Vamos a andar
Rafael Puente Calvo
La victoria aplastante del MAS en las últimas elecciones —más allá de las denuncias de fraude (o ineptitud) del Tribunal Electoral, que deberán ser aclaradas— nos permite comprobar que el prestigio político de Evo Morales sigue siendo mayor que las debilidades de su partido, un prestigio que apenas ha sido mellado por la serie de candidatos y candidatas impresentables, ni por la negativa a debatir en público, ni por las alianzas espurias.
Me atrevería a formular algunas razones de esta tercera victoria:
— La oposición de derecha ha reiterado su incapacidad y ha vuelto a demostrar que no conoce su propio país ni tiene un proyecto político para él, como no sea reiterar los cambios logrados por el actual gobierno (y quién les puede creer).
— La oposición verde de izquierda, que está pagando su derecho de piso, no tiene la imprescindible vinculación con las bases y organizaciones sociales como para que su programa —el más avanzado— pueda ser tenido en cuenta.
— La oposición zigzagueante —el MSM— se ha suicidado electoralmente, primero por sus incoherencias (que van desde la propuesta de capitalía plena para Sucre hasta la selección de su candidata a la vicepresidencia, pasando por los coqueteos con Rubén Costas), y luego por su campaña insoportablemente personalista (a quién se le ocurre que la población va a votar por un candidato por el hecho de haber sido en su infancia el dulce de las horas cívicas…).
En todo caso el triunfo está consolidado y Evo está en vísperas de ser el presidente que más años haya gobernado este país (ya igualó los 9 años de Montes, y ahora superará los 10 Andrés de Santa Cruz e incluso los 12 de Paz Estensoro, y encima todos seguidos…). Aparentemente Evo, con este apoyo renovado, está en condiciones de avanzar en la línea del cambio estructural y hacer efectiva la nueva Constitución (hasta ahora más un sueño que una realidad). Pero se tiene que preguntar seriamente cómo lo va a hacer con el bloque legislativo que ha emergido de estas elecciones.
Efectivamente nos encontramos con que en la Asamblea Legislativa el MAS tiene mayoría abrumadora, respecto de las otras bancadas, pero en su interior lo que hay es una suma de representaciones gremiales y sectoriales que nunca se han preocupado —ni parece que se vayan a preocupar— del país como tal. Ahí están los transportistas, los dirigentes vecinales, los cooperativistas mineros, los sindicalistas obreros, y por supuesto también los representantes de soyeros y madereros y otros grupos de poder (en la Asamblea no están formalmente representados los chuteros, pero informalmente seguro que sí); y podemos prever que todos ellos le van a estar pasando a Evo la cuenta de sus respectivas alianzas, por supuesto en pos de sus intereses sectoriales y grupales (que con frecuencia están en contra de los intereses nacionales, y menos aún plurinacionales).
¿Será posible contrarrestarlos pese a su presencia camaral y su capacidad de movilización social? Ojalá lo sea, en todo caso se puede afirmar que Evo encara un período más difícil que los dos anteriores, y tenemos que desearle suerte.