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Luis Espinal Camps (Recordatorio)

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El 4 de febrero de 1932, nace en Fruitos del Bages, España.

 En agosto de 1949 ingresa a la Compañía de Jesús, se ordena sacerdote en julio de 1962, en Barcelona.

Llega a La Paz el 6 de agosto de 1968, en 1970 se hace boliviano, en los años de 1969- 1970 es crítico de cine en el periódico católico “Presencia”.

En canal 7 TVB produce el programa “En Carne Viva”. Desde 1971 trabaja en radio Fides hasta el día de su muerte. Es cofundador de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB).

Entregamos a la Cinemateca Boliviana dos capítulos de su programa; “En carne Viva”, “Prostitución”, “Alcoholismo”, conjuntamente el gerente de T.V.B. Canal 7, Julio Barragán, don Oscar Soria G. y Guillermo Aguirre. Yo revisé el material y fueron además entregados más de 360 películas del Instituto Cinematográfico Boliviano, en 16mm.y 35mm color, al entonces encargado de la Cinemateca Pedro Susz K., los años 80.

En 1976 Es el encargado de continuidad en la película “Chuquiago”. La foto corresponde al cuarto capítulo del film: Patricia.

En diciembre de 1977, las mujeres mineras: Aurora de Lora, Luzmila de Pimentel, Nelly Paniagua y Angélica de Flores sostienen una huelga de hambre de 19 días, le tuercen el brazo a Banzer, se logra la amnistía irrestricta para los presos y para los exilados, y vuelve la Democracia. Espinal, junto a Albó, Domitila Chungara y otros mantiene la huelga de hambre en instalaciones del diario católico Presencia.

1979 se lo nombra director del semanario “Aquí”

El día 22 de marzo de 1980, es torturado, asesinado, en el Matadero Municipal de La Paz.

Muere, asesinado y torturado nuestro mártir a la edad de 48 años.

Lucho escribía: “Sería una torpe Iglesia del Silencio la que callase por miedo a perder el último resto de sus antiguos privilegios, si se callase por cobardía y falsa prudencia.

Por fidelidad a Cristo la iglesia no puede callar.

Una religión que no tenga la valentía de hablar en favor del hombre, tampoco tiene el derecho a hablar en favor de Dios”.

Han pasado 34 años de su asesinato y sus palabras son más actuales que nunca. Las nuevas generaciones tienen que recordar que las libertades de las que gozan fue una conquista de los verdaderos hombres con sotana, la amnesia cultural hace que se olviden a nuestros mártires de la liberación nacional.

A continuación, extractamos el articulo de una parte del libro Barbie-ALTMAN de la Gestapo a la cia” del periodista Carlos Soria G. Páginas 148-149-150-151-152-153-154 Sobre su asesinato en el Matadero:

“El diario conservador “Los Tiempos de Cochabamba, en su revista dominical “Facetas”, ha publicado el 23 de marzo último, este relato estremecedor que no obstante su forma literaria está a poyado en la versión de uno de sus verdugos que participó directamente en el hecho y posee un alto valor testimonial.”Los Tiempos” ha dicho en nota de redacción que los nombres tanto del redactor como del informante, se mantienen en reserva por obvias razones de seguridad. Este es el documento:

Mientras en la ciudad de Cochabamba, en la Escuela Superior de Guerra, bajo la supervisión de asesores del Ejército argentino, se estudiaban uno por uno, todos los detalles para la toma del poder; y una eventual guerra civil, un grupo de agentes civiles del Servicio de Inteligencia Militar, a órdenes del mayor Javier Hinojosa, está dando los primeros pasos, para cometer uno de los crímenes políticos más horrendos de nuestra historia.

—Buenos días mi coronel, aquí LINCE”

—Buenos días, novedades

—Nada Lucho, ese cura tiene pacto con el diablo, ya se nos ha escurrido tres veces. Por suerte, parece que no sospecha nada. Sigue tranquilo su rutina. Estamos actuando con mucha inteligencia y calma, para asegurar el éxito.

—Hechos y no palabras. Quiero que cante su última misa.

—Es su orden mi Coronel.

Lo primero que sintió el preso al recobrar el conocimiento, fue una sensación de frío intenso, un agudo dolor de costado. El insufrible dolor que le producía un fuerte jalón de sus cabellos le hizo comprender que sus secuestradores trataban de ponerlo de pie. Hizo un gran esfuerzo para incorporarse, pero sus músculos y sus huesos no obedecían a su voluntad. Abrió los ojos y vio dos hileras de cuartos de res que pendían de sendos ganchos de hierro, colgados de rieles paralelas.

—Cura degenerado, se acabaron los golpes, ahora empieza la técnica. Es tu última oportunidad de morir sin mayor sufrimiento, dime ¿Quién o quiénes están buscando informaciones sobre la pichicata?

