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Diario sobre la Revolución de La Paz de 1809 del presbítero Francisco Xavier Iturri Patiño*

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revolución de la paz de 1809

Don Francisco Xavier Iturri Patiño, presbítero secularizado de la Merced, se adscribió desde sus comienzos en la revolución e hizo parte de la “Junta Representativa y Tuitiva de los derechos del pueblo”, instalada el 24 de julio. Comisionado para impulsar la secundación de Cochabamba, cayó detenido en Tapacarí, a denuncia de oficial que le acompañaba, Manuel Carrillo de Albornoz y se le organizó proceso por el Intendente accidental Don Sebastián de Irigoyen.

(Copia de “La Revolución de La Paz en 1810.- Documentos Históricos”, ed. En Buenos Aires. Imprenta de M. Biedma e Hijo-1897.)

A ese proceso, el primero sobre la gloriosa acción de La Paz, consumada el 16 de Julio de 1809, pertenecen la copia suscrita por notarios, del Estatuto que el pueblo revolucionario proclamó el 21, y los apuntes en forma de diario, aquí publicados. Ambos documentos se encontraron en la indagación de papeles, que se hizo a Patiño, y en ellos se asentó su causa de rebelión contra el Rey y la patria.

Patiño fue remitido preso hacia Buenos Aires. Regresó de Córdoba en la misma condición, cuando Goyeneche había ocupado La Paz; quien por sentencia de 28 de Febrero de 1810, le asignó la pena de diez años de presidio en las Islas Filipinas.

En mayo de 1811 aparece de Capellán del Gobernador Ribero, que incorporó las fuerzas de Cochabamba al ejército del Río de la Plata, regido por Castelli y Balcarce.

Diario del presbítero Francisco Xavier Iturri Patiño

Día domingo 16

Este pueblo fiel, y generoso conservador de su religión sagrada, amante de su Rey Católico, y de su dulce patria, mucho tiempo ha que sufría el yugo pesado de la injusticia y el despotismo, pero no intentó sacudir por esto su maltratada cerviz, hasta que palpó con sus propias manos que se quería usurpar los legítimos derechos de soberanía a su amado Monarca Don Fernando Séptimo: no pudo tolerar ni un momento más este trastorno ilegal: tiró el humilde que cubrían su heroicidad, y valor, y a las siete y cuarto de la noche del 16 de julio de 1809 (época memorable) formando el Pueblo en masa se arrojó sobre el cuartel; sorprendió al centinela, y demás soldados de la prevención, ganó todas las armas, y cañones, y con esta posesión, tocaron entredicho con la campana grande en la Catedral: todo el mundo se reunió en la plaza: los del Pueblo tomaron la precaución de poner artillería y centinelas en las esquinas, de modo que todos entraban, y ninguno salía.

En medio del tumulto, no se olvidaron de destinar a la casa Real una partida de 25 individuos con fusiles cargados a fin de que estuviesen resguardados los intereses de su Majestad y algunos protervos no se valiesen de esta ocasión para asaltarlos; igualmente se resguardaron las puertas de la Cárcel pública, donde se mantenían 87 malhechores con otros 25 hombres, y un cañón de artillería con orden de dispararlo, siempre que los reos intentasen quebrantar la prisión; porque de su libertad resultaría tal vez el desorden, y los robos, que no hemos experimentado (¡admirable cosa!). Hecha esta operación con las aclamaciones de viva la Religión, viva Fernando Séptimo y viva la Patria, sacaron el retrato de su Majestad a la puerta del cabildo. Casi a un mismo tiempo se agolpó parte del Pueblo a tomar la casa de pólvora, y las armas, y municiones que existían en casa del Sr. Ayudante mayor D. Juan Pedro Indaburu: todo lo verificaron con un orden y prontitud inexplicable, sin más desgracia que el haber herido a un Sargento veterano, que hizo resistencia y haber muerto a un paisano los mismos del Pueblo, por la casualidad de salir a los balcones del Cuartel, armando, con sombrero y fornitura de militar a gritar que ya había vencido, de la habitación del Comandante y demás oficiales; pero como uno del pueblo le desconociese por el traje, y creyese que salía a hacer fuego, le disparó el fusil, y le atravesó el pecho desde la plaza. En estas circunstancias salió el Señor Obispo exhortando a la tranquilidad, nadie le escuchó y como le consideraban cómplice con el Gobernador para entregar estos reinos a la Princesa del Brasil, le mandaron retirar a su palacio sin profanar su decoro y dignidad. Así continuó el alboroto popular hasta las diez de la noche, en que gritaron que se juntasen los S.S. del Ilustre Ayuntamiento y se haga cabildo público. En efecto se verificó inmediatamente y el Pueblo a una sola voz disputó en su nombre a los abogados Doctores, D. Gregorio Lanza y D. Juan Basilio Catacora, para que representasen al Cabildo sus deseos, que irían sucesivamente manifestando. Protestaron primero por el Pueblo, justificar la acción, y pidieron lo siguiente: Que el Gobernador Intendente renuncie el mando en el Cabildo, y el Obispo lo verificase también en el Eclesiástico: Que los ministros de la Real Hacienda entregasen al M.I. Cabildo una de las llaves de las arcas reales y que el Administrador de Correos D. Francisco Pazos dejase el empleo en D. Pedro Cossío.

