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Ante falta de ingresos: compensación material es útil, pero escasa

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Editorial de Aquí 303

Ante falta de ingresos: compensación material es útil, pero escasa

Empezó en Bolivia el desembolso de Bs400 o del monto de la “Canasta familiar” a los que reciben la Renta Dignidad, el Bono “Juana Azurduy” y el Bono a los discapacitados.

Con aquel desembolso, según la presidenta Áñez, se espera aliviar la falta o escasez de ingresos de los grupos sociales más necesitados, la mayoría en Bolivia.

Si se prolonga la cuarentena total —como que desde Santa Cruz se pide su ampliación— ojalá se apruebe que a la “Canasta familiar” se la extienda por otro mes, cuando menos.

Además, se apunta una constatación: que hay sectores sociales, entre nosotros, que tienen por hábito extender la mano hacia el Estado para que éste cubra obligaciones económicas de los ciudadanos.

Sin embargo, también hay entre empresarios bolivianos, o que tienen intereses aquí, que han conseguido, presiones mediante, que el Estado se subrogue las deudas suyas, lo que ocurrió con varios banqueros quebrados, durante el neoliberalismo, lo que es una prueba de esta afirmación, la que no debemos olvidar. Se aclara que esas deudas de banqueros quebrados las pagamos los bolivianos o las seguimos pagando.

Sin embargo, la “Canasta familiar” es un alivio que no atenderá todas las necesidades de los compatriotas que la reciban.

Ese soporte económico, resulta escaso, pero es un dinero útil con el que se vivirá este tiempo o parte de este tiempo de la cuarentena total. Aquélla es una especie de retribución a la mayoría de la gente que no puede trabajar no sólo por su avanzada edad sino porque el encierro necesario de las clases sociales, realmente productoras, lo impide.

No se conoce opositores a la “Canasta familiar” o si hay algunos están ocultos.

Pero lo que existen son los grupos sociales que se sienten excluidos de ese beneficio y con razones convincentes en varios casos.

Trabajadores por cuenta propia de talleres diversos que están de veras paralizados dicen que no han sido tomados en cuenta para recibir la “Canasta…” de la que comentamos.

Sin embargo, familias de esos trabajadores en talleres por cuenta propia lo probable es que reciban, indirectamente, el “Bono estudiantil” o que dejen de pagar por el servicio de luz y parcialmente (la mitad de la tarifa) por el agua potable que consuman, durante tres meses. Por esos servicios se dejará de pagar sumas menores, pero serán ingresos indirectos para esos usuarios.

Los niños enfermos con cáncer han reclamado para ellos la “Canasta…” y tendría que enmendarse esa omisión.

Otras tantas familias empobrecidas no figuran en la lista de los destinatarios de aquella “Canasta…”. No obstante, en lugares como Huanuni los trabajadores mineros y vecinos comparten lo que tienen con aquellos desposeídos de alimentación.

En otros sitios desde las alcaldías o gobernaciones toman iniciativas destinadas a proveer de alimentos a las familias necesitadas, como se dice por ellas.

En La Paz, el Alcalde avisó que serán distribuidas 8.000 canastas familiares, con dinero que debió gastarse en el desayuno escolar. Lo difícil será, empero, establecer que aquella donación será solidaridad plena y en ningún caso para ganar votos con dinero destinado a los estudiantes.

La Gobernación de Tarija, asimismo, informó que parte del dinero presupuestado para el desayuno escolar será empleado para financiar una canasta familiar de Bs500 para las madres de familia de ese departamento y que tengan hijos estudiantes. En este caso será muy difícil desvincular la solidaridad real de los afanes electorales de autoridades, como el Gobernador de Tarija, que apoyan la candidatura de la presidenta Áñez. Vecinos de otras ciudades, hablan poco o sin hablar, reúnen víveres para dotar a los habitantes que los requieren y que son de esos lugares.

En Beni y Pando se reparte comida a los que están imposibilitados por sí mismos de conseguir su alimentación.

Se ha dicho que es en medio de la campaña anticoronavirus cuando la solidaridad debe materializarse sin demora. Ya se lo hace y se espera que crezca y que sea duradera.

Es bueno recordar que casi siempre ha ocurrido que los más solidarios son los que menos tienen, los que comparten lo poco que tienen para vivir. Hay certeza de que ya es y que seguirá siendo así.

En esta especie de recuento de los beneficiarios o no de la “Canasta…” dejamos constancia de ejemplos de “aprovechadores” consuetudinarios o que pretenden seguir con esa repudiable práctica que nos daña:

—Dos cooperativistas mineros, lo más probable es que se trate de empresarios “cooperativistas mineros”, han pedido la “Canasta…” porque no pueden trabajar debido a la cuarentena total, dijeron.

Cooperativistas mineros de base, en rigor, asalariados que depeden de los cooperativistas empresarios mineros, podrían haber solicitado aquel beneficio, pero aún ese sector tendría que buscar auxilio de sus verdaderos patrones, esos cooperativistas empresarios mineros.

Recordemos que los coopertivistas empresarios mineros (que no son cooperativistas, para decirlo con las palabras de un exPresidente de COMIBOL), han recibido préstamos del Estado (que no los pagaban); han sido depositarios de regalos del entonces presidente Morales; han sido favorecidos con parajes mineros públicos para su explotación, en los que no han gastado para la preparación productiva.

