Editorial de Aquí 311
Mienten los que dicen que “no hacen política” en la campaña anticoronavirus
Es urgente redoblar la guardia frente a los que dicen que “no hacen política” y que sólo defienden la salud y la vida de los bolivianos, dentro de la campaña para vencer al coronavirus en Bolivia, una parte de la gesta universal contra la pandemia que infecta a más de cinco millones y medio de ciudadanos y acaba con la vida de más de 550.000 personas, en países de los cinco continentes, hasta hoy 30 de mayo de 2020.
Especialmente miembros del gobierno interino, casi todos los días y en diversos escenarios, aseguran que ellos “no hacen política” y que en este momento están ocupados en la defensa de la salud y de la vida de los bolivianos.
Si fuera verdad que, dentro de la campaña para vencer al coronavirus, aquellos actores de la política sólo defienden la salud y la vida de la gente, estaríamos ante ciudadanos que ejercen la política como oficio ciudadano destacable, por lo que se tendría que manifestar gratitud, pero esas personas no existen en esta tierra.
En esta publicación virtual hemos opinado sobre ese quehacer político que se pretende ocultar, lo cual es imposible ante los que están o estamos atentos respecto del movimiento, particularmente, de los gobernantes actuales.
Desde las primeras acciones de los gobernantes, para enfrentar al coronavirus, casi todas fueron acciones políticas y luego acciones políticas y electorales a la vez.
La decisión de los gobernantes, al declarar la cuarentena, fue un acto no sólo administrativo, fue una acción política, sin duda alguna.
Aquella fue y es una acción política que se despliega desde el gobierno y desde el Estado. Por ello, los ministros de la Presidenta interina, además de sus tareas específicas, establecidas en las normas, se desempeñan como actores de primera línea, dentro de la campaña anticoronavirus.
Desde el Estado se emprenden actividades convergentes para garantizar la ejecución de la cuarentena, por eso policías y militares recorren las calles y otros lugares de las ciudades para aprehender a los que abandonaban y abandonan el encierro.
Es verdad que una minoría de los bolivianos desobedecieron la resolución que dispuso la cuarentena. Esos desobedientes, entre otras cosas, dijeron y dicen aún que tuvieron que salir de sus casas para trabajar y para llevar alimentos para su familia. Ese argumento, vigoroso en las palabras y en la práctica, utilizaron y lo utilizan los que aún resisten a la cuarentena, incluidos los comerciantes que no están entre los empobrecidos, por ejemplo, los de la feria “16 de Julio” de El Alto.
Esa minoría de los desobedientes, de la cuarentena, no consiguió impedir que la inmensa mayoría de los bolivianos protagonicen la cuarentena; medida que consiguió que los infestados y muertos, con coronavirus, no sean muchos más, como pronosticaban incluso expertos estadísticos, varios de ellos competentes y con vocación de servicio gratuito a la sociedad, lo que no se debe menospreciar.
Voceros distintos dijeron, y dicen todavía, que la cuarentena sirvió y sirve para que los gobernantes y funcionarios del Estado organicen o reorganicen el servicio de salud para asistir y recuperar a los infectados con el virus mortal, objetivos que han sido conseguidos sólo en parte y en algunos lugares.
A esta altura de lo acontecido es posible afirmar que los protagonistas de la cuarentena, casi todos los bolivianos, entregaron y entregamos todo nuestro aporte decisivo, el que fue efectivo y eficiente, como no ha sido ni es el desempeño de gobernantes y de otros funcionarios del Estado.
En ese rumbo, señalamos algunas de las deficiencias más visibles de los que prometen implementos de bioseguridad y éstos llegaron demorados o no llegaron a Trinidad sino después de la propagación descontrolada del coronavirus, el que también cegó la vida de médicos y enfermeras. Hablamos, asimismo, de los reactivos para los análisis clínicos que no llegan, por ejemplo a Potosí, después de postergaciones, las que ni siquiera se explican de manera convincente, a destinatarios que esperan en vano.
Nos referimos a medidas que asumen o que no asumen autoridades gubernamentales: que no contratan más médicos y más enfermeras que se requieren, en Santa Cruz y en La Paz, lo que reclama el personal en salud, y por lo que marchan o se declaran en huelga de hambre, como en Santa Cruz y en La Paz.
A esos desatinos, se suma la compra, al parecer fraudulenta, de los respiradores mecánicos, en España, quizá la nota mayor entre los “errores” cometidos por funcionarios del actual gobierno. Decimos errores porque la Presidenta interina prefiere definir como error esa compra de respiradores españoles y a los otros hechos que señalamos, por los que se disculpó la mandataria y los que prometió evitarlos, no interferir ninguna investigación y castigarlos, según los procesos que se sigue a los presuntos culpables.
Médicos y enfermeras, todo el personal del servicio de la salud pública y de miembros del servicio de la salud privada que participan de la campaña antipandemia, son los que se llevan la flor.
