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“Una segunda vuelta provocaría una catástrofe mayor que la del 21F”

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”Aunque le cueste pensarlo y asumirlo, Evo tendrá que resignar la candidatura de 2019”.

Fotos: Víctor Gutiérrez / Página Siete. Juan Carlos Salazar,director de Página Siete; Roger Cortez e Isabel Mercado, subdirectora.

La Paz, Página Siete, domingo, 03 de abril de 2016

Médico de profesión y politólogo de oficio y vocación, Roger Cortez Hurtado  cree que Evo Morales nunca se retirará de la política porque es el típico "adicto absoluto a la política, como un yonqui al que si no se le inyecta su dosis diaria presenta un síndrome de abstinencia que puede ser peor que el uso  del estimulante”, pero que, a pesar de ello, deberá renunciar a la candidatura de  2019. Una "segunda vuelta”, como pretenden algunos sectores oficialistas -sostiene-, supondría "una catástrofe mayor que la del 21 de febrero”.

Sin embargo, a la hora de elaborar un "retrato hablado” del candidato que podría sustituir a Evo Morales, dice sentirse absolutamente abrumado por las "posibilidades de giros y retruécanos” que podrían darse de aquí al 19. "No alcanzo a percibir esos perfiles”, confiesa. Tampoco en el caso del abanderado opositor.  

¿Cree que Evo Morales se va a retirar?

De la actividad política, es muy dudoso, porque él representa al tipo de adicto absoluto a la política, como un yonqui al que si no se le inyecta su dosis diaria presenta un síndrome de abstinencia que puede ser peor que el uso  del estimulante. Eso está claro. Lo que posiblemente sí va a tener que  resignar, aunque le cueste asumirlo, pensarlo y mucho más aceptarlo, es la candidatura de 2019, porque todo lo que él dice y su círculo de adeptos más próximo repite respecto a segundas vueltas, revanchas y cualquier otra idea afín, no hace sino preludiar una catástrofe mayor que la del 21 de febrero. Quien más olvida lo que ha ocurrido y quien más tendría que recordarlo,  es el propio presidente y el Movimiento Al Socialismo (MAS), y es que la derrota del 21 de febrero se fecundó, nació y desarrolló en el vientre del MAS. No hay nadie, ninguna entidad, país o persona a quien se pueda endosar esa derrota. Si en un acto de lucidez,  completamente inverosímil en este momento, el MAS y sus dirigentes tuviesen la capacidad de admitir esto, la mayor parte de los problemas que tiene el Gobierno podrían despejarse de manera relativamente simple. Si nos abstraemos momentáneamente del estímulo constante de los elementos que nos traen la coyuntura política nacional e  internacional y tuviésemos al Gobierno boliviano despejado del estrés que conlleva toda la circulación de contradicciones, nos encontraríamos frente a un  equipo gubernamental que en comparación con el conjunto de la región goza de las mejores posibilidades y  oportunidades para terminar favorablemente su gestión y reelegirse en  2019. Así están las cosas, aún en este momento, aún después de esta derrota. Digo que es inverosímil que el Gobierno asuma esto porque ya ha convertido desde hace unos años en parte de su identidad un elemento fabulatorio; se ve necesitado compulsivamente de diseñar, fabricar y entregar una figura fantasmagórica enemiga, a quien se le deben atribuir todos los problemas y obstáculos por los que atraviesa. El MAS ha perdido la capacidad de reconstruir y reconocer su propia historia.

¿Por ejemplo?

Es el caso de la evolución de las consignas y medidas sobre el petróleo, cuando el MAS olvida que Evo marchó en 2003 pidiendo el 50% de regalías. Lo ha olvidado tanto que ha convertido esa noción en una palabra impronunciable. Como esto en varias otras áreas. Es la necesidad que experimenta el MAS desde el uso y para el uso del poder de reinventarse las veces que fuese necesario, de torcer, modificar y crear una historia que mejor le  sirva para sus fines. Es uno de sus mayores problemas porque,  si asume esto, podríamos ver un conjunto de medidas relativamente de rápida aplicación, muy eficaces, para enfrentar los problemas que tiene el MAS.

¿Como cuáles?

