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Discurso inaugural de la Asamblea Extraordinaria de Obispos de Bolivia

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Iglesia Viva 19.08.20// Mons. Ricardo Centellas, Arzobispo de la Arquidiócesis de Sucre y Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, reflexiona sobre la conflictiva situación del país, durante el discurso inaugural de la Asamblea Extraordinaria Virtual de Obispos de Bolivia, la misma inició hoy, 19 de agosto y se prolongará hasta el 21 de agosto.

Discurso inaugural de la Asamblea Extraordinaria de Obispos de Bolivia

Bienvenidos hermanos Obispos a participar de esta Asamblea virtual para renovar nuestra vocación de servicio a la Iglesia en Bolivia.

Saludo fraternalmente al Cardenal Toribio y a Monseñor Angelo Accattino, Nuncio Apostólico.

Acompaño con mis oraciones la recuperación de nuestros hermanos enfermos y recuerdo la memoria de Monseñor Eugenio Scarpelini, como testimonio de servicio incansable a la transformación misionera de la Iglesia.

Siguiendo el nuevo Enfoque y Directrices de la Conferencia Episcopal estamos llamados a ser Testigos de Jesús en la transformación de la realidad, a partir de una experiencia sinodal que muestre con claridad la dimensión misionera de la Iglesia. Como pueblo de Dios convocados a caminar juntos asumiendo nuestras distintas responsabilidades en comunión, mostrando que somos comunidades abiertas a la interrelación y al hecho de responder a las necesidades más urgentes de nuestro pueblo. Anunciando la alegría del Evangelio para que nuestra pastoral sea sostenible en todo tiempo, más allá de las adversidades.  

Conflictiva situación del país.

Hay la necesidad de fortalecer el proceso democrático de nuestro país respetando la institucionalidad y las leyes que resguardan los derechos y obligaciones de todos los bolivianos. No se puede consolidar la democracia con actitudes de confrontación y destrucción. Hace falta recobrar un clima de encuentro y diálogo, con la verdad y la justicia para avanzar en nuestro desarrollo integral y no convertir al país en un campo de batalla para hacer sufrir a los más pobres que son la mayoría. Todos queremos participar en las próximas elecciones, pero no hay garantías de una elección transparente con el actual padrón electoral y menos con el silencio de la justicia con relación al fraude de octubre pasado.  Recobremos la credibilidad institucional.

La crisis económica se agrava día que pasa. Las necesidades básicas, como el hambre se agudizan, como consecuencia, exige tomar conciencia de un estilo de vida de austeridad y compartir, especialmente en el sector público. Redistribuir la economía boliviana con criterio de justicia social. Apoyar los emprendimientos pequeños y empresariales.

La pandemia ha desnudado la precariedad de nuestro sistema de salud. El desafío común es afrontar esta enfermedad en unidad y solidaridad, como ya hemos visto tantos gestos de generosidad en todo el país. No es el momento para aprovecharse de la situación en beneficio de intereses personales y políticos. Es la hora de mitigar el sufrimiento y el dolor de tantos hermanos, para reafirmar nuestro compromiso de proteger la vida y la salud en primer lugar. Sin salud no hay vida.

Estructurar una educación al servicio de la vida y no de ideologías. Que acompañe el proceso de crecimiento de la persona, potenciar sus capacidades para que sea capaz de luchar por una vida digna para todos, asumiendo la cultura digital a través de una educación tecnológica continua.  

Afrontar con esperanza y serenidad los graves problemas de Bolivia, requiere de una transformación en nuestros intereses y despojarnos de mezquindades y asumir el imperativo de un pacto nacional de unidad. La división sólo ahonda nuestra crisis. Estamos en la disyuntiva: o subimos al barco de la unidad para vencer; o sucumbimos en las ambiciones de poder y prestigio.          

Gracias.

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