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¿Serán pacíficas las movilizaciones del MAS y limpia su participación en las elecciones?

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Editorial de Aquí 292

Se advierte que es y seguiría doble la conducta política y partidaria del MAS.

En Buenos Aires, ahora teatro de operaciones del expresidente Morales y miembros de su entorno, han decidido realizar movilizaciones “pacíficas” como quehacer político y participar de las próximas elecciones con candidatos distintos a Evo Morales y a García Linera. A ello tienen derecho y su ejercicio está garantizado.

Preguntamos, por tanto, por qué quieren una ley de garantías o mejor dicho que asegure la impunidad por los presuntos delitos denunciados y por los que habría otras querellas, ejemplo, un probable proceso de responsabilidades contra Evo-Álvaro.

Ya nos hemos referido a esa norma de garantías, pero aquí va una complementación porque, entre otras cosas, un funcionario de la Comunidad Europea (CE) aboga por esa posible ley cuyo proyecto dicen que ha sido consensuado, aunque ni tal consentimiento bastaría para que pase, como por un tubo, la inconstitucionalidad de ese instrumento legal.

Además, nosotros tenemos fundada desconfianza sobre el comportamiento posible de un Tribunal Constitucional Plurinacional, cuyos miembros anteriores delinquieron para determinar que Evo Morales repostule, las veces que quiera, en contra de la Constitución, al cargo del que fue echado. Sin embargo, nos avenimos a esa consulta a ese Tribunal, sobre la constitucionalidad o no, de la llamada ley de garantías, a pesar de que éstas están normadas en la Ley Fundamental y en otras disposiciones.

Sobre las movilizaciones “pacíficas” del MAS, de los cocaleros como su avanzada más aguerrida, nuestra desconfianza es mucho mayor, pese a que la CIDH, al parecer, cree que los cocaleros del Chapare ejecutan marchas pacíficas.

Por ello, preguntamos: Es pacífico un cerco a las ciudades, para privar de alimentos y de agua, para vencer a sus habitantes y/o para que mueran; cerco al que Evo Morales convocó antes y después de su renuncia, y que los cocaleros fueron los más diligentes en impulsarlo.

Además, sólo parecen pacífica (y no lo son) las manifestaciones cuyos participantes (sin ser todos) son pagados y/o intimidados y multados. De yapa se sabe que en las marchas de los productores de coca del trópico cochabambino se hacen en alianza con los elaboradores de cocaína y los que la comercializan, grupos delincuenciales que, lo más probable, es que paguen a matones para las operaciones criminales, como los muertos que aquéllos provocarían entre los manifestantes de esa región. Los narcos cuentan con gente armada y los cocaleros organizaron y quizá mantienen comités de autodefensa, como señaló Evo Morales más de una vez, a pesar de que esa articulación debió ser un secreto, porque era una cuestión operativa y, sobre éstas, el presunto o jefe real debió callar.

En reciprocidad demostrativa de lo que se afirma, está la protección o cuando menos la colaboración de los productores de coca y otros pobladores de esa región a los narcotraficantes.

No debemos olvidar que hace poco, en Villa Tunari, esos pobladores hicieron vigilia mientras operó un avión que habría trasladado droga de ese sitio a un mercado desconocido. Esa operación, presuntamente delictiva, no fue investigada, más allá de que se apresó a un supuesto implicado, del que nada más se supo.

El crimen organizado, y casi siempre impune, que campea en el Chapare, no es un accionar sin culpa ni pena. Además, aunque aquéllos simulen marchas pacíficas, éstas al menos son y serán potencialmente violentas.

Asimismo, crean o no los abogados indirectos de los cocaleros y de los narcos del Chapare, no consiguen ni conseguirán abrogar la realidad.

Es que cocaleros y narcos del Chapare defienden el crimen organizado, bajo el pretexto de que, con marchas, salen por los fueros de la democracia o de los votos de los campesinos.

Pero esas marchas sólo en apariencia son democráticas y ahora sabemos mejor que cuando los campesinos e indígenas pedían y piden respeto de sus votos, emitidos el 20 de octubre, en el fondo, pretendieron y pretenden que se acepte el descomunal fraude electoral, cuyos beneficiarios principales buscaron y todavía buscan que sean Evo Morales y Álvaro García.

Estos dos exoficialistas, sobre todo el primero, aún tienen padrinos poderosos, entre organismos internacionales y pocos gobiernos de la arena internacional, como parece que ocurre en la CIDH y/o en la CE.

