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Tamara Bunke, una leyenda con un rostro y tres vidas

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Por Redacción Central | - Los Tiempos - 27/03/2011

Elizabeth Arrázola

MISTERIO|El libro acaba de ser editado en España por RBA y que pronto saldrá en Argentina y Bolivia. En sus 448 páginas, narra fundamentalmente el intervalo comprendido entre 1964 y 1967, cuando Tamara Bunke vivió en Bolivia, en Argentina, Alemania Oriental y Cuba

Hay muchas historias que se han tejido sobre Laura Gutiérrez Bauer, más conocida como Tania, la única mujer que participó en la expedición de Ernesto Guevara en Bolivia y, por ello, el prototipo de guerrillera desde su muerte el 31 de agosto de 1967, cuando una bala atravesó su cuerpo y paradójicamente se supo de su existencia.

Aquel día, sin lugar a dudas, nació una leyenda y un gran misterio que sólo sería resuelto un año después, cuando se supo su verdadero nombre. Aquella mujer que murió en el río Grande, tenía un rostro, pero tres vidas: Las de Tamara, Tania y Laura.

El historiador Gustavo Rodríguez Ostria, en su libro titulado “Tamara, Laura, Tania. Un misterio en la guerrilla del Che”, de Editorial El Nuevo Extremo, publicado hace pocos días en Argentina y que será presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires en abril, cuenta los tres años finales de Tamara Bunke Binder, su paso previo por la Argentina, la República Democrática Alemana y Cuba, y devela aquel misterio que rodeó a esta heroína de la guerrilla de los 70. También documenta el tiempo de su niñez en Argentina, el de su adolescencia en la Alemania socialista y su juventud en Cuba.

Rodríguez, al hablar del libro, señala que descubrir a Tamara, sus motivaciones y su comportamiento supone un ejercicio similar a pelar una cebolla o abrir una muñeca rusa, con la diferencia de que las capas, que sí existen, también se imbrican y se funden. “Ella fue una maestra del disfraz y el engaño, hábil en presentar una identidad fingida. No fue una mujer sino varias, muchas veces contradictorias”, señala. 

¿Quién fue realmente? ¿Qué hacía en las aguas del río Grande, en el aislado y agreste sudeste boliviano? Son algunas de las preguntas que nos absolverá el autor del libro sobre Tamara y que será publicado simultáneamente en Argentina, Chile y España.

OH Tu nuevo libro es una novela, un estudio o un reportaje en profundidad, puedes explicarme ¿qué tipo de texto escribiste y qué género de escritura usaste?

“Tamara, Laura, Tania. Un misterio en la guerrilla del Che”, es un libro de historia, por tanto basado en fuentes documentales y orales, que trata de la vida de Tamara Bunke, también conocida como Laura y Tamara. Busca evitar sesgos y rendirse frente a una figura mítica. Se desarrolla como un texto abierto y audaz, sin concesiones. No es una biografía propiamente dicha, sino un relato de su desconocida vida en Bolivia y su rol en la guerrilla de Ernesto de Guevara. El libro, que acaba de ser editado en España por RBA y que pronto saldrá en Argentina y Bolivia. En sus 448 páginas, narra fundamentalmente el intervalo comprendido entre 1964 y 1967, cuando ella vivió en Bolivia. Sin embargo, existe una parte en el libro dedicada a su vida en Argentina, donde nació, a Alemania Oriental donde vivió su adolescencia y a Cuba, a donde se trasladó en mayo de 1961

¡OH!:  ¿Escribes con el mismo estilo o tono de tu obra sobre Teoponte?

No, allí, sin perder la objetividad, no puse separaciones; fui protagonista y autor; testigo y sujeto. Aquí soy distante, aséptico, técnico, si quieres.  

¡OH!:  ¿Cuándo llegó Tamara a Bolivia?

