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Periodistas defienden secreto de fuente periodística antes y ahora

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secreto de fuente informativa

Redacción de Aquí

Han pasado casi dos meses desde que el presidente Juan Evo Morales Ayma, a su retorno de La Haya, el 16 de abril, tras presentar la Memoria a la Corte Internacional de Justicia, calificó de prochileno al periódico La Razón y de haber hecho “un daño al pueblo boliviano” con la publicación del artículo “De cómo en la demanda marítima triunfó la idea de los ‘actos unilaterales’”, difundido en el suplemento Animal Político, de ese matutino, el domingo 13 de abril del presente año.

El artículo sólo da detalles de cómo se elaboró la “Solicitud para instaurar procedimientos ante la Corte Internacional de Justicia”, documento presentado por el canciller Choquehuanca el año pasado (24 de abril del 2013), es decir, que en esa publicación, criticada por el Presidente, no se dice nada de la Memoria presentada en La Haya.

A raíz de esa intervención del Presidente, ocasión en la que añadió donde además que “Los abogados verán qué acciones tomar…”, el Procurador General del Estado, Héctor Arce Zaconeta, planteó una denuncia ante la Fiscalía, el 22 de abril de este año, contra los periodistas Ricardo Aguilar Agramont y Claudia Benavente, por la comisión de presuntos delitos de espionaje y revelación de secretos de Estado. Allí culpa, al primero, de “espía” y, a la segunda, de “cómplice”; demanda con la que ambos son notificada, por la Fiscalía, el 7 de mayo. Además de calificarlos de “espías”, se le ordena al periodista Aguilar Agramont el levantamiento del secreto de imprenta y revelar la fuente del reportaje, orden que vulnera lo dispuesto por la Ley de Imprenta y la Constitución Política del Estado.

Hasta este momento, las autoridades gubernamentales acusadoras no han señalado cuáles serían las revelaciones de aquel artículo que habrían dañado al pueblo boliviano. Más todavía: el Canciller dijo hace poco que la demanda, presentada en el tribunal de la Haya es una invitación “a través de la Corte Internacional de Justicia, a dialogar y resolver, de manera pacífica, de buena fe, de manera significativa y oportuna, el derecho de Bolivia a tener un acceso soberano al Océano Pacífico.” Entonces, ¿qué puede haber en el artículo si la estrategia del gobierno es “invitar a dialogar” al gobierno de Chile?

El secreto de fuente, bien conservado por el periodista Ricardo Aguilar Agramont, por lo que sabemos, está fortalecido por numerosas muestras de apoyo a su decisión; comportamiento que, en tiempos de dictaduras, fue asumido también por otros colegas, por mujeres periodistas que no se sometieron al autoritarismo de esos tiempos, en los 1os que la prisión estaba a la orden del día.

A continuación copiamos testimonios de dos periodistas, del tiempo de la dictadura militar y fascista (años 70) de Hugo Banzer Suarez publicados en: “Llave para la memoria, testimonios y vivencias, 40 años del Círculo de Mujeres Periodistas de La Paz, 2013. http://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/10698.pdf. Las negrillas son nuestras.

María Angélica Kirigin, detenida en el Gran Cuartel

“Era una época complicada para hacer periodismo. Cierto día (de 1974), cuando tenía que validar una noticia, fui detenida en el Gran Cuartel de Miraflores. Luego de dejar mi cédula de identidad y mi credencial, y después de dar unos pasos, fui prácticamente suspendida en el aire por dos soldados que me llevaron a ser interrogada en el Departamento Tercero. Un oficial con lentes muy oscuros me preguntaba una y otra vez, machaconamente, sobre mis fuentes de información. Yo no hablaba, no decía absolutamente nada. Me negaba a dar nombres y detalles sobre mis fuentes de información. Horas más tarde, apareció un periodista de Presencia, amigo de mi padre, quien me dijo: —Bueno, vamos a ver la forma de que salgas, pero no es nada fácil, tienes que dejar esta fuente de información de manera definitiva, no te quieren ver acá. Salí después de muchas horas. En casa, encontré a mi madre llorosa y a mi padre muy angustiado. Al día siguiente, un editorial del escritor y ensayista Augusto Céspedes (en el periódico Hoy) alentó nuevamente mi espíritu periodístico y mi afán en la búsqueda de la información, pero tuve que renunciar a esa fuente de información.”

María Eugenia Verástegui, garantizaba la reserva a sus fuentes

“En ese mismo mes, enero de 1974, la situación política del país era cada vez más delicada. La resistencia de diferentes sectores de trabajadores al gobierno y el evidente malestar dentro de las Fuerzas Armadas obligó al gobierno a dictar el estado de sitio. En esa atmósfera, el gobierno enfrentó con éxito la sublevación del regimiento Tarapacá acantonado en El Alto.

Posteriormente, en noviembre, logró controlar también la sublevación del regimiento Manchego en Santa Cruz. Ante el rechazo y el desorden que se veía venir, declaró prohibidas las reuniones públicas, las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos. Muchos dirigentes salieron al exilio y otros fueron residenciados en Puerto Rico, Pando. Todavía conservo la imagen de esos dirigentes en el aeropuerto militar, subiendo al avión que los llevaría a su nuevo destino.

Con esas medidas, la posibilidad de recoger información diferente a la oficial, que era entregada mediante boletines informativos por las oficinas de relaciones públicas de los ministerios, se restringía inevitablemente y nuestras fuentes se iban cerrando.

Era el tiempo en el que recordaba lo que Albert Camus, el escritor francés, decía: “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad nunca será otra cosa que mala”.

(…)

Poco después, en junio de 1977, empecé a trabajar en el periódico Hoy, donde se me asignó la cobertura informativa de las Fuerzas Armadas, justo en el momento en el que el malestar de los mandos medios militares, por las acciones del gobierno, iba creciendo. Los periódicos de la competencia tenían periodistas expertos, asignados a esa fuente, lo que me significaba un doble trabajo para evitar las “patadas”. Tuve la suerte de conseguir el mejor de los contactos que me proporcionaba información confiable y de primera mano, con la garantía de la reserva de fuente. Gracias a eso, muchas veces se abrió la edición de Hoy con noticias exclusivas de ese sector. Éste ya era el periodo terminal del gobierno de entonces, cuya agonía estuvo plagada de golpes y contragolpes militares. Recuerdo todavía alguno de esos hechos vividos desde el trabajo periodístico.”

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