Esos cooperativistas mineros han ayudado a privatizar y a transnacionalizar (“extranjerizar”) la economía minera en Bolivia.

Cooperativistas mineros también fueron reprimidos, por el régimen masista, acaso porque los servicios políticos que prestaron a Morales eran inestables.

Con esa hoja de vida y a pesar de los recursos propios con los que cuentan, en este momento, aquellos dos dirigentes de los cooperativistas empresarios mineros pidieron que se los cuente entre los destinatarios de la “Canasta…, reiteramos.

–Un dirigente de los gremiales de Bermejo, frontera con Argentina, también reclamó que a ese sector se lo sume para la recepción de aquella “Canasta…”

Ese pedido se lo hizo para innumerables trabajadores gremiales, los que en realidad son contrabandistas y comerciantes de esas mercancías contrabandeadas, es decir, que para su internación al país eluden controles aduaneros para evitar el pago de algún impuesto o son mercancías que compiten, a menor precio, con las de factura boliviana.

Esos gremiales tendrían que haberse callado y jamás decir que quedaron sin trabajo en la cuarentena y que por tanto merecen la “Canasta…”

–Un dirigente de los campesinos de Chuquisaca, a su vez, señaló que la “Canasta…” excluía a ese sector socio-económico y a otros de modestos ingresos.

Sobre los campesinos, si en este tiempo producen, los bienes que ofrezcan tendrán certeza de venderlos en el mercado que funciona con las limitaciones de compradores que no tienen los ingresos a los que habitualmente accedían antes de la pandemia.

Es necesario decir, además, que ese dirigente de los trabajadores agrarios, habló de los campesinos de forma genérica; designación con la que no separó a los campesinos empobrecidos de los campesinos pequeños, campesinos medios y campesinos ricos, para no hablar de los empresarios del campo que en Chuquisaca existen, incluidos los que allí explotan y oprimen todavía a indígenas guaraníes.

En Chuquisaca, entre otros sitios, campesinos que no tenían necesidad (registramos confesiones de algunos de ellos) recibieron dinero obsequiado, por el régimen masista, para construir casas, ampliarlas o acrecentar sus cultivos. Pedir la “Canasta…” para esos campesinos podría ofender a los que sí la necesitan. Los campesinos de los que hablamos en estos párrafos, entre otras cosas, son los que durante 14 años han dejado de sembrar porque era más rentable y menos esforzado recibir plata del hermano Evo para aplaudir y halagar a este caudillo autoritario.

Hemos citado estos tres ejemplos para estar siempre avisados respecto de los aprovechadores, como los que en El Alto, en juntas de vecinos, se disponían a elaborar listas de beneficiarios de la “Canasta…”, para una repartija posiblemente tramposa que no ocurrió, menos mal.

Ante las elecciones, que de todos modos deberán realizarse después de vencer a la pandemia, al menos tenemos que denunciar a los que so pretexto de aliviar el hambre de la gente empobrecida distribuyan alguna ayuda condicionada a la votación por candidata o candidatos a la vista.

Debemos estar avisados, asimismo, de que en todas partes tenemos compatriotas como una potosina que, a viva voz, pidió que aparezcan los candidatos con bolsitas con azúcar y con fideo para regalar en barrios en los que reside gente empobrecida.

El hambre con seguridad sería utilizada para hacer campaña electoral con dinero de los bolivianos o de la cooperación internacional. Tenemos que redoblar la guardia, ante posibles irregularidades de ese calibre.

Volvemos a los paliativos del hambre provocada por la campaña anticoronavivus.

Gobernantes tienen resuelto apoyar económica y financieramente a los empresarios para que éstos reactiven su economía que ya confronta una crisis de alcances difíciles de cuantificar en este momento.

A esa ayuda del Estado a los empresarios, difícil oponerse con razones valederas.

Esa ayuda a los empresarios, sin embargo, da pie para que desde este espacio digamos a voz en cuello como es preciso, que los bonos resueltos para los bolivianos, para batirse en la emergencia sanitaria, lo más probable es que sigan escasos porque, además, son insuficientes.

Ante esta realidad, los destinatarios de los bonos surgidos en la campaña antipandemia tienen la palabra. Y la palabra de ellos, con certeza, es que se extiendan aquellos beneficios en montos y frecuencias, pedido que los gobernantes deben atender ineludiblemente.

Hay casos en los que los recursos ahorrados, si son mejor distribuidos, podrían atender demandas, como la de los jubilados, los que tienen que conseguir que sus ahorros se repartan mucho mejor, que se calculen según la expectativa de vida de los beneficiarios, de modo que el Estado herede menos del ahorro de los jubilados que mueran antes de los 100 años previstos por los calculadores de las rentas actuales de los jubilados.

Este es sólo un ejemplo para subrayar que los bonos para la campaña antipandemia deben correr por un cauce distinto a las acciones que busquen aumento de rentas de jubilados y/o aumentos salariales.

Están relacionados y conectados, los bonos que comentamos y las reivindicaciones salariales de este período en Bolivia, pero cada demanda debe seguir por su propio camino.

Los bonos para seguir la campaña anticoronavirus tienen su camino y los beneficiarios saben o descubrirán cómo conseguir que se amplíen, así como las demandas de aumento salarial o de incremento de las rentas de jubilados también deben seguir su propio rumbo.

La “Canasta…” es útil, pero escasa, por ello la demanda visible es que se pague dos veces o más, según el tiempo de la emergencia sanitaria.

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