Respecto a su imagen interna, a los problemas que afronta el Presidente con su prestigio seriamente lesionado a partir de la historia de la señora Gabriela Zapata y todo lo que gira en torno a ella, podría fácilmente, acudiendo al mecanismo de lo real, que en este momento ignoro si lo conoce en su totalidad o no el Gobierno, pero sí puede saberlo, el Presidente podría aparecer ante el país y pedir disculpas por las cosas que han pasado, presentar una carta lo más franca de contrición y evitar que siga cobrando cuerpo la victimización de Gabriela Zapata. Con esa idea de reinventarse y de negar su historia, el MAS está construyendo una mártir a partir de alguien que para muchos sectores de la sociedad tiene grandes elementos de vinculación con el tema de fondo que es la utilización del  poder para fines privados, pero como el MAS está decidido  a ocultar este elemento,  estás agigantando la figura de una persona que sufre indudablemente, más allá de cualquier designio, la aplastante presión de un aparato estatal, denigrado profundamente, con la mayor parte del gabinete, gerentes de entidades estatales y parte de la magistratura obligados a declarar diariamente a favor del Presidente, pisoteando las misiones y responsabilidades a que están obligados por ley. Eso puede resolverse en 10 minutos, pero no se me escapa que el MAS  podría enfrentarse a una contradicción porque hoy resulta aberrante justificar por qué está presa la señora Zapata ya que la imputación inicial que se ha hecho, al margen de las cuestiones familiares,  es tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito, pero como dice la señora Zapata y la exsubsecretaria del Ministerio de la Presidencia,  ninguna de ellas firmó contrato alguno, ninguna de ellas tenía capacidad para tomar determinaciones que lleven al desvío de fondos públicos a bolsillos privados, y el MAS está decidido a no investigar. Hasta donde ha avanzado la investigación parlamentaria se dice que todo se encuentra en regla. Si todo se encuentra en regla la continuidad en prisión de las señoras Zapata y Cristina Choque es complemente insustentable.

Parecería que  estamos asistiendo ya a los primeros escarceos de la lucha por el poder dentro del MAS de cara a  2019…

Es posible, hay algunos signos. Dejemos que maduren, pero no dejemos de comentarlo. El signo más llamativo, el más sugerente, es la voz que se ha alzado desde la CSUTCB para decir que debería dejarse de mencionar la posibilidad de reelección de Evo Morales y menciono a la CSUTCB  porque yo no tengo la menor duda que tras el ciclo encabezado por el MAS, que ha incluido el proceso constituyente, el cambio de ciclo histórico y estatal presenta un actor central esencial que más que el indígena, que ha quedado relegado en el camino, es el campesino, con su extraordinaria particularidad de ser un sujeto urbano rural simultáneamente, un sujeto que no deja de existir aún cuando nos acercamos  al 75% de población urbana; es el sujeto del multiempleo, de la capacidad de alternar unas ocupaciones con otras, incluyendo la labranza de la tierra, y crear nuevos actores y sujetos económicos políticos y sociales en las ciudades, como son los comerciantes populares, especialmente los grandes importadores de electrónicos y computadoras de la China, los cooperativistas mineros, los grandes dueños de transporte, tres de los actores centrales que son de nítido origen campesino. Entonces es un ciclo campesino completo. No en vano el Presidente es campesino, cocalero y colonizador. Y cuando hablo de cocalero estoy hablando de un agricultor comerciante nato, complemente vinculado al mercado interno y al mercado global. No es gratuito que Evo Morales gobierne el país, no es un azar, tiene que ver con eso. Y cuando desde el seno del campesinado surge esta primera disensión, no quiero absolutizarla, es importante. Pero hay varios desenlaces posibles. Los apetitos van desde el que pueda tener un cocalero como Fidel Surco, para mencionar a alguien de un sector muy definido, a varios ministros o al inocultable impulso de la presidenta de Diputados, cuyos ojos relampaguean cuando se le pregunta al respecto. No cabe duda de que la posibilidad de que Evo se retire despierta las pasiones más encendidas.

¿Podría ganar el MAS sin Evo? ¿Será que los cuervos que ha criado el Presidente terminen por quitarle los ojos?

Ha criado cuervos, lamentablemente o favorablemente, según se lo vea, aunque desde que hizo su irrupción en la política boliviana, como ocurrió en cierto momento al MNR, el MAS ha sido y es un elemento que monopoliza el movimiento y la dinámica de la escena política. Esa situación se preserva y en la peor de las hipótesis, gobernando con las mismas trampas, dando las mismas señales de serio enviciamiento y retorcimiento del uso de poder, restringiéndose al núcleo más reducido de sus votantes fieles, que rondarían aproximadamente en un tercio , si las elecciones fueran mañana, las ganaría, aún con disensiones internas. Ganaría además reteniendo gran parte de las principales gerencias de los organismos públicos, porque esa falsa demencia que exhibe el  Presidente, cuando dice que se olvidó de cuantos años dura el mandato del Contralor como de todos los otros ejecutivos, le permite la MAS elegir por cinco o seis  años, no sólo a los gerentes sino a la mayor parte de magistrados. El 21 de febrero no ha modificado la correlación y el núcleo de fuerzas del Estado. Eso no se ha movido para nada. El MAS preserva sus dos tercios de parlamentarios y puede, con o sin elección, llevar adelante una reforma. La oposición tiene que reflexionar, debe medir sobre lo que debe hacer y sobre lo que es secundario. En la elección de 2014 era absurdo salir con candidatos presidenciales que decían que iban a dar una sorpresa, que Evo no alcanzaría ni la mitad de sus votos, etc., cuando lo que se jugaba realmente era la composición del Parlamento. Si la oposición se hubiese concentrado en ello podía haber obtenido fácilmente el 40% de las bancas y otra hubiese sido la historia del país con un Parlamento con esa correlación de fuerzas.