Todo se ejecutó inmediatamente por medio de los correspondientes oficios: dimitieron el mando aquellas dos autoridades, y se procedió al nombramiento de Comandante de Armas de la plaza provisionalmente en D. Pedro Murillo, haciendo que cesase en este ejercicio el Coronel D. Diego Luis Fernández Dávila por convenir así: se redoblaron las fuerzas, y centinelas en los puntos interesantes, y siendo ya las 3 de la mañana pidieron las S.S. del Cabildo que descansarían hasta el día siguiente a lo que accedió el Pueblo muy gustoso.

Lunes 17

Como las guardias que había en las bocas de calle de la plaza, donde tenían dividida la artillería con mechas encendidas, no permitían salir a nadie, se amaneció toda la gente que había entrado en ella. El Cabildo se volvió a congregar a las 8 de la mañana: Los Representantes del Pueblo pidieron que se publicase bando, para que todos los europeos se presentasen ante el Ilustre Ayuntamiento a prestar juramento solemne de conservar con los patriotas una alianza, y unión inalterables, como también de no levantar armas, ni proyecto alguno ofensivo contra ellos; y a la verdad a las 3 de la tarde, reunidos todos en la plaza mayor ante el busto de S. M. que se hallaba colocado con la decencia y custodia correspondiente, hicieron el indicado juramento ante el Presidente del Cabildo Gobernador Intendente D. Francisco Yanguas Pérez, Alcalde de 1er voto. El pueblo fiel envuelto en su fervor patriótico, se mantenía dócil clamando con acento la ejecución de las peticiones, que se dirigen a conservar la Sagrada Religión los derechos del Soberano, y de la Patria. También se solicitó que los Americanos y Europeos, sin excepción de persona presentasen ante uno de los individuos del Cabildo todas sus armas y municiones, so penas a que se harían acreedores en otro caso. Se tomaron varias providencias relativas al orden que se debía observar en estas circunstancias, y pasó la noche quedando las armas, y la plaza resguardadas con la mucha gente que se acuartela a porfía.

Martes 18

Desde esta mañana temprano principiaron todos a presentar sus armas, llevando cada uno recibo del Receptor con las señas, y calidad de las que dejaba, para su resguardo. Se determinó por el Cabildo a solicitud de los Representantes del Pueblo, que ninguno salga de la ciudad sin el respectivo pase del Comandante de la plaza: Que se divida el Gobernador del Sr. Obispo, en cuyo palacio permanecían ambos, y en efecto a la una del día se trajo al primero, bajo la custodia de un piquete de granaderos (para que el pueblo no le injuriase) a las casas consistoriales donde tenía su habitación, y se mantiene con centinela de vista, y guardia competente. En este día se alistaron dos Compañías de Caballería de a 50 hombres cada una, mezclados europeos y americanos, en señal de la alianza que habían jurado, ambas de la gente más lucida del Estado y del Comercio, para lo que fueron nombrados sus respectivos jefes, y señalado el uniforme de húsares con una escarapela, o divisa, que dice por la Religión, Patria y Rey, morir o vencer es Ley. A las oraciones salió el correo ordinario para la vereda de Buenos Aires que se había demorado hasta el día por disposición del Ilustre Ayuntamiento, siguiendo con todo adelantamiento la fortificación de la ciudad. Hasta esta hora no se experimentó la menor desgracia, ni robos que son muy consiguientes en estos casos, antes por el contrario se observó en la plebe una generosidad nada vulgar.

