Editorial de Aquí 289
Evo Morales, con variaciones de palabras y en varias ocasiones —incluidas las que propagó antes de las elecciones fraudulentas del 20 de octubre último—denunció que la derecha, los comités cívicos y el CONADE, organizaban un golpe de estado, con militares jubilados. Luego añadió que se trataba de un golpe cívico y político. Agregó, días después, que el golpe estallaría aunque él gane con el 51 por ciento en los comicios citados.
La denuncia del supuesto golpe de estado ha sido recogida como verídica por los amigos de Morales, como en el Brasil, país en el que se ha realizado una marcha, organizada por el Partido de los Trabajadores (PT), en la que se condenó el golpe contra el ex Presidente de nuestro país. Admitamos que Evo Morales ha hecho creer, aquí y en otras latitudes, que hubo y que hay golpe de estado en su contra; una táctica atribuida a Maquiavelo, el que había dicho o reprodujo de otro: Gobernar es hacer creer.
Sin embargo, Ignacio Lula da Silva, líder del PT y expresidente brasileño, ha señalado que el error de Evo Morales fue postular a la a la presidencia, por cuarta vez, en contra de la Constitución y después del desconocimiento que hizo del NO a la repostulación suya y de Álvaro García expresado por más del 51 por ciento de los bolivianos que votaron (y notamos) NO en el referéndum del 21 de febrero de 2016 (el 21F).
Asimismo, el Tribunal Constitucional Plurinacional, cometió prevaricato porque dispuso que Evo Morales y Álvaro García están autorizados para repostular indefinidamente a los cargos de Presidente y Vicepresidente, para lo que alegaron que, la repostulación sin límites, es un derecho humano y, acaso más grave, esa sentencia constitucional desconoció el NO del 21F, no obstante de que, según la Ley Fundamental de Bolivia, los resultados del 21F son de cumplimiento obligatorio, es decir, son vinculantes, dispone la norma. Esa resolución de aquel Tribunal violó la Constitución Política. En tal caso, Morales, al estilo de los burgueses de Francia, sin decirlo expresamente, como la legalidad y el 21F sentía que mataban su repostulación, emprendió la tarea de matar a esa legalidad y los resultados del 21F.
Evo Morales y su gobierno han sido depuestos por una rebelión popular, como la que señala la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) o por la fuerza de la masa, para decirlo con las palabras de René Zavaleta.
La rebelión popular es una facultad cuando se quiebra el estado de derecho, como ocurrió en nuestro país.
Tarde, pero a tiempo, un motín de policías respaldó el alzamiento de la mayoría de los bolivianos que, sólo en su último tramo, exigió la renuncia de Morales.
Los militares, en cambio, al parecer, le hicieron saber al exPresidene que no reprimirían a la gente movilizada, en la mayoría de las ciudades del país, comprendidas las llamadas ciudades intermedias.
Esa mayoría del pueblo boliviano no se movilizó como los golpistas de otrora en Bolivia.
Los golpes de estado, según la historia, en nuestro país y casi siempre, tuvieron aliento y/o apoyo de los gobiernos estadounidenses. Morales no ha culpado ni a Estados Unidos ni a la Unidad Europea (UE) de respaldar a ese supuesto golpe de estado boliviano.
Para resumir, el golpe de estado clásico, consistía en que militares, apoyados en el monopolio de las armas y en medio de una crisis política y social, asumían el gobierno en nuestro país, en reemplazo del gobernante elegido en comicios, para convocar a elecciones, en el menor tiempo posible, añadían los uniformados. Hugo Banzer Suárez ejerció una dictadura facistoide o fascista, durante seis años, para lo qu depuso a un gobierno progresista, como fue el del General. del Pueblo, Juan José Torres González.
