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Ante la quiebra de las políticas del gobierno y su oposición es necesaria otra política, la política revolucionaria de la clase obrera

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Argentina

Con los cortes de luz se repite una constante del gobierno. Conoce desde hace mucho tiempo que las empresas no invierten, no hacen mantenimiento, no renuevan los equipos, conoce cuáles son las zonas, los barrios más vulnerables del sistema de distribución de energía, y sin embargo deja que la situación explote para ver cómo intervenir. Y aún así, con los enormes daños que se han producido todavía tiene dudas sobre qué hacer.

Que las privatizaciones de Menem fueron un gran negociado se supo desde el principio. No hay nada para descubrir. El gobierno de Kirchner se negó a reestatizar los servicios vitales que fueron entregados a monopolios privados. Acata la orden del capital financiero internacional de que el Estado no se haga cargo de empresas, aunque sean esenciales para la sociedad y se encuentren en riesgo.

El gobierno nacional y los gobiernos provinciales son responsables. Conociendo la gravedad del problema debieron intervenir anticipadamente. Manejan los organismos que controlan el servicio y cuentan con directores en las empresas, si no tomaron medidas antes son responsables y cómplices por todo lo sucedido.

Decenas de miles de vecinos quedaron sin luz, algunos por cortes temporarios, muchos durante varios días, con jornadas de calor insoportable, numerosos edificios sin agua, sin ascensores, etc.

La reacción inmediata fue los cortes de calles y avenidas, piquetes cortando el tránsito para reclamar la atención inmediata de las empresas para que restablezcan el servicio y del gobierno para que se haga cargo del problema. El gobierno, como las empresas, se echaron culpas y esperaron a que bajara la ola de calor y que comenzara la época de vacaciones para que volviera la normalidad. Bajaron las temperaturas, comenzaron las vacaciones, pero siguen los cortes…

Lo que hace subir aún más la temperatura, el malhumor y la bronca popular es la inflación que se disparó al nivel más alto de los últimos 20 años, empujada por el aumento del transporte, los alimentos y los combustibles, haciendo retroceder fuertemente el poder adquisitivo de nuestros ingresos.

El gobierno es incapaz de dar respuesta a este problema central y sólo ensaya algún acuerdo de precios que sabe de antemano que fracasará, para tratar de mostrar que algo intenta hacer. Su propia política alimenta el fuego inflacionario. El gobierno se negó a la reapertura de paritarias y rechazó todo lo que pudo la exigencia de pago de adicionales para fin de año. Su pretensión de bajar las expectativas inflacionarias del año y condicionar a la baja la próxima negociación paritaria ha fracasado.

La respuesta popular es insuficiente ante la magnitud del ataque a las condiciones de vida que estamos sufriendo. La pobreza sigue creciendo, solo un 10% de la población tiene ingresos por encima de lo que cuesta la canasta familiar. Según el Indec alrededor de 18 millones de personas, el 60% de la población, no ganan más de $3.200. No alcanza con los piquetes y los cortes de calles. Es necesario generalizar la lucha y darle una perspectiva política.

La clase obrera debe irrumpir con su propia política para tirar por la ventana todas las miserias, incapacidad, corrupción, parasitismo e impotencia de la burguesía en el gobierno y en la oposición.

Las CGTs siguen borradas, la oficial y la opositora, ninguna acción para unificar y centralizar los reclamos frente a una situación cada vez más crítica. Su preocupación está centrada en las negociaciones políticas y cómo defender las prebendas que supieron conseguir. Nada hay que esperar de ellas.

Es necesario confiar en las propias fuerzas y en la autoorganización desde las bases para pelear por todos nuestros reclamos, empezando por el salario y la jubilación que alcance como mínimo a lo que cuesta la canasta familiar, actualizado mes a mes.

Pero también es necesario dar una respuesta a problemas como el de la energía eléctrica, que la burguesía en general está incapacitada de resolver.

Todo el sistema, desde la generación, hasta el transporte y la distribución debe ser nacionalizado, colocado bajo monopolio estatal y bajo control obrero colectivo.

Todos los recursos de la Nación deben ser puestos al servicio de resolver los principales problemas de la población. Ni un dólar más para pagar deuda externa, ni dividendos, ni gastos suntuarios. Basta de entregar todos los recursos naturales y financieros al imperialismo.

De: “Masas” No.283, enero 2014, POR-Argentina

Masas 2343, Órgano central del Partido Obrero Revolucionario (POR). 07/02/2014

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