Miércoles 19

Hoy a petición de los Representantes del Pueblo se publicó otro bando, bajo las penas: correspondientes a fin de que todos siguiesen manifestando sus armas: Que continuase la uniformidad en todo. Que los Ministros de Real Hacienda, Escribanos y Secretarios presenten al Ilustre Ayuntamiento todos los expedientes, y escrituras de Deudas Fiscales con que estaba agobiada la mayor parte del vecindario para cancelarlas, y fenecerlas quemando los papeles a fin de que todo vasallo respire, y sea útil para el Estado: que por consecuencia haciéndose en la Real Hacienda corte, y tanteo, para poner en libros nuevos la existencia física por primer partida de cargo no quede señal de documento con que pudieran en algún tiempo ser perjudicados los deudores del Rey. Esta providencia sabia llenó de regocijo a todo el pueblo; como la de que los indios no paguen alcabala por las internaciones de comestibles, y efectos de su industria. Que el Ramo de Tabacos, baje sus precios, que se habían alterado por orden superior, respecto de haberse encontrado en la Secretaría de Gobierno otra posterior al efecto del Exmo. Sr. Virrey, y a que el despuesto Jefe no había dado curso con perjuicio del público. También se determinó que todo individuo se alistase en la plaza para erigir un batallón con el título de Voluntarios de la Unión Nacional, y de todo se va adelantando con el mayor primor. Llegó la noche y al principio de ella se divulgó la voz de que con el objeto de sacar al Obispo, se dirigían a esta Ciudad 400 indios del pueblo de Guarina distante 16 leguas de ella: Se tocó generala, con prontitud de armó todo el Pueblo fiel, y subordinado; pero se falsificó esta noticia, que sin duda fue sugerida por algún díscolo que no falta en una población numerosa: desapareció esta especie, y siguió la noche tranquila.

Jueves 20

El Pueblo que sólo aspiraba al mejor orden de gobierno, pidió por medio de sus representantes que el Cabildo para sus determinaciones se asociase de ocho individuos del pueblo que son los siguientes: El D.D. José Marquez de la Plata, D. José Landavere, D. José Alquiza, D. Juan Santos Zaballa, D. José Antonio Vea Murguía, D.D. Juan Bautista Rebollo, D.D. Manuel Ruiz y Bolaños, y D. Juan Pedro Indaburu: El Illtre. Ayuntamiento adhirió a esta propuesta, y fueron colocados desde este día los indicados vecinos, se pasan oficios a los partidos para que los Subdelegados reconociesen la autoridad que había recaído en el Cabildo. Se sacaron 2000 pesos de la caja Real para distribuir entre la gente del populacho, y habiéndosele convocado para esto, gritaron todos que nadie quería medio real, que con ese dinero se fundiese un cañón, o se repartiese a la tropa por sus sueldos. Se alistaron de la ciudad, y demás Pueblos de la Provincia quinientos negros útiles, y robustos para las armas. Se ha dado providencia para que éstos, y los batallones del Ejército que se está poniendo en el pie de diez mil hombres, se uniformasen inmediatamente para guarnecer los Altos de esta Ciudad con cien cañones, que además de los existentes se están fundiendo, muchos del calibre de 24, artillería volante, granadas y cartuchos de municiones con los demás pertrechos de guerra necesarios. El noble, el plebeyo, el grande y el chico: Todos sin excepción trabajan por la seguridad de la Patria, no hay vecino que no franquee sus intereses y caudales con generosidad, ni artesano que no esté momentáneamente sobre su taller.

Viernes 21

En este día, como los demás estaba reunido casi todo el Pueblo en la plaza, y los Representantes de él pasaron al Cabildo un Plan que contenía artículos relativos a un sistema de gobierno suave, conforme a nuestras LL. para que así se desterrase del todo, el despotismo y la injusticia. Se unió el Pueblo, y pidió su pronta resolución; mas siendo aquellos de mayor consideración, dijo el Ilustre Cuerpo que se le diese tiempo para reflexionarlos con madurez, y resolver lo que convenga a la tranquilidad, y alivio de la Patria: se publicó a las 5 de la tarde igual bando para que cesase toda desunión y resentimiento, entre europeos y americanos.

Sábado 22

Se despachó por el Ilustre Cabildo Gobernador, Intendente y Capitán General, patente de Coronel de Armas a favor del Sr. D. Pedro Murillo: a las doce del día se formaron los batallones en la plaza principal con banderas. Salió el Cabildo formado en cuerpo: se le hicieron honores de Capitán General, e hizo reconocer en su empleo al precitado Sr. Coronel Comandante con muchas vivas, y aclamaciones del Pueblo. Por la tarde pidieron los Representantes que se comunique de oficio a todos los Gobiernos del Reino al acaecimiento de la noche del 16 y el objeto que para él tuvo esta Ciudad: Que continúen los circunvecinos con su antiguo comercio con ésta.