En los últimos 50 años no hubo en Bolivia ningún golpe de estado con respaldo de la mayoría de los habitantes de esta tierra,
La mayoría de l os bolivianos, insurreccionados, en cierto modo, contra el nacido en Isallavi-Orinoca, lo hicieron espontáneamente, con escasa organización, con una unidad parcial, con un programa inconcluso, con limitado apoyo del exterior, con dirección diversa y sin armas…Eso lo sabe Morales y sus secuaces, sólo que les debe resultar muy difícil de asimilar esa realidad, entre otras cosas, porque creían que la mayoría de los bolivianos les apoyaría para vencer a los rebelados, especialmente, en las calles citadinas, como ha sucedido varias veces en Bolivia.
Luego de la renuncia y del exilio de Morales, éste fue reemplazado por la actual gobernante Jeanine Añez Chávez, de acuerdo a la Constitución, es decir, ocurrió una sucesión constitucional, la que fue facilitada por los errores de los gobernantes hasta ayer.
Este es otro elemento que desmiente al inventado golpe de estado del que se considera víctima el exPresidente autoritario de nuestro país.
El alzamiento o rebelión popular fue posible con la fuerza inmensa que acumuló, de rechazo al fraude electoral gigantesco, el que abarcó toda la consulta, desde sus orígenes.
Sucede que Morales, además de reiterar que él ha ganado las elecciones, en la primera vuelta, resultado en apariencia favorable a él, adiciona que la derecha lo desconoce, por lo que Morales propuso una nueva auditoría a los comicios del 20, bajo la presidencia del Papa Francisco y con la participación de organismos internacionales.
Para un registro se debe tener presente que por las redes sociales circula una nota en la que se asegura que la auditoría que presidió la OEA, también es mentirosa, pese a que sus difusores saben que esa auditoría y los auditores fueron sugeridos por Morales y/o gente de su entorno o de más allá de nuestras fronteras.
La Asamblea Legislativa Plurinacional, aprobó una ley que anula las elecciones del 20 de octubre; convoca a nuevas elecciones, de las que no deben participar ni Evo Morales ni Álvaro García; comicios que deben ser organizados por nuevos vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de los tribunales departamentales electorales; los que deben ser elegidos por seis años.
Evo Morales tendría que haber ayudado a evitar las muertes de compatriotas en Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto). Pero Morales llamó a la pacificación del país y al mismo tiempo convocó a los masistas a estrechar el cerco a las ciudades. Así Morales, otra vez, demostró que no tiene grandeza alguna
Además, debemos estar avisados de que la aplicación de aquella ley podría ser difícil, también para los masistas.
Al fraude electoral, en favor de Morales, éste antepone el golpe de estado, invento suyo y de sus corifeos.
El supuesto golpe de estado, inventado por Morales, pretende, cuando menos, tender un velo que oculte el alzamiento de la mayoría de los bolivianos.
El fraude electoral que movilizó y moviliza a esa mayoría nacional y popular, es ignorado por Morales y sus seguidores, y éstos denuncian que lo que hubo aquí, durante más de dos semanas, fue un golpe de estado y Evo Morales la principal víctima de ese golpe, añadimos los editores de este periódico virtual.
Un reduccionista diría que ahora los bolivianos nos separamos en dos bloques: los golpistas, léase mejor, los alzados; frente a los antigolpistas, varios de los cuales quizá todavía sueñan con que Morales, ante el cerco a las ciudades bolivianas, retorne al país, porque él sabe gobernar ha dicho una mujer que vive a orillas del lago Titicaca.
Morales ganó innumerables batallas políticas en 13 años representando el popel de víctima. Menos la último en la que se enfrentó a la mayoría de los bolivianos.
Creemos que en esta tragedia que vivimos los bolivianos —tragedia según el verbo de Carlos Marx, la que se repetiría como comedia— la derrota del exPresidente, se ha consumado en el actual tramo. Lo que se debe hacer, especialmente desde el bloque vencedor de este último tiempo, en nuestro país. quizá sea más difícil si en serio se impulsan tareas para desmontar el aparato que articuló el exiliado en México, a lo que se suma el efecto negativo de las mentiras, el que continuará a los cuatro costados del territorio boliviano.
La lectura que hace Morales y sus huestes de los últimos acontecimientos bolivianos es equivocada y, en consecuencia, mejor para los enfrentados al exPresidente.
