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Infatigable trabajador de la memoria cultural de Bolivia

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Elías Blanco Mamani:

Carlos Soria Galvarro

Cuando las personas llegamos a una edad más que madura, solemos contar el tiempo ya no por meses ni años, sino por décadas o fracciones de siglos. En tal sentido, permítanme decirles por ejemplo, que el pasado año cumplí un medio siglo de vida consciente sobre el entorno político de nuestro país, la mitad exacta de ese tiempo como militante cotidiano al ciento por ciento de una organización política por medio de la cual pensábamos alcanzar la utopía, y la otra mitad como solitario batallador por la justicia, la democracia y la libertad, ejercitando básicamente las armas de la escritura. Decirles también que, con algunas intermitencias forzosas como el exilio o la clandestinidad, radico en La Paz hace casi cinco décadas, que tengo hijos con arriba de las 4 décadas y conozco a Elías Blanco Mamani, desde hace más de dos.

Déjenme decirles las circunstancias en que lo conocí.

A pesar de una declarada formación autodidacta, no obstante una pública y notoria carencia de “cartones académicos” fui docente invitado de materias periodísticas en la Carrera de Comunicación Social de la UMSA, durante tres lustros, es decir una década y media. En los primeros años estaba a cargo del Taller de Medios I (Prensa Escrita) y procuré dar continuidad a la aparición del periódico experimental Respuesta que en su primera edición había sido impulsado por mi colega Víctor Hugo “Pajarito” Sandoval. Se trataba de un periódico muy original, producido íntegramente por los alumnos del taller de Medios I y, en la mayoría de los casos, financiado y vendido por ellos mismos. Usábamos el recurso de las notas para lograr esta hazaña, pero casi siempre la tarea era realizada por los estudiantes con una inmensa y conmovedora alegría, pues percibían al periódico como una obra salida de sus propias manos. No exagero si les digo que por la manera de realizar este trabajo era muy fácil reconocer a los alumnos que realmente tenían aptitud y vocación de periodistas y a quienes sólo les preocupaba como se dice vulgarmente “vencer la materia”.

Con la certeza de que Elías Blanco Mamani estaba entre los primeros y había dejado alguna huella, me puse a rebuscar la montaña de papeles acumulados de mi época de docente y encontré por los menos 26 ediciones del periódico Respuesta, en doce de las cuales figuro como catedrático. En el resto están colegas como Roberto Cuevas, Remberto Cárdenas, Antonio Peredo e Iván Miranda, que alternábamos en diferentes cursos paralelos dada la gran cantidad de alumnos. Encontré también otros productos experimentales, numerosas revistas, todas únicas, es decir que aparecen una sola vez, como la que hicimos a partir de un sentido homenaje en vida al gran escritor Antonio Paredes Candia y también libros como el que ya con la materia Mención Periodismo, hicimos en ocasión de los 15 años de la Carrera. Con todo, es de lamentar que Respuesta no se haya institucionalizado y asimismo, es deplorable que no haya un archivo sistemático de estos materiales en la propia universidad. Desde ya casi otra década que dejé la docencia, no conozco la producción reciente que seguramente ha continuado con su variedad de matices y los registros de la forma en que los jóvenes perciben la cambiante realidad del país y del mundo. 

Lo digo con redoblada preocupación, puesto que al revisar la  trunca y por cierto incompleta colección que poseo, descubrí un gran valor testimonial de esos impresos. Expresan inquietudes, reflexiones y anhelos de los jóvenes en cada momento histórico. Vean sino los titulares de estos números de Respuesta de esas épocas tomados al azar.

Pero también al revisar estos papeles encontré conmovido muchísimos nombres que firman los trabajos publicados, ahora muy conocidos en el periodismo nacional o en otras actividades relevantes. Me atrevo a citar solo algunos, con el perdón de los que de  seguro estoy omitiendo, están por ejemplo : Edwin Herrera, Grover Yapura, Helen Alvarez, Marisol Murillo, Juan René Castellón, Miguel Lora, Alvaro Cuellar, Daniela Otero, Ricardo Zelaya, Miguel Pinto, Iván Sanjinez,  Gustavo Cardozo, Rubén Martínez, Marcelo Arce, Karina Herrera, Rogelio Pelaez, Jorge Juvenal Quispe, Erick Ortega, Gregory Beltrán, Gonzalo Rivera, Viviana Ariñez, Bernardo Poma, Ivan Bustillos, Gabriela Ugarte, Patricia Cusicanqui, Nelson Vila, Rolando García,  Rafael Alvis, Marcelo Rojas, Oscar Meneses, Edgar Pomar, Jaime Albarracín, Germanine y Daymira Barriga, Jerzy Maldonado, Melisa Ibarra, Alejandra Párraga, Oswaldo Candia,  y tantísimos otros y otras, entre ellos por supuesto está el nombre de Elías Blanco Mamani, cuya obra nos congrega esta noche.