Cobijada bajo el nombre ficticio de Laura Gutiérrez Bauer, —su manto como se dice en el argot de la inteligencia cubana— ingresó a Bolivia el 18 de noviembre de 1964 por la frontera de Yunguyo, un día antes de cumplir 27 años. Procedía de Perú y a la vez de Praga y La Habana. Murió en una emboscada militar sobre el río Grande o Guapay el 31 de agosto de 1967. Entre noviembre de 1964 y marzo de 1967, Tamara moró en la ciudad de La Paz; sólo ese último mes de 1967 se incorporó inopinadamente a las fuerzas guerrilleras del Che.

¡OH!:  Su viaje a Cuba debió impactarla…

Los cubanos y el Che representaban en esos años un aire fresco y fascinante. Renovaban el campo revolucionario con una estrategia, la guerrilla o el foco, al parecer probada con la fuerza de los hechos. Tamara militó en la RDA en el PSUA, un ente comunista burocrático dentro del estado policial que imperaba en Alemania del Este. Su éxodo a La Isla representó para ella una bocanada de inspiración, libertad y protagonismo. Al incorporarse a sus filas, del montón saltó a las primeras líneas del protagonismo revolucionario, convencida que formaba parte de las falanges que implantaría el socialismo casi de inmediato. Lo que no era poco; tanto que dio su vida.

¡OH!:  ¿Sólo hablas de Tamara en el libro?

Lo escribí de modo tal que no abordara solamente la historia de Tamara en la hoyada paceña o el sudeste boliviano, sino de toda la guerrilla del Che, incluyendo las dos acciones en Perú y Argentina, que Cuba intentó implantar en 1963. Sin este marco el rol de ella es inentendible. Precisamente, se incorporó a la seguridad cubana a inicios de ese año con vista a apoyar tareas operativas en Argentina.

¡OH!:  ¿La investigación, cuánto duró, a cuántas personas entrevistaste y que documentación revisaste?

Armar el libro, revisar datos, cotejarlos, escribirlo, me llevó algo más de tres años. Entre las fuentes escritas están aquellas que proceden de la Stasi, la entidad de seguridad de la ex República Democrática Alemana (RDA), que nos permite ver los nexos entre este organismo secreto y Tamara Bunke. Otros documentos proceden de la ex oficina de inteligencia de la ex República Socialista Checoslovaquia, que se conservan en Praga. Tamara permaneció oculta casi siete meses en una casa campestre de un pueblo llamado Ládví. Incluso obtuve una foto de la vivienda donde se refugió, junto a un cubano llamado Diosdado, que fungía como su instructor y custodio. 

¡OH!:  ¿Y documentación boliviana?

También me baso en documentos desclasificados norteamericanos e informes del Ejército boliviano que pertenecen a colecciones privadas de oficiales que combatieron al Che. Del recuento de fuentes, lo único que no logré revisar es la documentación cubana, que no es de acceso público, como es bien sabido.

¡OH!:  ¿Entrevistaste a personas que conocieron a Tamara?

Hablé y recogí testimonios de decenas de personas que la conocieron en La Paz y Cochabamba. Lo relevante del caso es que nunca, hasta que su identidad se hizo pública, supieron quién era Laura Gutiérrez. Ella jamás mantuvo relaciones políticas con su entorno boliviano, frente al cual se presentaba como una muchacha argentina, gustosa del folclore, la antropología y de la cerámica. En cuanto a otras fuentes orales consulté a oficiales y soldados que combatieron o emboscaron al grupo del cubano Joaquín, donde se hallaba Tamara.

¡OH!:  ¿Por qué decidiste escribir sobre Tamara?

En los últimos 10 años mi investigación histórica está centrada en la guerrilla y la lucha armada. Luego de escribir el libro sobre Teoponte, decidí realizar una exploración de la guerrilla del Che. En el curso de la investigación no vi que convencía el papel que la literatura asignaba a Tamara. Existen distorsiones abusivas, impregnadas de una falsa moralina, como el libro del alemán-uruguayo Frield Zapata. Por otro lado, en los difundidos libros de Taibo o Anderson más proclives a la guerrilla o los Kalfon o Castañeda, más críticos, lo que se dice de ella es superficial, errado o abusivo.

¡OH!:  ¿Cuál es tu impresión de estos libros?

