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Periodistas de ayer y de hoy*

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Sobre los periodistas —lo decimos con apremio— debemos tomar siempre en cuenta lo dicho por Luis Espinal Camps, el cura mártir: Los periodistas —señaló— vendemos nuestra fuerza de trabajo, pero no nuestra conciencia, aunque nos la quieren comprar.

Sin embargo, una parte de la realidad contrasta con el consejo de Espinal, la que ilustramos con “testimonios”, a pesar de que nos lastiman:

 —Un joven asistió a una prueba de redacción periodística, a la que convocó el entonces diario Presencia, de los obispos católicos. El encargado del examen le propuso al postulante que escriba un artículo sobre Dios, éste le respondió: en favor o en contra. Ante esa “réplica” inesperada, el examinador le dijo: venga a trabajar mañana.[1]

—Una docente de la carrera de Comunicación de la Universidad Amazónica de Pando —avisada de que en Cobija existían periodistas que trabajaban para el Prefectos y otro para el Alcalde— en una de sus clases les dijo a los estudiantes: tengan siempre en cuenta que en nuestro trabajo periodístico debe estar presente, todos los días, la ética. Uno de esos estudiantes le respondió: “La ética no se come”.[2] 

—Un asesor de prensa del Presidente, días antes de la edición del primer número de Liberación —diario del gobierno que duró 20 días en el mercado— y luego de que el primer mandatario dijo que él sabía que en la redacción de ese matutino había redactores de la derecha, el asesor le respondió: Evito, los mismos periodistas que antes escribieron en su contra, ahora van a escribir en favor de usted.

—Otro periodista, casi veterano que circula en los medios actuales— en una charla con amigos nos dijo: Antes de firmar un contrato de trabajo en un medio, a los dueños, les pregunto contra quiénes no hay que escribir.

—Un periodista y profesor potosino realizaba las primeras entrevistas como nuevo corresponsal de una radioemisora paceña: una persona al despedirse, luego del diálogo periodística, sin titubeos, le preguntó ¿y cuánto le debo? Nada porque ese en mi trabajo, a mi me pagan los dueños de la radio. Ante ello, esa persona que había sido entrevistada, le dijo a su vez al reportero: es que el anterior corresponsal de su radio me cobraba por las entrevistas.

—Hace poco más de un mes, primero el diario El Día de Santa Cruz y luego el matutino Página Siete de La Paz, informaron que siete miembros y/o afiliados de la Federación Sindical de Trabajadores de la Prensa de la sede de gobierno (FSTPLP) recibían, cada uno de ellos, Bs1.800, por mes, como retribución a un trabajo en una radioemisora de esa organización sindical que funcionó clandestinamente y que ahora está cerrada. Ante la evidencia, el actual secretario Ejecutivo de la FSTPLP, requerido por colegas de medios como Erbol, admitió que sí reciben ese pago, hace varios años, de una institución creada por los gobernantes en funciones.

—Como remate, una “definición” difundida, especialmente, en Ecuador: Periodista es aquel que la mitad de su tiempo habla de lo que no sabe y la otra mitad de su tiempo calla lo que sabe.

Creemos no tener los “achaques” intelectuales de los abuelos, de los que consideran que todo lo de su tiempo fue mejor. En el campo de los mensajeros la cuestión no es generacional, aunque cada generación tiene luces y sombras. Sin embargo, tenemos la certeza de que en este tiempo son más las sombras entre los mensajeros, en parte porque en esta era de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación TIC y de las redes sociales muchísimos son periodistas o creen serlo, por lo que Ramonet tiene razón cuando dice que los periodistas de viejo cuño (como el que esto escribe) son o somos una especie en extinción[3].

Los periodistas, para el nuevo y urgente periodismo popular y alternativo que proponemos, deben tener las cualidades que han planteado, especialmente, el colega Gabriel García Márquez, nuestro maestro, en varios de sus trabajos periodísticos y, especialmente, en un discurso suyo ante la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) que se conoce con el título de: “El mejor oficio del mundo”, en el que destaca que el ejercicio del periodismo, “contar cosas”, debe ser ético.[4]

También debemos aprender de otro maestro de nuestro oficio, Ryszard Kapuściński, quien dejó escrito, con letras de fuego, que “los “cínicos no sirven para este oficio (periodístico, agregamos) y, de manera especial, debemos recoger de él “Los cinco sentidos del periodismo”.[5]

De Luis Espinal Camps, más nuestro porque gastó su vida por, con y para nosotros, particularmente sus criterios sobre un “periodismo de clase”, que no debemos aspirar a ser periodistas independientes y que tenemos que ser vigías del pueblo.[6]

*Fragmentos de una ponencia sobre periodismo alternativo y popular en tiempo de reformas en Bolivia, del Editor de Aquí virtual.


[1] Esta anécdota fue difundida en la revista Siete Díaz, editada en Buenos Aires (Argentina), los años 70.

[2] La colega pandina y boliviana refirió ese pasaje en una taller organizado por la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), los primeros del actual gobierno.

[3] Esta frase feliz del Director de Lemonde Diplomatique en español, en un contexto y más desarrollada esta en su libro: Tiranía de la comunicación.

[4] Ver los trabajos periodísticos de García Márquez publicados en el semanario Aquí 161, 162 y 163 en: www.semanarioaquí.com 

[5] Ver varias versiones en Internet, entre éstas, resúmenes de este y otros libros del periodista polaco.

[6] Luis Espinal Camps: Callar es lo mismo que mentir, hay dos ediciones impresas en el país. Asimismo en PDF, ver: www.semanarioaquí.com  

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