Preguntó el comisario Moscoso.

El prisionero, con voz entrecortada respondió:

—Todos, todos los bolivianos. Todos los periodistas. Todo el mundo quiere saber la verdad.

—Nombres carajo, si tú sabes que son todos, de esos todos danos diez, cinco, dos nombres. Queremos nombres de esos traidores que llevan mentiras en tu pasquín...Comienza, di un nombre o te reviento los huevos.

—No soy delator. Analizo el grado de credibilidad de la noticia. Verifico algunos datos, y recién permito que se publique.

El petiso Ramírez, poniéndose de cuquillas, junto al detenido, con voz engolada, comenzó a decir:

—Sepa usted que yo soy muy sagaz. Acaba usted de decir que verifica algunos datos, bien ¿Cuáles de esos datos ha verificado usted?

—Bueno, personalmente he visto entrar dos grandes camiones con coca al regimiento que está en Guabirá, tengo fotografías, y los fardos de coca no estaban siquiera cubiertos con una carpa. Cuando cargaron la coca en Montero, se les tomó fotos, hay sargentos, soldados, choferes. Tengo también fotografías tomadas en Coripata, en Unduavi, en las trancas de El Alto, a su paso por Cochabamba y en Santa Cruz en la carretera al norte, era un convoy de cinco “caimanes”, camiones militares, estaba conducido por un coronel y dos oficiales. Por todo, iban quince militares uniformados...

—¿Puede usted entregarnos esas fotos y decirnos quien las ha tomado?

—Sí. Sí esas fotos van a ser utilizadas para que el Ejercito investigue quiénes son esos militares y para que llevan la coca. Yo no puedo revelar quién me las ha facilitado.

Moscoso, Ramírez y el capitán Tito Montaño, dejaron al preso bajo la custodia de los Torres y se dirigieron a la administración del Matadero, para hablar por teléfono.

—Lucho, aquí Lince. Dice que hay fotos, desde Coripata hasta Santa Cruz; hay también otras metiendo coca al “Manchego”, no quiere dar nombres, está muy jodido pero no quiere dar siquiera un nombre.

—Eso del Manchego y los caimanees no es nuestro negocio, no nos importa. Hay que tratar de exprimirlo una hora más. Utilicen la técnica. Hay que tirarlo antes de las cinco. Déjeme descansar, me llamas mañana a las nueve. Cuidado no hagan nada más.

Fingiendo aprovechar la ausencia de los torturadores, Melquiades Torres Vilela, dirigiéndose al sacerdote prisionero, casi susurrándole al oído, le dijo:

—Padrecito, por caridad hable, diga todo lo que sabe, todavía no le han hecho casi nada, solo unos golpecitos. Yo estoy más asustado que usted por su vida. Soy devoto de la Virgen de Copacabana, tres veces he ido a pie hasta el Santuario, haga usted algo, hable, diga aunque sea mentiras; si a usted no le importa su vida piense en nuestras almas. Nosotros no estamos de acuerdo con tratar así a un padre, pero son órdenes superiores.

—Hijo me estoy muriendo, puedes darme un poco de agua.

Imposible padrecito, hable usted y le vamos a dar todo. Vamos a llevarle a una clínica para que lo curen. Déjenos descansar y descanse. Usted hable por favor, ya vienen los jefes...

—Moscoso volvió a hablar.

—Oiga usted infeliz, no nos interesa sus fotos, necesitamos nombres, nombres direcciones, datos precisos, hable rápido. ¿Quiénes tomaron las fotos?

—No sé.

—¿Quién  se las entregó a usted?

—No le voy a decir.

Moscoso, fuera de sí, después de aplicar un violento puntapié al cuerpo del sacerdote ordeno:

—Jaime, métale corriente hasta que se le incendien los huevos, tiene que hablar.

El preso sintió su cuerpo atravesado por miles de agujas. El frío se transformó instantáneamente en calor. Todos sus sentidos se confundieron. No podía darse cuenta si de su reseca garganta salían gritos o gemidos, si brotaba sangre a baba. Después de un prolongado vacío, lentamente fue percibiendo el minimundo que lo rodeaba. Otra vez y dolor. Los interrogantes rostros de Jaime y de Melquiades.

Ramírez volvió a preguntar:

—Curita, comienza con un nombre, con el de tu espía en el que tengas menos confianza, de ese cara de indio, de ese gordito. Ellos no aguantarían ni cinco minutos y hablarían todo. Para qué vas a seguir ocultando. Nosotros somos dioses, hacemos milagros, podemos hacer hablar a los mudos, ver a los ciegos, oír a los sordos. Estos seis mil voltios de la picana son capaces de hacer cantar a los muertos. Mírala viejo, es industria argentina.