En lo que se refiere la vida y peripecias del Che y su gente en Bolivia, todos son desechables. No me fío de sus relatos. Tienen más de un reportaje o novela que de una investigación probada del pasado. Hacer historia requiere de paciencia, documentos, entrevistas e imaginación. Ellos se basan en cambio en apenas tres o cuatro fuentes y otros tantos testimonios. Es extraño que hayan tenido tanta repercusión y ventas; quizá porque escriben lo que la gente quiere leer y no lo que tiene derecho a conocer.

¡OH!:  En Cuba se han publicado varios libros sobre Tania, donde es presentada y reconocida como una heroína.

En Cuba hay hospitales, escuelas, centros de estudios con su nombre. También una serie de libros, en realidad hagiografías. Está la clásica obra de Marta Rojas y Mirta Rodríguez o el más reciente de Ulises Estrada, que fue el compañero sentimental de Tamara en Cuba. En ellos el rol y figura de Tamara, transformada en Tania, se reconstruye. Tarea que empezó en 1970, con el libro mencionado de Rojas y Rodríguez, que se publicó en un tiraje de miles y miles de ejemplares.  

¡OH!:  ¿Por qué hacerlo?

Se buscó crear un paralelo o un símil femenino al Che. Una diarquía hombre/ mujer, aunque forzada, resultó necesaria en momentos en que las mujeres se movilizaban buscando mayor participación política y nuevas subjetividades, como se mostró en el “Mayo Francés” de 1968. En todo mito o leyenda que busca crear un santoral y una histórica arquetípica hay elementos ficcionales y sobredimensionados, que no son fieles a la historia. Tamara no es la excepción.

¡OH!:  ¿Consideras entonces que es la versión femenina del Che en el movimiento guerrillero que se generó la década de los 60 y 70?

Sí, aunque en los cálculos previos tanto de los cubanos como del Che, nunca se pensó o se le ordenó a Tamara que ingresara al campamento guerrillero. Estaba destinada a las actividades urbanas y a alimentar, si fuese el caso, una red externa de contactos. 

¡OH!:  ¿Cómo reaccionó el Che?

Ella vulneró sus instrucciones y terminó atrapada en medio de las acciones militares, para gran disgusto de Guevara, que la retó. 

¡OH!:  ¿Qué rol asignaba el Che a las mujeres?

No quería incorporarlas en la guerrilla como combatientes, al menos en su fase de preparación y asentamiento. Sobrellevando estas circunstancias, Tamara tuvo su enorme cuota de sacrificio y muerte. La vida en monte agreste plagado de hambre, temor e impenitentes caminatas debió ser para ella mucho más lacerante que para sus compañeros varones. 

¡OH!:  ¿Para Tamara debió ser embarazosa su presencia en la guerrilla?

Al principio estaba feliz. Contra lo que se ha dicho o sugerido, no tuvo un rol central en la organización de la guerrilla ni participó en los combates. Tamara murió sin haber disparado un solo tiro. Pero en la guerrilla, como en el cristianismo, la muerte, la expiación o el sacrificio abren las puertas al panteón y sirven para ser convertido en un modelo profético a imitar. 

Conozco a varias mujeres que se llaman Tania o Tamara seguramente en su homenaje. 

Yo también. En la izquierda y en guerrillas de los años 70 del siglo pasado, asumir ambos nombres, como seudónimos o registro de pila, significaba una práctica de reconocimiento a una figura ya mítica. Muchas combatientes vivieron y murieron bajo el peso de esos nombres, para ellas casi sagrados. 

¡OH!:  Se afirma que Tamara fue amante del Che

No lo creo; trato el punto en el libro como un aspecto secundario. Lo mío no es una novela rosa o un texto de escándalo, sino una investigación con las artes, los recursos y los fines del historiador.  Tamara fue una resuelta y valiente joven comunista, que como otras decenas en todo el orbe, decidieron abandonar las propuestas esquemáticas de comunistas o socialistas. Rechazaron que, dentro el marco de la coexistencia pacífica, propugnada por la Unión Soviética, sus partidos se avinieran a compromisos con el capitalismo y el imperialismo y se enrumbaron en la lucha armada y la guerrilla. 

