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La justicia injusta

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Por: Angel Guarachi*

¿Para quién siempre es pues la justicia?, una pregunta que queda al aire y que quizás sólo los señores administradores de justicia sabrán responder. No ocurrirá en todos los casos, pero tal parece que no es aplicable para los que ocupan cargos importantes en instituciones públicas.

La mujer —considerada el sexo “débil” por los varones que aún continúan bajo la lógica del machismo, aun arraigado en nuestra sociedad— ha sido el blanco de incontables violaciones a sus derechos establecidos en la Constitución Política del Estado y en otras leyes que la amparan en incontables casos que se generan todos los días en el país.

Uno de estos casos y el más reciente, sucedió el 6 de diciembre en un poblado del norte potosino con la violación y posterior asesinato a la enfermera Lucía Ch. Ese hecho desató la furia de los comunarios, pues no era un caso aislado: se trataba de Teodoro Rueda, la máxima autoridad de municipio quien es el presunto autor del crimen.

Los familiares de Lucía tuvieron que esperar más de tres meses para que se haga justicia (al menos parcial), y se lo envíe nuevamente a la cárcel porque, a través de un “arreglo” a los familiares y las presiones de gente que lo apoyaba, impidieron que se lo envíe a la cárcel y además consiguieron que vuelva a sus funciones, pero por horas.

No tuvo la misma suerte Juana Quispe, una concejala del poblado paceño de Ancoraimes, quien presuntamente fue víctima de acoso y violencia política, en 2012, de lo que se culpa al alcalde del lugar y a otros dos de sus colegas, aunque las pruebas reveladas, con el transcurrir los meses y años, apuntan a ellos como responsables.

En este caso, al igual que el de la enfermera, primaron las presiones sociales para restituirlo a él y a los concejales en sus cargos, hecho que se concretó; aunque a esto se le puede añadir la dilatación de los administradores de justicia, quienes aún no esclarecieron el caso y todo sigue en Ancoraimes como si nada hubiera pasado.

Como estos casos hay muchos más y que la mujer es la principal víctima de una justicia injusta y que quizás vela intereses individuales y por tanto egoístas a costa del sufrimiento de familias que sólo claman justicia.

¿Algún día cambiará la justicia dejará de ser la cómplice de las muertes? Ojalá que algún día realmente lo haga por el bien de una sociedad que, desde hace muchos años, ha dejado de confiar en ella, pese a los cambios que supuestamente se dieron.

*Periodista

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