A pesar de las limitaciones del sistema de salud y de las insuficiencias de médicos y de enfermeras, éstos sí que son los abanderados en la campaña en defensa de la salud y de la vida de los bolivianos, para decirlo en un lenguaje que, creemos. refleja la verdad.
Volvamos al tema que es el propósito de esta nota editorial:
Los políticos que ocupan el Palacio Quemado y la Casa Grande del Pueblo, con su participación en la campaña anticoronavirus, sea buena, regular o mala, ejercen la política o hacen política, asumen el rol que lo niegan con palabras, las que, sin embargo, no consiguen “abrogar” la realidad.
La Presidenta interina, Presidenta-Candidata, mejor dicho, está en el centro de los acontecimientos en Bolivia, incluso por las astucias de la vida o las casualidades, por las que ocupa el principal cargo público en nuestro país.
La primera ciudadana del país no necesita mostrarse como candidata a una especie de “reelección”, para demostrar que hace política y al mismo tiempo que hace campaña electoral, con los recursos del gobierno y del Estado.
Quizá algunos pretendan subinformar o desinformar o decir que la Presidenta-Candidata no hace campaña electoral ni hace política y que a toda hora e íntegramente sólo defiende la vida y la salud de los bolivianos, en la campaña anticoronavirus.
Jeanine Áñez Chávez, empero, es actora de la política y hace campaña electoral, por acción (y hasta por omisión), dentro de la lucha anticoronavirus.
Bolivianos, cada vez más, dicen y decimos que la Presidenta interina ejerce la política y hace campaña electoral, antes de los plazos, y con los recursos del gobierno y del Estado, es decir, con parte del patrimonio de los bolivianos.
No debemos olvidar que cuando decidió su candidatura presidencial, la Presidenta interina, sus ministros y otros corifeos afirmaron que ella y sus seguidores no utilizarían bienes y/o recursos públicos para esa campaña.
Sin embargo, desde el primer día ocurrió lo contrario de lo que dijeron esos voceros.
La Presidenta interina ejerce el cargo y por tanto se desempeña como política. Como Presidenta y a la vez candidata a la “reelección”, hace campaña electoral en su beneficio, la que a veces es una campaña silenciosa.
Desde estas líneas dijimos que la Presidenta-candidata ejercería la política y haría campaña electoral, antes y durante la campaña anticoronavirus.
Jeanine Áñez es terrenal, por lo que desde estas páginas no esperamos que no ejerza la política y que no haga campaña electoral por sí misma.
Lo que ahora hacemos es ratificar el convencimiento de que la Presidenta interina, sus ministros y otros operadores, empeñosos o no, hacen política y hacen campaña electoral durante las tareas anticoronavirus,
Ese comportamiento real de los gobernantes debe ser visto, bien y muy bien, por los bolivianos para que algunos dejen de creer en los que afirman que no hacen política, a pesar de que ejercen la política, incluso cuando aquéllos niegan que ejecutan ese oficio.
La Presidenta interina, los demócratas, los del frente Juntos, con aliento de los yanquis, buscan un régimen político que, en las condiciones actuales, asegure la continuidad de la democracia vigente, para la dominación y la opresión por el sistema capitalista, dependiente y atrasado, con las remociones propias de este tiempo de pandemia y postpandemia.
El gobierno de Añez, reproducido, desde la realidad actual, y en alianza o sintonía con los bloques políticos, económicos, sociales y culturales predominantes en el mundo, tomaría medidas económicas para reorganizar el capitalismo y para salvarlo de la crisis postcoronavirus. Una medida en esa dirección es el decreto supremo, firmado por la Presidenta interina, que autoriza acelerar los trámites para que en Santa Cruz y en Bolivia se cultiven semillas transgénicas de soya, caña de azúcar, maíz y algodón, con lo que ganarían los grupos económicos de Santa Cruz, mucho más de lo que ganaron antes de la pandemia.
En materia social, con Áñez elegida en las urnas, serían reforzadas la explotación y la opresión de la gente del pueblo.
Con Áñez, las culturas de los pueblos indígenas y del pueblo boliviano seguirían sometidas, aunque se diga que no serán vendidas.
En la cuarentena, casi todos los bolivianos, hemos aportado para vencer al coronavirus.
La propuesta, ahora, es que la inmensa mayoría de los bolivianos, con la cuarentena, y médicos y enfermeras en la vanguardia, venzamos al virus mortal, aunque en el momento de la evaluación, los voceros oficiales y oficiosos, dirían que la Presidente interina dirigió y ganó en la campaña antipandemia. Samuel Daria Medida, candidato a la Vicepresidencia con Añez, para la red Erbol, anticipó que la Presidenta interina recoge los mejores resultados en la campaña anticoronavirus. Pero esa evaluación no la realizarán sólo los gobernantes y sus amigos. La gente del pueblo tiene la palabra, creíble como es, dirá si la Presidenta interina merece premio o castigo, y éste, podría manifestarme en las elecciones, con una votación disminuida para Jeanine Áñez Chávez.