Elías aparece con dos notas firmadas en el número 6 de Respuesta, de agosto de 1990, exactamente un año y dos décadas atrás. En su propio balance él data el comienzo de su trabajo, el año 1992 cuando salieron a la luz  sus artículos en el desaparecido diario Presencia. Ahí habría iniciado su caminar por las letras bolivianas, tarea que le ha dado la satisfacción de haber publicado ya una docena de libros. Quizá estas dos notas publicadas en Respuesta dos años antes, ya las haya olvidado, pero ahí están, como preámbulo de un recorrido promisorio.

La una se refiere al plagio, pues habíamos tenido, en el número anterior de Respuesta el caso de un alumno que transcribió un artículo del periodista Ramiro Duchén y lo publicó con su nombre. Recuerdo que yo quedé muy afectado por esa inconducta pues era doblemente deplorable, porque el artículo plagiado hablaba precisamente contra el plagio a raíz de un sonado caso ocurrido en la universidad cuando unos médicos publicaron como suyos unos textos de autor cubano. Como la cuestión estaba fresca, muy posiblemente discutí el tema con los alumnos del siguiente semestre, entre los que estaba Elías. Su artículo “El supremo acto de plagiar” de tono risueño se refiriere a casos célebres que involucran a García Márquez y Jorge Luis Borges, termina distinguiendo lo que serían las influencias inevitables, se refiere incluso a su propio nombre, Elías, plagiado de la Biblia, y lo que sería un robo descarado como el ocurrido con el alumno que nos sorprendió copiando literalmente al periodista Ramiro Duchén.

La otra nota firmada se refiere, cuando no, a Jaime Sáenz, y se titula “Cuatro años al filo de la muerte”. Ustedes lo saben amigos presentes, Elías Blanco ha tenido como una de sus vetas de inspiración la obra y el personaje del gran escritor paceño, muerto precisamente un 16 de agosto de 1986. Le ha dedicado artículos, conferencias y exposiciones y además alguna producción audiovisual. Permítanme confesarles que muchos de los que empezamos a conocer a Elías desde esas épocas como un infatigable trabajador de la cultura, temíamos que la fascinación que aparentemente Jaime Sáenz ejercía sobre él pudiera traducirse en una réplica de los aspectos negativos de su herencia. Dos décadas después, constatamos con satisfacción que esto no ha ocurrido y no desmerece para nada el aprecio y la lealtad que imaginamos Elías sigue sintiendo por el autor de Felipe Delgado.

En la misma página en la que se publica este homenaje a Jaime Sáenz, identificada como “Cultural” hay por lo menos dos notas más que no están firmadas, pero sospecho que las escribió también Elías y por modestia no puso su nombre, uno de ellas es “La cultura en la prensa”, tema que era reiteradamente planteado por Elías en el desarrollo de las clases, según puedo recordar con toda nitidez.

Sobre estas entonces más de dos décadas de producción cultural, hay que decir que el rasgo predominante, además de su reconocida extensión y amplitud, es el de la acuciosidad investigativa y de una admirable persistencia. Una muestra de todo lo cual es este Diccionario “Paceños en la cultura boliviana”, contiene nada menos que 1.152 fichas de escritores, poetas, músicos y pintores nacidos en estas tierras. Se trata del fragmento de una obra proyectada en 9 volúmenes, uno por cada uno de los departamentos de Bolivia. Este viene a ser el cuarto volumen, pues el 2006 ya salió el de Oruro, en tanto que el pasado año 2010, aparecieron los de Tarija y Potosí. Conociendo la férrea voluntad de trabajo de Elías podemos augurar que los cinco restantes están en camino y pronto los tendremos publicados.

Permítanme felicitar y agradecer a Elías Blanco Mamani por este trabajo monumental de rescate de los múltiples aportes de la memoria cultural de nuestro país, Bolivia.

Valencia, Municipio de Mecapaca, 6 de agosto 2011.

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