Paz, Página Siete, martes, 07 de julio de 2015

Se le ha prestado muy poca atención, hasta ahora, al anuncio de que el reactor nuclear para generación de energía eléctrica, que el Gobierno se propone instalar se ubicará en el departamento de La Paz. La manera en que se hizo el anuncio sugiere que las autoridades habrían escogido esta región, quizás, como una suerte de premio al lugar que las benefició con los índices más altos de votación; excepto, claro está, en la última, ganada por un gobernador y dos alcaldes de oposición en sus ciudades más pobladas.

¿Se trata realmente de una recompensa o deberá, más bien, considerarse como un castigo en el mediano y largo plazo? Seguro que los más entusiastas se inclinan por la primera alternativa, pensando en que la mayoritaria fracción de los 14.000 millones de bolivianos del presupuesto que se ha asignado al capítulo nuclear. Si hablamos exclusivamente en términos de inversión, podemos estar seguros de que ese monto terminará siendo mucho mayor, sin lugar a dudas, según la experiencia de nuestros vecinos Brasil y Argentina, donde se ha visto que el costo directo de un generador se acerca más a los 12.000 millones de dólares (84.000 millones de bolivianos) que a los de la totalidad del "sueño compartido” del Presidente y Vice de nuestro país.

Es posible, ciertamente, construir mini o micro generadores con mucho menos capital, pero ninguno de ellos serviría para que nos convirtamos en el "núcleo energético continental” del que se nos está hablando. El gran problema de este enorme sueño de sueños es que un reactor nuclear, compatible con el tamaño de la ilusión, tiene además muchos costos indirectos, que empiezan con la infraestructura y logística de la construcción y llegan hasta los costos de desmontaje de la planta, todos muy altos. De modo que el nuestro no sería el primer reactor que se paraliza a media construcción ante el continuo ascenso de sus costos.

Pero, mucho más que el significativo riesgo de tirar miles de millones de dólares (al bolsillo de corredores y alegres intermediario), como ya nos ha pasado antes, otros costos y riesgos son mucho más inquietantes. El consumo de agua, estimado en más de "cuatro millones de metros cúbicos por día para una planta de 1 GW, es 32 veces más que el consumo diario de agua de las ciudades de El Alto y La Paz (juntas  consumen menos de 125 mil M3/día), como lo señala el artículo publicado en estas misma páginas el 20 de marzo de este año.

El volumen de agua que se requiere para enfriar el generador es tan grande que el primer proyecto del que tenemos noticia para instalar una en estas latitudes fue concebido como emprendimiento trinacional (Perú, Bolivia y Estados Unidos), a orillas del lago Titicaca, como lo registra el peruano Luis Vásquez Medina:  "En 1960 la Junta de Energía Atómica de Perú dio a conocer el estudio de un anteproyecto preparado por la General Electric Company (GE) para la instalación de una central nuclear de agua en ebullición de 100.000 kilovatios) a orillas del lago Titicaca. El anteproyecto tenía como finalidad contribuir al desarrollo de Perú y Bolivia. En el documento se mencionaba la posibilidad de conseguir el financiamiento del Eximbank de EEUU. El equipo de científicos e ingenieros de la General Electric que viajó a Perú a realizar estudios para la central atómica del Titicaca demostró la completa factibilidad económica del proyecto”. El artículo publicado la segunda quincena de junio de 2006 se encuentra en versión digital: http://www.21stcenturysciencetech.com/reir/nuclear_bolivia.pdf. 

Pero, la cuestión mayor para decidir si la ubicación del generador es un premio o un azote radica en que la zona de riesgo en torno a un accidente que pudiera afectar a un reactor es de 5.000 Kms2, dentro los cuales toda forma de vida está amenazada.

Toda la información disponible nos permite ver que el costo de la inversión nuclear puede ser empleado, con mucho mejores resultados, en fuentes energéticas alternativas, limpias y carentes de estos riesgos. Persistir, así y todo, en realizar del sueño atómico de nuestros gobernantes es pavimentar el camino hacia nuestras más oscuras pesadillas.

*Investigador y director del Instituto  Alternativo.

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