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Las 15 novelas elegidas, una invitación a la lectura

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Página Siete - 04/01/2013

- Historia de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela

Del prólogo de Leonardo García Pabón

La Historia de Arzáns es un libro por de más rico y complejo. Escrito durante prácticamente toda la vida del criollo potosino, es la construcción verbal e imaginaria de una ciudad fabulosa.

El proyecto de Arzáns es, en su ambicioso alcance, un texto moderno. Es un texto cercano a esas obras históricas, literarias, filosóficas que pueden explicar y resumir toda una época histórica, revelar la configuración humana de un momento histórico dado.

—Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre

Del prólogo de Rosario Rodríguez y Elizabeth Monasterios

Una novela de tan marcado carisma y reconocimiento académico, exige lecturas cuidadosas y responsables, sobre todo porque en sus páginas se debate uno de los temas de mayor actualidad y polémica en el país: la formación de la nacionalidad boliviana y la inclusión, en ella, de todos sus ciudadanos.

—Íntimas, de Adela Zamudio

Del Prólogo de Virginia Ayllón

Íntimas (1913) es una novela epistolar organizada en dos partes. La primera de cartas intercambiadas entre hombres y, la segunda, de cartas intercambiadas entre mujeres.

'El proyecto narrativo de Zamudio parece buscar la cifra de lo público en lo privado, es decir, la marca del Estado en los individuos en general y en la vida de las mujeres en particular.

—Raza de bronce, de Alcides Arguedas

Del prólogo de Elizabeth Monasterios y Rosario Rodríguez

El narrador se propone —en medio de ambigüedades y contradicciones internas— dar a conocer la vida, las costumbres y los sufrimientos de esa raza (aymara) que tanto atemorizaba a la población boliviana criollo-mestiza de principios del siglo XX.

—Aluvión de fuego, de Óscar Cerruto

Del prólogo de Luis H. Antezana

En Aluvión de fuego convergen prácticamente todos los tipos narrativos de la primera mitad del siglo XX: costumbrismo, indigenismo, narrativa de la Guerra del Chaco, narrativa minera y narrativa del “encholamiento”'

En grueso, Aluvión de fuego presenta dos grandes movimientos en permanente interacción. Un primer movimiento que vuelca sus inscripciones hacia afuera, es decir, hacia la verosimilitud realista de los hechos que trata; y, un segundo movimiento volcado hacia adentro, hacia los diversos instrumentos que utiliza para enriquecer su relato y detallar sus personajes.

—La virgen de las siete calles, de Alfredo Flores

Del prólogo de Claudia Bowles

La virgen de las siete calles es la obra epigonal de la narrativa costumbrista del oriente boliviano' Ninguna otra novela recoge de manera tan emblemática la idiosincrasia y la cultura de un pueblo.

—La Chaskañawi, de Carlos Medinaceli

Del prólogo de Ramiro Huanca

Medinaceli marca la virtud de la presencia del humor en la literatura nacional, por cuanto ve la posibilidad de pervertir el sentido acartonado de lo social y de la seriedad de la condición humana a partir de la construcción interna de los personajes.

—Los deshabitados, de Marcelo Quiroga Santa Cruz

Del prólogo de Javier Velasco y Guillermo Mariaca

El de esta novela fue el intento más coherente de su época por solucionar un problema ético: ante el divorcio social y el asalto de lo nacional a la fuerza, los proyectos ficcionales reaccionan instaurando espacios, visiones y formas de convivencia despojadas ya de la vieja lógica de conciencias que devoran conciencias'

Quiroga Santa Cruz invita a un paseo al interior de la pugna, las angustias y desvelos de los propiciantes ansiosos de un lugar en la composición literaria nacional todavía deshabitada.

—El loco, de Arturo Borda

Del prólogo de Claudia Pardo y Omar Rocha

Las lecturas que se han hecho de esta gigantesca obra plantean que el lugar de El loco en la literatura boliviana es el de una “obra fundacional”. Vale decir, un punto irradiador, una obra que marca un antes y un después. Podemos encontrar sus resonancias en autores como Jaime Saenz, René Bascopé Aspiazu, Guillermo Bedregal García y otros que siguieron o desarrollaron sus preocupaciones artísticas, en general, y literarias en particular.

—Tirinea, de Jesús Urzagasti

Del prólogo de Ana Rebeca Prada

En cuanto a la historia que se narra en Tirinea, es la que va desarrollándose en el diario de Fielkho' Es simultáneamente y tal vez sobre todo la historia de la propia escritura: la fábula nunca deja de explicitar su soporte discursivo y de fabularlo a la vez.

—Matías, el apóstol suplente, de Julio de la Vega

Del prólogo de Juan Carlos Orihuela

Pese a tratarse de una de las aventuras literarias más innovadoras de la narrativa boliviana contemporánea, mereció poca atención de la crítica'

Novela amarga por impugnadora, Matías, el apóstol suplente encuentra en la risa cáustica el mejor medio para evitar la desesperanza, por cuanto el humor, la ironía y la sátira se constituyen en su arma desestabilizadora.

—Felipe Delgado, de Jaime Saenz

Del prólogo de Marcelo Villena

Estás a punto de empezar a leer la primera novela de Jaime Saenz. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea, pues lo que tienes entre manos no es poca cosa'

No, Felipe Delgado no es una novela más' No estás a punto de leer una “novela aspirina”' no, en Felipe Delgado trabaja también un demonio de la forma. Junto a otros, claro, como lo habrás sospechado'

—El otro gallo, de Jorge Suárez

Del prólogo de Dora Cajías

Los desplazamientos de la ficción en distintos niveles de narración cuentan, por lo menos, dos historias: una obvia y explícita y otra elíptica, oculta y elusiva. La primera está contada por un narrador en tercera persona que relata la historia de cuatro vecinos' La segunda historia está entredicha, sugerida y fragmentada, pero siempre obsesivamente reiterada'

—El run run de la calavera, de Ramón Rocha Monroy

Del prólogo de Mauricio Murillo

'Es una novela que habla de la relación entre los vivos y los muertos, pero también habla de sí misma y del acto de crear ficción'.

El encuentro de dos mundos en El run run de la calavera es substancial. Uno de estos encuentros es el suscitado entre realidad y ficción. Por eso en la novela es tan importante la condición metaficcional.

—Jonás y la ballena rosada, de Wolfango Montes

Del prólogo de Mónica Velásquez

Situada como una escritura del tedio, de la insatisfacción y de la imposibilidad de lazos sociales, esta obra es, en nuestro panorama literario, una puesta en escena de un tipo de personaje desencantado y desencantador, pero eso sí intentando morirse de risa ante lo que lo rebasa.

En: http://www.paginasiete.bo/Suplementos/Ideas/2013-01-06/Destacados/13ideas-003-0106.aspx

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