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“La CIJ hizo lo que Bolivia le pidió; es un triunfo en toda la línea”

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Gustavo Fernández, excanciller

“El fallo no condicionará necesariamente el referendo para la reelección”, afirmó.

La Paz, domingo, 27 de septiembre de 2015

Freddy Barragán / Página Siete. Isabel Mercado, subdirectora de Página Siete, Gustavo Fernández y Juan Carlos Salazar.

 El excanciller Gustavo Fernández, el artífice de la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) de 1979, que reconoció que la solución del diferendo boliviano-chileno es de "interés hemisférico” y recomendó negociaciones "encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico”, afirma que el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) contra la objeción preliminar chilena es una victoria de Bolivia, porque "el tribunal hizo lo que le pidió Bolivia”.

"Es un fallo muy fuerte y yo creo que tiene un elemento que va a marcar el camino en el tratamiento del tema de fondo cuando llegue el momento”, dice al referirse al futuro de la demanda boliviana en La Haya.

Fernández atribuye el éxito diplomático a "la unidad nacional en torno a la demanda” y al trabajo del equipo jurídico, encabezado por Eduardo Rodríguez Veltzé. Es por lo demás, agregó, resultado de "una gestión acumulada históricamente”.

¿Le sorprendió el fallo?

Sí, por la contundencia. Yo era optimista. Consideraba que la Corte iba a reconocer su competencia, pero no creía que lo hiciera con la contundencia que lo hizo. Se hablaba de tres posibilidades: una que aceptara la objeción de Chile; otra que actuara salomónicamente, en el sentido de no pronunciarse sobre la objeción y prolongar su conocimiento hasta ver el fondo de la causa, y la tercera que le diera la razón a Bolivia. Sobre esta última, también había la posibilidad de que la Corte afirmara su competencia sólo sobre los eventos ocurridos después de la firma del Pacto de Bogotá de 1948. Pero, finalmente, el tribunal dijo claramente que tenía todos los elementos de juicio para pronunciarse ahora, recogió la argumentación completa de Bolivia y afirmó que tiene competencia sobre todos los actos jurídicos o tratados producidos después de 1904. Es un fallo muy fuerte y yo creo que tiene un elemento que va a marcar el camino en el tratamiento del tema de fondo cuando llegue el momento.

Es decir, ¿una victoria diplomática en toda la línea?

En toda la línea, porque apunta al corazón del problema.

¿A qué atribuye este éxito diplomático?

Al buen trabajo del equipo, un trabajo jurídico impecable. Bolivia encontró un camino que no lo había explorado antes con tanta profundidad, porque probablemente no teníamos la formación y la calidad jurídica de los abogados que se han contratado ahora o porque el derecho internacional no había alcanzado el nivel de evolución que tiene hoy día. No era lo mismo plantear el asunto en la Liga  de Naciones en 1920 que hacerlo hoy. El mundo cambia y se encontró un camino que es enormemente importante. Esa es la principal razón y luego, por cierto, la consistencia del respaldo político.

¿Chile se equivocó en su estrategia?

Chile se enfrentaba a un dilema, que era la presentación de la objeción preliminar o no hacerlo. El equipo jurídico dijo que era riesgoso. Había una controversia  importante,  pero se impuso la línea política planteada por Sebastián Piñera y Eduardo Frei y que condujo a la señora Michelle Bachelet a aceptar la tesis de la objeción preliminar y correr el riesgo. Se la jugó y  perdió.

¿Chile subestimó a Bolivia?

Sí, claro. Se creyeron lo que se repetía: que tenían una política exterior consistente, una política de Estado, una formación jurídica antigua, que ganarían la objeción preliminar y con ello se paralizaría el juicio y se acabaría todo; que Bolivia no tenía nada. Y ahora se encuentran en una situación que no esperaban. ¿Qué argumentación van a presentar en el juicio para probar que la obligación de negociar no existe? Chile tiene que probar que no existe. Este fallo ha fortalecido sustantivamente la posición internacional de Bolivia. Se suma con muchísima fuerza a la solidaridad que siempre encontró Bolivia, porque hay claramente una simpatía en el mundo sobre la injusticia histórica que sufre Bolivia. Ese es un razonamiento lógico de la gente de afuera y es lo que explica la resolución de la OEA del 79.

¿Son comparables estos dos éxitos diplomáticos?

Son complementarios, se refuerzan uno a otro. El fallo de la Corte revitaliza, reverdece la solidaridad internacional con Bolivia. Bolivia tiene ahora muchas más razones para hablar con los gobiernos de América Latina y del mundo y decirles: "Miren, nuestro razonamiento es justo, no sólo es necesario para  la paz, sino que es necesario para la justicia”. Por eso el fallo es tan importante.

Eso en lo que hace a lo jurídico. ¿Cuál es la valoración política?

En Chile se intentó presentar una línea de unidad nacional. La señora Bachelet  convocó a todos los partidos, a los presidentes de las cámaras, para que la acompañaran. También respondía a una  estrategia de protección frente a las críticas por el fracaso: todos estamos juntos, todos cometimos el error, todos somos partícipes. Hoy podemos leer lo que dicen muchos chilenos, lo mal que les fue, Frei y Piñera se enojan con la Corte. De pronto todos empiezan a atacar a la Corte como si  fuera la culpable y no se preguntan por qué pierden. Alguna razón debe existir. El debate interno en Chile va a ser importante y se van a debatir las dos líneas históricas de Chile: la del canciller Heraldo Muñoz, que yo la comparo con la del almirante José Toribio Merino de la dictadura militar, de un rechazo brutal, cerrado, a la posición boliviana, y la de los presidentes Domingo Santa María (1881-86) y Gabriel González Videla (1946-52), la del propio Augusto Pinochet, que sostenían que está en el interés de Chile encontrar una solución al diferendo con Bolivia.