De sus errores ojalá gane menos Evo Morales que la mayoría de nuestro pueblo.
El cerco a las ciudades, consigna reiterada por Morales, durante la rebelión de la mayoría de los bolivianos, se define como un delito de lesa humanidad que merece proceso y castigo. Nosotros esperamos muy poco de esos procesos, pero respetamos la búsqueda de justicia de los que intenten un proceso como ese.
Haber si aguantan, el cerco a las ciudades fue el complemento del Presidente antes de su caída. Esa es una agravante del delito cometido por Morales, el que se suma a otros.
En este momento, Evo Morales y Álvaro García, por intermedio de parlamentarios del MAS, están tras de una ley de amnistía que les perdone faltas y delitos, para retornar ambos y sus partidarios a Bolivia, como si estuvieran limpios de lodo y sangre Espinal, el cura al que mandaron a matar los dictadores narcofascistas. Luis García Meza y Luis Arce Gómez, dejó escrito, con letras de fuego, que callar es lo mismo que mentir.
Por ello, es posible clasificar como mentira lo que calló Morales en su conferencia de prensa, a las 7 de la mañana, antes de su renuncia: que anulaba las elecciones del 20 de octubre y que él convocaba a nuevas elecciones. No dijo, en ese momento ni después, aquí en Bolivia, que él no iba a ser candidato de nuevo.
Sin embargo, Morales, a un periodista de la BBC de Londres, le respondió que él (Morales) había dicho, en Bolivia, que no iba a repostular en los próximos comicios. El periodista de la BBC replicó al exPresidente que éste no dijo nada de que no iba a participar, como candidato, en las elecciones próximas
En ese momento Morales le dijo al periodista que él no mentía. Morales aquí calló un dato de primera importancia. Si se le cree a Espinal, Morales mintió al callar ese dato.
A su llegada a México, recibido como un héroe, sin serlo, Morales declaró que la derecha lo discrimina en Bolivia porque es indígena y de izquierda. Ésa es una media verdad, para decir lo menos.
Morales es de padres indígenas, pero él no habla un idioma nativo; sin embargo, impuso como obligación que los funcionarios públicos aprendan, si no sabían una lengua originaria para comunicarse con los indígenas que acudan a las oficinas gubernamentales. No obstante, para nosotros es más importante la ubicación de Morales entre las clases sociales. Él es un mediano propietario que contrataba a 20 semiproletarios o proletarios para que labren en su inmueble de Villa 14 de Septiembre, en el Chapare. Morales, no es ni fue un campesino-indígena pobre o empobrecido.
Que Morales sea de izquierda, es dudoso. Una vez dijo que es marxista-leninista y nada parece utilizar de esa teoría y de ese método, para entender que no fue derrotado por un golpe de estado que, en cambio, fue depuesto por una rebelión popular.
El exPresidente calla su pertenencia a un grupo social de mediano propietario, por lo que debe aspirar a convertirse en capitalista. Una vez como presidente Evo Morales señaló que defiende la propiedad privada.
El supuesto izquierdismo de Morales es para desinformar, elemento con el que sorprende a distraídos.
Morales, apoyado en mentiras, ha hecho propaganda política, con lo que confirmó que la propaganda política tiene una crecida dosis de mentiras, de acuerdo a un estudioso francés. Y como sostiene un docente universitario alemán, en una guerra, lo primero que muere es la verdad. Añadimos, de nuestro convencimiento, que en Bolivia cundo se agudiza la lucha de clases sociales, como ocurrió y ocurre ahora, aquí se mata a la verdad o se lo intenta.
Morales, asimismo, aunque no tenga claridad sobre ese asunto, tal como aconseja un exDirector de la CIA, niega todos los cargos en su contra, aunque esos cargos sean fundados, y esos mismos cargos los atribuye a otros.
En suma, Morales, en vez de argumentar, miente, miente y miente.
Por lo dicho en este editorial, debemos mantener reforzada la guardia ante el exPresidente derrotado y exiliado, porque ha dicho que seguirá ocupado de la política y sabemos de qué laya es su política.