—¿No le da pena torturar a un hombre?

—Nada de sermones carajo. Tengo todos los métodos para hacerte hablar. Quiero nombres, nombres cura cabrón, nombres...

El preso perdió el sentido, sus músculos se relajaron y su respiración entrecortada apenas podía percibirse. Ramírez, dirigiéndose a Torres dijo:

—Se está haciendo el desmayado este hijo de puta, dale otro toque con la picana.

El cuerpo del sacerdote, se contrajo como un resorte y se estiro violentamente. Un chorro de sangre le brotó por la nariz. Es un caso perdido, no va hablar el desgraciado. Quédate un rato voy a dar parte al jefe.

Dijo Ramírez, al tiempo que guardaba en un estuche, un juego de pinzas y al picana eléctrica.

Volvió a reinar el silencio en el helado galpón del matadero. Cuando recobró el sentido el prisionero, percibió la imagen del Mayor Hinojosa, que con un cigarrillo en los labios hablaba.

—Padre créame que siento todo lo que pasa, yo no sé cómo ha sido sorprendido por los extremistas para aceptar dirigir un pasquín que calumnia a la Fuerzas Armadas. Las informaciones que le han dado no han sido confesiones ante un sacerdote, no violaría usted ninguna norma ética, moral ni la santidad de su magisterio, indicándonos quienes le han facilitado las informaciones para tal o cual otra información. Por última vez, Padre le ofrezco la vida, voy a pedir a mis superiores que le permitan salir del país, una vez se restablezca usted de salud: Quiero que me haga un favor, soy soldado y debo cumplir las órdenes que recibo, dígame, ¿quiénes están investigando la presunta participación de algunos jefes en el narcotráfico?

El prisionero no respondió. Su respiración acelerada se cortaba por instantes bruscamente, agonizaba...

El Mayor Javier Hinojosa, miro su reloj. Observo atentamente el cuerpo que tenía sus pies y ordeno:

—Súbanlo al jeep. Nos venció la hora.

Moscoso, Ramírezy los Torres, cogieron por las extremidades el cuerpo del prisionero y lo depositaron en la parte trasera del jeep.

Hinojosa volvió a ordenar:

Torres gracias por su matadero. Cuide usted que no quede ninguna huella para cuando llegue su personal.

—Mi Mayor, por favor, que se quede mi capitán Montaño. Muchas veces hemos pasado chupando toda la noche en la administración y el personal está acostumbrado a vernos...

—Bien. Tito, si quieres quédate. La misión está cumplida y solamente falta botar la basura. Chau. No chupen. Cuidado...

El jeep se detuvo al borde de la polvorienta carretera. Torres y Moscoso, sacaron el cuerpo agonizante y lo arrojaron en la cuneta, Ramírez informo:

—Está todavía vivo mi Mayor.

—Mátelo rápido carajo.

Tommy, verifique si ya está tieso ese cura.

—Muerto jefe.

—Por si acaso métele dos o tres tiros de gracia.

 —Listo jefe.

—Súbanlo, yo conozco bien estos cerros, vamos a botarlo más arriba.

Desde las alturas de Achachicala, la ciudad parecía estar cubriéndose con un tenue velo que opacaba las luces, como queriendo ocultarse de la mirada de los asesinos. Hinojosa, frenó el jeep y dirigiéndose a sus hombres dijo:

—Muy bien muchachos, les felicito, que sea la última vez que se habla de esto. Por ningún motivo nadie debe decir, nunca más una sola palabra. Es mejor no recordar. Hemos servido a la patria y con eso basta. Melquiades, bájese y búsquelo a Auza, nos hemos olvidado de ese borracho. Usted y él deben de estar a las ocho y media en el cuartel. Hasta luego.

A las nueve de la mañana, el coronel Luis Arce Gómez recibió el parte militar correspondiente del operativo realizado durante la noche. El grupo “Alfa”, había secuestrado, torturado y asesinado, al sacerdote jesuita Luis Espinal Camps. No obtuvieron las informaciones que buscaban. La víctima llevaba en el momento de su secuestro documentos sin valor alguno, sus escasos apuntes personales en su libreta, no dieron pautas para nuevas detenciones. El caso quedaba cerrado.

Cuando el Mayor Hinojosa le explicó al coronel Julio César Durand, el estratega argentino enviado por el gobierno de Videla, el desarrollo de todo el operativo, éste demostró gran satisfacción, felicito al jefe del grupo de tarea y le dijo que dictaría una conferencia, para que los jefes del Estado Mayor, asimilaron algunas enseñanzas.