¿Y cuál es el razonamiento político en Bolivia?

Desde luego, es importante la unidad nacional en torno a la demanda y el reconocimiento de que esto es el resultado de una gestión acumulada históricamente. Esto no hubiera sido posible sin las notas reversales de Alberto Ostria Gutiérrez, sin las negociaciones de Charaña, sin las resoluciones de la OEA de 1979 y 1983. Esta es una construcción histórica elaborada por un equipo con hombres como Eduardo Rodríguez Veltzé y Carlos Mesa. Esa es la explicación del éxito boliviano. Se vio bien al presidente Evo Morales caminando con los expresidentes, reclamando el éxito para todo el país. Ese es el mensaje, porque esto va más allá de la política interna. Así debería ser e imagino que así va a ser.

¿Cómo cree usted que reconstruirá Chile su estrategia?

Francamente no lo sé, porque este no es un buen momento para el sistema político chileno. El Gobierno está debilitado, los partidos de gobierno y oposición están desacreditados. Después de muchos años de crecimiento sostenido, hay una clara contracción de la economía y se platea además un problema de corrupción que jamás se esperaba que ocurriera en Chile. Y sobre todo eso viene una derrota diplomática muy importante. ¿Cómo se administra ese cuadro? No se sabe. Puede ir por la línea razonable de lo que piensa mucha gente, que es un tema que tiene resolverlo Chile porque no puede convivir el resto de su historia con este diferendo, que es un gran problema en la política exterior de Chile, como me dijo el viejo Gabriel Valdés. Esa línea puede volver a plantearse.

Pero también la dura de Muñoz...

Muñoz es el gran derrotado del fallo. Seguramente alguien ocupará su lugar, porque no creo que al general que perdió la batalla le encomienden la siguiente. Sería lógico que lo cambiaran, pero todo dependerá del debate interno y también de lo que nosotros hagamos.

¿Y qué es lo que deberíamos hacer nosotros?

Mostrar que estamos abiertos al diálogo, que está en el deber de nosotros y de ellos encontrar una solución, que no es sólo un problema de Bolivia, sino también de Chile.

Si hay diálogo, como ha propuesto el presidente Evo Morales, ¿Bolivia debería retirar la demanda?

No.

¿Mantenerla mientras se dialoga? 

Sí, no es incompatible en absoluto. Ahora, no creo que ese diálogo se produzca de inmediato. Las aguas tienen que calmarse, tiene que pasar un tiempo. En este momento es difícil.

"El fallo pulveriza la doctrina chilena de que no existen asuntos pendientes”

"El fallo pulveriza la doctrina chilena de que no existen asuntos pendientes y que todos los problemas bilaterales fueron resueltos por el Tratado de 1904”, dice Fernández.

"La Corte —agrega— dijo que había que diferenciar el Tratado de 1904 y  la demanda de acceso soberano de Bolivia al mar, que son cosas distintas, y esa es la esencia del alegato de Bolivia. Chile jugó todo al vincular el proceso al Tratado de 1904, puso en la mesa toda su argumentación de fondo y el tribunal la desestimó y lo hizo en términos muy explícitos. La Corte dijo que los asuntos en disputa no han sido resueltos por ‘acuerdo entre  las partes, por un fallo arbitral o por una decisión de una corte internacional’ ni ‘regidas por acuerdos o tratados en vigencia en la fecha de la conclusión del Pacto de Bogotá’”.

Fernández sostiene que el fallo acepta el alegato de Bolivia al señalar que "el Tratado de 1904 no se refiere de forma directa o implícita a la presunta obligación de Chile de negociar con Bolivia un acceso soberano al océano Pacífico”.

Agrega que Chile sostiene que el fallo "limita” la petición boliviana, pero "la verdad es que Bolivia nunca pidió que el tribunal se pronunciara sobre el derecho de Bolivia de acceso soberano al mar. Bolivia se limitó a pedir que el tribunal reconociera la obligación de Chile de negociar con Bolivia de buena fe. El alcance que tenga esa negociación dependerá  de las partes. Entonces, no es un triunfo de Chile. El tribunal hizo lo que Bolivia le pidió”.

¿Beneficiará el fallo de La Haya a los planes reeleccionistas del presidente Evo Morales?

Gustavo Fernández admite que una victoria diplomática, como la que obtuvo Bolivia ante la objeción preliminar planteada por Chile, "beneficia al Gobierno” que impulsó y condujo el proceso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

"Es lógico que eso ocurra”,  dice el excanciller, pero al mismo tiempo recuerda que la opinión pública boliviana y el propio gobierno de Evo Morales "trataron este tema por encima de los incidentes de la política del día a día”. Por lo tanto, debería permanecer ajeno al debate coyuntural.

"Yo soy de los convencidos de que el ciudadano boliviano tiene un criterio político muy desarrollado y que va escoger en el referendo la opción que le parezca, la más correcta. Su decisión no estará necesariamente condicionada por el fallo”, expresa.

Sin embargo, reconoce una realidad: "Que el fallo influye, influye; sería ingenuo pretender que no ocurriera eso”.

El presidente  Morales prometió el jueves no utilizar políticamente el fallo, pero un día después el vicepresidente Álvaro García Linera y varios dirigentes del MAS atribuyeron al Primer Mandatario el mérito exclusivo del logro, al afirmar que sin su liderazgo no hubiese sido posible.

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