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Ilusión y temor luego de pacto entre gobierno y policías bolivianos

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PL
El acuerdo alcanzado en la madrugada de hoy entre el gobierno boliviano y policías amotinados desde hace una semana devuelve la esperanza de que todo volverá a la normalidad en el país, aunque algunos todavía son escépticos. Los agentes de baja graduación deben abandonar sus posiciones de fuerza y regresar a sus labores habituales tras la firma del convenio, anunciada por los participantes en el diálogo.
Sin embargo, muchos aún se mantienen recelosos, porque en la madrugada del domingo anterior las partes también firmaron un acuerdo y los acuartelados no lo aceptaron, tras lo cual radicalizaron sus posiciones e iniciaron marchas de protesta por la capital, sobre todo.
En la mañana del lunes tomaron la Plaza Murillo, donde se encuentran el Palacio de Gobierno, la Asamblea Legislativa y la Cancillería y la emprendieron a golpes con representantes de los movimientos sociales presentes en el lugar.
Los manifestantes exaltados desfilaron frente a la sede de los ministerios de Gobierno y Comunicación en actitud amenazante y golpearon a periodistas de varios medios, a los cuales consideraron al servicio de instituciones estatales.
Por ahora, solo una parte de quienes salen temprano a sus labores habituales confían en que la revuelta llegó a su fin, en tanto otros creen que los amotinados encontrarán un motivo adicional para mantener su actitud, según programas radiales en los cuales participa directamente la población. Incluso, unas palabras de la representante de los sublevados en las negociaciones, Esther Corsón, deja entrever la posibilidad de que se mantengan las posiciones de fuerza: "no hemos negociado la renuncia del Comandante General (el coronel Víctor Maldonado), porque no estaba en la agenda".
Finalmente, los amotinados consiguieron un aumento de 100 bolivianos (15.5 dólares) a su salario básico y la abrogación de la Ley 101 de Régimen Disciplinario.
Desde el inicio de la movilización, el jueves anterior, los revoltosos pidieron que se igualara su salario con el de las Fuerzas Armadas, jubilación con el último sueldo y la derogación de la referida ley.
A medida que pasaron los días agregaron otras peticiones, entre ellas la mejora de sus condiciones de trabajo y de vida e insistieron en que los involucrados en los hechos vandálicos no fueran castigados.
Muchos de los protagonistas de la revuelta quemaron colchones, computadoras y muebles durante los días que duró la sedición, en una actitud que censuró el presidente Evo Morales en una de sus presentaciones públicas.
Durante los días que duró el motín policial, solo las instituciones vinculadas a la policía suspendieron sus labores, en tanto el resto del país continuó su ritmo normal, entre ellas las entidades financieras y bancarias.

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