Domingo 23

En este día como es de ambos preceptos no se trabajó, sino en disciplinar las tropas, pero así a las oraciones se interceptó una carta en la Garita de Buenos Aires de un dependiente del Subdelegado de Sicasica, con esta expresión: Ya tengo toda la gente pronta: parece según el tenor de la carta que era con las miras de invadirnos con los indios de aquel Partido: prontamente se prendió al Subdelegado y suponiendo complicado en este proyecto al de Pacajes, que residía en Achocalla, tres leguas distantes de aquí, se comisionó al Sr. Teniente Coronel D. Juan Pedro Indaburu con un piquete de caballería para traerlo preso, y en efecto antes del día lo presentó en el cuartel primero, donde existe: En esta misma noche se nombraron Subdelegados para los cinco Partidos y se les recibió el juramento de costumbre bajo la calidad de dirigirse todos al siguiente día a sus destinos: la caballería montó guardia y salió de patrulla a los Altos para precaver toda novedad.

Lunes 24

El Cabildo autorizó a doce individuos eclesiásticos y seculares para que formando una Junta con el nombre de Tuitiva Protectora del Pueblo le representase las solicitudes, de éste: se distinguen los Vocales con el tratamiento de Señoría y llevan vestido negro, los seculares, levitas con bordado de oro en el cuello y bota de la manga, y los eclesiásticos, en el manteo: Se compone del presidente, que lo es el Sr. Coronel Comandante D. Pedro Murillo, Vocales los Señores D.D. Melchor León de la Barra, Cura de Caquiaviri, D.D. José Antonio Medina, Cura de Sicasica, D.D. Juan Manuel Mercado, D.D. Francisco Patiño, Tesorero de Real Hacienda, D. Sebastián de Arrieta, D.D. Gregorio Lanza, D.D. Juan de la Cruz Monje, D.D. Juan Basilio Catacora, D. Buenaventura Bueno, D. José María de los Santos Rubio, y D. Francisco Diego de Palacios. Por la tarde se reconocieron en las tropas del Ejército con las solemnidades, y aparato necesario el Sr. Teniente Coronel y Sargento Mayor que son Don Juan Pedro Indaburu, y Don Juan Bautista Sagárnaga, cuyas patentes expidió el muy Illtre. Ayuntamiento en virtud de sus facultades. Los S.S. de la Junta Tuitiva salieron a sus galerías, y derramaron mucha cantidad de dinero al Pueblo.

Martes 25

Hoy antes del día se retiró el Sr. Obispo a una hacienda de valle, por providencia del Cabildo, porque así convenía. Se quemaron en media plaza como a horas once todos los expedientes de deudas fiscales que mandó cancelar el M.I. Cabildo. Se reconocieron en las Compañías algunos oficiales, los que debían ocupar sus respectivos puestos, nombrando sujetos de aptitud para el Ejército. Todo lo que se dice en este Diario se ha cumplido con puntualidad, y momentáneamente se va tomado toda precaución de orden, defensa y seguridad de la Patria. Sabemos que los indios se hallan tranquilos, y contentos con el sistema de esta ciudad: Se han presentado muchos Caciques, e indios principales de los diferentes Partidos de esta Provincia al Illtre. Cabildo y Junta, y ofrecen todos unánimemente defendernos en número de doscientos mil de su gente más lucida y aparente para la guerra.

Domingo 30

Desde el día 25 hasta el presente no ha ocurrido novedad particular. Se han ido tomando providencias relativas al mejor orden del gobierno. Hoy se ha celebrado en la Iglesia del Carmen una misa solemne con sermón que predicó F. Juan de Dios Delgado, Regente de Estudios del Orden de S. Francisco: asistieron ambos cuerpos, y toda la oficialidad. Se juró por Patrona de las Armas a la Virgen del Carmen, y por la tarde se ha hecho una procesión magnífica con asistencia de todas las Religiones, y vecindario: Parece que no se ha visto función más solemne. Por la noche llegó el correo de la vereda de Buenos Aires al que se ha recibido con mucho agrado, porque tenemos noticia de que la Ciudad de la Plata ha adoptado el sistema e ideas de está.

Tomado de: Diarios de la Revolución del 16 de julio de 1809. La Paz, Gobierno Municipal de La Paz, 2008.

Este volumen es el primero de la Biblioteca Paceña que el Gobierno Municipal de La Paz editó como Colección del Bicentenario de la Revolución Libertadora del 16 de julio de 1809.

*Publicamos el diario del presbítero Francisco Xavier Iturri Patiño, protagonista de la Revolución del 16 de julio de 1809 y miembro de la Junta Tuitiva, quien relata los acontecimientos de los primeros días de esa gesta libertaria.

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