¡OH!:  Según tu investigación, ¿quién era Tamara?

Por su rol, que la obligaba a representar diversos papeles y asumir personalidades contradictorias y hasta contrapuestas, es muy difícil saber quién era realmente. Es posible que en algún momento ella misma no pudiera reconocer su propia identidad detrás de las máscaras. De ahí que el libro se llame Tamara, Laura, Tania, para subrayar ese traslape y amasijo.

“Tamara, Laura, Tania. Un misterio en la guerrilla del Che”

Relato de la muerte de Tania, el 31 de agosto de 1967

Son aproximadamente las 17:20(del 31 de agosto de 1967). Un pequeño avión surca los cielos. Lo más probable es que se trate sólo de una casualidad. El subteniente Pedro Barbery maldice la inoportuna nave. Teme que la guerrilla, creyéndose observada, se asuste y se esconda. Recela además de que caigan las sombras cubriendo e invisibilizando a sus víctimas. Su tropa está a punto de desesperar. Si no venían, decidimos que iríamos a buscarlos y atacarlos, afirma el militar cuando lo entrevistamos. Hace 10 horas que esperan, tensos y bajo el impacto de una temperatura abrasadora. Los mosquitos aprovechan su inmovilismo y los pican en todo el cuerpo. El hambre los carcome y el agua se agota.

Con las cantimploras vacías y la garganta seca, miran desesperados cómo el líquido fluye a menos de 20 metros. El río parece llamarlos a una corriente prometedora, pero inalcanzable. Cualquier movimiento puede delatarlos. Mis soldados, continúa Barbery, mostraron allí su temple. Ningún disparo fortuito, movimiento comprometedor o en falso. Parecen simplemente esculpidos en piedra.

Otro fragmento de “Tamara, Laura, Tania”

Caen las últimas luces cuando divisan en la otra orilla a un grupo con siluetas todavía indefinidas que dobla un recodo. Avanzaban sin ninguna precaución, a la cabeza Honorato Rojas, continúa el oficial. El campesino lleva una camisa blanca y un pantalón azul, para distinguirse. 

El capitán Vargas relata por su parte:

Me adelanté un poco hacia el talud para mirar a simple vista. A unos quinientos metros de nosotros vi a un grupo de hombres, confuso por la distancia, imposible para establecer su número, pero al fin venían acercándose al vado. Volví a mi puesto y me tendí junto a un soldado, sentí algo extraño, algo así como debe ser el miedo, pero por fortuna esa sensación duró muy poco, se fue disipando a medida que el grupo avanzaba hacia nosotros. 

Braulio, el gigantesco negro, duda. Está intranquilo, como todos. Continúa no obstante avanzando en medio de la corriente. Paso a paso, lento, como tentando a una suerte que les será totalmente esquiva. En su mano derecha blande un machete con el que espanta, a modo de abanico, los mosquitos; en la otra, con el dedo en el gatillo, una poderosa ametralladora Browning. El agua le llega hasta cerca del pecho. Como a la mitad del río, se agacha y bebe. Repuesto, hace un gesto de aprobación. El resto de la columna acata e ingresa al torrente.

Tania, ya dijimos, viene casi al final, en retaguardia. Detrás de Paco y delante de Joaquín. El último del grupo, que como siempre, la cubre y custodia. Ella está alerta. Mira de un lado a otro, tratando de penetrar los secretos de la maleza circundante. Por un momento, los soldados y oficiales concentran su mirada en la figura de mujer. Como una sorprendente fantasía, su cuerpo delgado emerge —les parece— bellísimo de las aguas, rompiendo con la soledad austera del monte.

Barbery rememora que un mechón de cabellos rubios le caía seductor sobre la cara, atrayendo su mirada y la de sus hombres. Cámara colgada del cuello. Pantalón verde caqui, de varón, camiseta de manga corta verde claro y blanca de franjas horizontales, que contrasta con las tenidas militares opacas y grises de sus compañeros. Por una vez en su vida lleva un tono claro que le juega un mala pasada pues la visibilizan y destaca sobre el resto. Además, en contraste con el fondo oscuro de las aguas, ofrece un blanco perfecto.

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