Dice que el MAS podría resolver en 10 minutos la crisis que enfrenta en la actualidad, pero ¿puede recuperar la credibilidad perdida? 

Tengo la impresión de que esta afectación de la imagen y del posible daño que existe sobre la credibilidad del Gobierno y sus agentes no afecta a los electores más fieles del MAS; en realidad, aumenta las dudas, las sospechas, la incertidumbre de votantes que estuvieron apoyando al MAS y desde luego de sus adversarios, pero no veo un cambio dramático. Yo creo que se lo puede percibir más intensamente desde una sala de redacción y desde un espacio de la circulación de noticias, pero creo que desde un espacio menos involucrado la percepción es otra. Yo no creo que estos elementos causen modificaciones abismales en el electorado. Creo que el elemento de índole moral capaz de volcar las preferencias  de un electorado actúa excepcionalmente y sobre franjas relativamente pequeñas. Tiene que tratarse de algo masivo y unánimemente soportado en cierto momento por el mundo mediático. De otro modo parece muy difícil. No veo que sea irreparable y que sea un factor decisivo para hacer cambiar el curso de las cosas.  

Si el MAS puede solucionar sus problemas en poco minutos, si no le afecta la pérdida de credibilidad, si no hay una sanción moral por la corrupción y pese a los problemas económicos, entonces  tenemos MAS  para rato…

Tendría  toda la razón, pero no está  contando con el MAS. El que puede, como lo ha hecho hasta ahora, crearle más y peores problemas al MAS es el propio MAS,  y tiende a hacerlo,  porque, como decía hipotéticamente, se puede atender la economía, se puede atender la reforma judicial, se puede atender los escándalos de una manera que disminuya absolutamente el margen traumático y permita el desarrollo de una gestión aparentemente pacífica, pero no es ése el curso por el que apuesta el MAS. Los problemas se van a seguir complicando a partir de la propia acción del partido de Gobierno, por su negativa, por ejemplo, a reconocer la gravedad de los factores adversos de la economía y la contracción que vivimos. Y no faltarán las fracciones internas que va a seguir intentando que  el Presidente continúe buscando alguna forma de llegar a la reelección.

Todo esto va a crear un ambiente de tensión, de contradicciones y de problemas que sólo teóricamente podrían despejarse con relativa facilidad, pero no con los actores actuales ni con un presidente que no tiene la capacidad de reunir a sus colaboradores y decirles: ustedes impulsaron el plan del 21, este plan fracasó y deben irse; que llame a su equipo económico y le plantee rectificaciones. La imposibilidad de tomar estas decisiones fáciles son lo que van a empeorar notablemente los problemas del MAS y puede llevarlo a tensiones verdaderamente insostenibles. 

Eso ocurriría con el Gobierno. ¿Cuál sería el vía crucis de la oposición? 

No se diferencia en el fondo en la ruta crítica. La oposición, igual que del MAS, tiene que apostar a la despersonalización, la descaudillización de las organizaciones. Hemos avanzado  en el proceso democrático durante 60 años. Estoy hablando desde la revolución del 52 hasta aquí, con las idas y venidas en los últimos 33 años, de elecciones ininterrumpidas, y toca reducir de manera indispensable el peso de las cabezas, de los varones. Los dueños de los partidos perdieron una oportunidad en la elección de 2014 y otra oportunidad de oro que hubiese abierto grandes posibilidades hacia  2019 si al momento de pedir que se vote NO por Evo los dirigentes hubiesen dicho que tampoco ellos quieren presentarse de nuevo. Junto con la democratización, está  la transparentación de los partidos. Lo mismo necesitamos aplicar  a las organizaciones sociales. Esto es de vida o muerte.

¿Puede  hacer un retrato hablado de los candidatos del MAS si no va Evo?

No puedo. 

¿Cómo lo imagina, cómo lo visualiza? 

Me encantaría responder, pero, por los tres o cuatro años que nos separan, me abruma en cuanto a posibilidades de giros y retruécanos que podrían darse. No alcanzo a percibir esos perfiles.  

¿Tampoco en el caso de la oposición? 

No, en ninguno. En el caso del MAS, creo que muchos de los que corren ahora subrepticiamente, se van a quedar con los crespos hechos. Hay ministros sobresalientes que se sienten presidenciables, jefes de Cámara, cancilleres, en fin, que tienen más posibilidades de tropezarse y quedar en el camino abriendo paso a la no inconcebible posibilidad de que un MAS bastante desgastado, pero todavía primero en la intención de voto, lleve a un candidato ajeno al partido,  por  ejemplo. ¿Pero va a ocurrir esto necesariamente? No lo sé y en principio rectifico mi respuesta sobre candidatos de la oposición. Mire la papeleta de 2014 y va a encontrar a los candidatos de la oposición.

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