Por ello, otra vez ratificamos que la mentira sobre el golpe de estado que, habría tumbado a Morales en Bolivia, será creíble por pocas personas algún tiempo más, pero como toda falacia será sepultada por la práctica, como que es verdad que el exPresidente está fuera de la Casa Grande del Pueblo y de Bolivia, como consecuencia del alzamiento popular, el que no es admitido por Morales y sus amigos. A propósito de éstos hay que decir que también ellos han sido derrotados por la “fuerza de la masa” de nuestro país.

Además, pasará no se sabe qué tiempo, pero los seguidores de Morales y compañía tendrían que aceptar que en Bolivia, en los casi 14 últimos años, no hubo revolución democrática y cultural sino reformas burguesas, como en Brasil de Lula, en el que éste intentó consolidar a su país como la séptima potencia capitalista del mundo, según un dirigente comunista del también llamado subcontinente.

En Bolivia, en el nuevo proceso electoral, podrían ocurrir otros fraudes, a los que sería difícil y hasta imposible de descubrir, porque no dejarían huellas; formas irregulares o fraudulentas que las nombramos y a las que nos hemos referido en otras notas de esta publicación que, suponemos sucedieron y culminaron con los cómputos en los que, según la OEA, hubo manipulación dolosa de la votación.

Hablamos de los que votarían más de una vez porque estarían inscritos, varias veces, con los carnet de identidad falsos que incluso se regalaron en el régimen derrotado por el pueblo; se trata de los sufragios que se anotarían en contra de los candidatos distintos al MAS y para los de este partido, allí donde no haya los controles ni de los tribunales electorales ni de los delegados de partidos; el miedo tendría algún resultado, sobre todo en el campo, especialmente entre los que han constatado que pierden gangas y las seguirán perdiendo con un gobierno que fiscalice el accionar del que fue gobierno de Morales; el llamado voto comunitario por el MAS, es decir, los que se resuelvan, impuestos, por los caídos del poder; allí donde puedan los masistas anotarían votos de sus adversarios, en favor de sus candidatos; compra de votos, como en cualquier mercado, para lo que tienen dinero los masistas, recursos que podrían aumentar procedentes de los amigos suyos y que consideran que con más plata el refugiado acelerará su retorno al país —el que acaba de señalar que cualquier momento volverá a Bolivia— y al poder perdido; asimismo podría repetirse la compra indirecta de votos, con regalos que, aparenten ser navideños; no se debe descartar el apoyo electoral para el MAS, destinado a tapar los delitos que pudieron haberse cometido en casi 14 años del llamado proceso de cambio, para lo que estarían listos los beneficiarios de ayer y de todos los pelajes.

Sin embargo, no se afirma aquí que todas esas formas de fraude se consumarían en las elecciones próximas, pero lo dicho es una alerta, quizá no tan temprana, pero necesaria a todas luces.

No se asegura que con fraude ganaría el MAS en aquellos comicios, como pregona Morales desde Argentina, (sin hablar del fraude, por supuesto), para animar a sus huestes y como aliento propio.

Es una prevención la que hacemos sobre las posibles formas de fraude electoral, ante las que urge redoblar la vigilancia y para buscar que los exoficialistas pierdan toda chance de victoria electoral, la que sólo tendría lugar con otro gigantesco fraude o irregularidades establecidas por los auditores de la OEA.

En lo posible, con el accionar de la mayoría de los electores, aquellos políticos y politiqueros deben mermar su influencia electoral todo cuando sea posible para desmontar el aparato político y orgánico que tienen todavía.

Los que hacen fraude electoral y en tantos otros momentos de sus vidas, privadas y públicas, estimamos que ya no pueden existir sin esa práctica irregular.

Más cuidado aún se debe desplegar hacia fraudulentos que pretenden “combinar” una prometida participación en los comicios y en las movilizaciones pacíficas, como la cara y el sello de una moneda.

A los revolucionarios, de hace tiempo y de todos los días, proponemos otra vez apurar la formación de un frente antiimperialista y revolucionario para la verdadera revolución liberadora que está pendiente.

Sería una ilusión que por esa tarea que planteamos, esperemos una salida socialista de las elecciones que vendrán, pero tenemos que ser activistas de esos comicios.

Ni ilusiones sin fundamento ni exitismo vacío. El pueblo otra vez puede comportarse sabio y derrotar a los que se presentan como revolucionarios cuando apenas son reformistas-burgueses, lo que se ha probado en más de 13 años.

Y, sin cargos de conciencia, porque no corresponde: tenemos que hacer lo que esté a nuestro alcance para explicar el papel del imperialismo, como enemigo fundamental y del masismo, como adversario de segunda, de los explotados y oprimidos bolivianos.

No hay que perderse. El agua limpia se encargará de lavar la mugre que a ciertos compañeros honestos les impide ver la realidad de la corriente contaminada que recorre por varios riachuelos masistas.

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