El “Sindicato de coroneles” Recibió la noticia con satisfacción. No se podían ocultar los hechos, había que aterrorizar para que nadie hablara, Carlos Rodrigo Lea Plaza, Faustino Rico Toro, Alberto Gribowsky, Arturo Doria Medina, David Fernández Vizcarra, Luis Cossío Viruez, Carlos Helguero, Freddy Quiroga, Ramiro Terrazas felicitaron al coronel Arce Gómez, por el éxito. La operación, era una victoria psicológica sobre el enemigo interno. Nadie osaría mellar el “prestigio” de las Fuerzas Armadas. Se impondría el silencio. El camino al poder estaba despejado para estos ahijados de la cocaína.

Este horrendo crimen se produjo poco más de un mes, después de que Klaus Barbie formalizara oficialmente su colaboración con Arce Gómez atreves de la suscripción de un “Acta de Lealtad”.

Este es el “wistu” documento:

Hoy, más que nunca las nuevas generaciones tienen que conocer estos hechos, un pueblo sin memoria es un pueblo que puede perderse en su propia amnesia. En otro libro de la época de don Aníbal Aguilar Peñarrieta, encontré:

DETALLE


17 ORIFICIOS DE BALA EN UNA HOJA DE LOS FORENCES

Los médicos forenses y representantes del Colegio Médico y representante jesuita, en su autopsia del mártir padre Luis Espinal c. Firmaron el documento:

1.-Orificio glúteo derecho- 2.- Orificio región trocantérea- 3.-Orificio reborde costal-4.- Orificio costo lateral derecho- 5.- Orificio región dorsal derecha- 6.- Orificio Borde interno de la escápula- 7.-Orificio media dorsal- 8.- Orificio región branquial derecha- 9.- Orificio región branquial tercio superior del lado derecho- 10.- Orificio región glúteo izquierdo- 11.-Orificio Cresta iliaca izquierda- 12.- Orificio región espina iliaca antero-superior izquierda- 13.- Orificio Línea media derecha- 14.- Orificio de la línea media- 15.-Orificio reborde costal derecha- 16.- Orificio región femoral izquierda- 17.-  Orificio a 52 centímetros del suelo derecho.

Como se lee en la pág. 198 del libro fraudes, terrorismo y cocaína desde el poder caso Bolivia de don Aníbal Aguilar Peñarrieta:

Me llama la atención el número de orificios de bala encontrados en el cuerpo del Padre Luis Espinal, (17 en la hoja del informe forense), la fractura del esternón, el estallido del riñón derecho, el estallido del hígado y tres perforaciones en el estómago. Firman los siguientes profesionales. Doctor Félix Romano, médico forense; Jorge Dorado de la Parra, Colegio Médico Nacional; doctor Pastor Sangüeza, perito de parte; Luis Palacios Saravia, delegado de la Compañía de Jesús; doctor Rolando Costa Arduz, médico forense; doctor Fernando Paz Pacheco, Colegio Médico Departamental. En La Paz, Hrs. 22:30 del día 22 de marzo 1980. Según consta en el documento

Se establece su asesinato: Por hemorragia aguda por múltiples lesiones esquelético viscerales.

El autor del libro:fraudes, terrorismo y cocaína desde el poder caso Bolivia de don Aníbal Aguilar Peñarrieta, arriesgando la vida, de él y su familia, colocándole un artefacto explosivo en su domicilio, poniendo en riesgo a su familia, el valiente abogado formalizó querella criminal contra Luis Arce Gómez y Guido Benavides, el 14 de mayo de 1980.

Ya en el día 8 de marzo de 1979, ese abogado, le había iniciado un juicio de responsabilidades al entonces presidente Hugo Banzer;a su ministrodel Interior, Juan Pereda Asbun y a los embajadores Guillermo Gutiérrez Vea Murguía y Adalberto Violand.

Don Lucho sufriste mucho, ahora estás cuidándonos desde el cielo de los pobres, se ensañaron contigo. Con tu valiente actitud no concediste nada, no delataste a nadie.

Hoy la derecha cavernaria y brutal se apresta a querer volver a gobernar tu país que te cobijó, ellos... No pasarán porque hemos dicho basta y nos hemos puesto a andar...

Hoy las Fuerzas Armadas dignas caminan junto a su pueblo, como nunca; la unión de los cuatro pilares: obreros, militares estudiantes e intelectuales, como los convocó el general Juan José Torres Gonzáles, asesinado también en la “larga noche” que tuvimos que soportar los que asumimos los principios de la liberación nacional, que hoy disfrutamos; un proceso, una evolución, en el camino del que tenemos derecho a recordar con cariño a los mártires que regaron con su sangre estos senderos de victoria. Patria o Muerte. Guille

Lucho, siempre vivirás entre nosotros, gracias por tu ejemplo.

Grupo “La Escalera”, marzo de 2014.

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