Yolanda Herrera, presidenta de la APDH:
¿Con qué ideales nació la APDH?
En la promoción, la defensa, la denuncia de vulneración de los derechos humanos. La concepción pluralista, independiente de cualquier posición político-partidaria o de grupos de poder.
Con el retorno a la democracia, ¿cuál fue o es el principal objetivo de la APDH?
Profundizar los avances en materia de derechos humanos, profundizar la democracia y hacer una vigilancia del Estado de Derecho.
¿Cuál fue la lectura de la asamblea sobre el proceso de cambio?
De una señal positiva, de mayor presencia de personas que estuvieron siempre marginadas y excluidas, de grupos sociales que no tenían ningún privilegio, de una distribución mucho más equitativa de los recursos. Entonces, ése es el mensaje que se veía, y no sólo una representación solamente formal, sino una real participación en la toma de decisiones de las cosas públicas.
Y esa mirada ha cambiado hoy, ocho años después?
Hay datos que son importantes de reconocer, pero que en lo estructural no vemos un avance.
Sabemos que muchos activistas pasaron a trabajar en el Gobierno. ¿Cómo sucedió esto y cuántas personas estarían trabajando en el Ejecutivo?
No tenemos un dato exacto, pero podríamos indicar que alrededor de unas ocho a diez personas, tal vez más, han tomado la opción, con todo derecho, de ser funcionarios públicos y que a partir de esa decisión ya hay una opción que ha sido tomada y que la respetamos.
¿Esto ha perjudicado o ha beneficiado a la asamblea?
Ha confundido, ha generado contradicciones porque ha dejado como un mensaje de que no habría vulneración de derechos humanos, lo que lamentablemente la realidad muestra que no es así, que sigue habiendo déficit en derechos humanos y que es más que nunca necesaria una posición política totalmente apartidaria o de cualquier grupo de interés o de poder de la Asamblea de Derechos Humanos.
Al haber personas que han sido activistas de derechos humanos en instancias del Estado, consideran, que la presencia sola de estas personas garantiza, lo que no es cierto, porque son roles diferentes. El rol del Estado y del Gobierno es uno, y rol de este organismo de derechos humanos, como es la asamblea, es otro (...).
Dentro de la asamblea hay un grupo afín al Gobierno. ¿Estamos ante una crisis institucional, una división interna?
Estamos ante un debate, principalmente de lo que significa la filosofía de los derechos humanos, lo que significa el nuevo rol que tiene la Asamblea de Derechos Humanos en este periodo de democracia, de avance en materia de derechos humanos.
Todavía hay una confusión en algunos que consideran que no hay violación a los derechos humanos, y que más bien hay que mantener silencio. Mientras que hay otro grupo que considera que es ahora cuando hay que señalarlos porque eso ayuda a la legalidad y a la legitimidad de un gobierno, que se indica como de izquierda y del pueblo.
Entonces, ahora es cuando la sociedad civil, a través de estas organizaciones, tiene que tener una mayor independencia porque sólo eso puede darle legitimidad a este proceso.
Lo otro, que solamente es una mirada aplaudidora y silenciosa de hechos concretos que se dan, no contribuye y pone en riesgo la democracia y el Estado de Derecho, porque no se puede funcionalizar esta institución a ningún gobierno ni a ningún grupo de poder. El poder político partidario no es eterno, tiene sus ciclos y estaría debilitándose a una institución histórica como es la asamblea. Ahora más que nunca hay que luchar por su independencia, y porque siga alineada en la defensa de los derechos humanos.
¿La asamblea a qué presidente de La Paz reconoce, a Amparo Carvajal o a Estallani?
A Amparo Carvajal que está dentro de la estructura de nuestros estatutos, de nuestros procedimientos. Es la asamblea que orgánicamente se reconoce.
¿Ve alguna actitud del oficialismo respecto de la asamblea?
La intromisión de la Policía, del 17 al 20 de enero nos ha llamado poderosamente la atención. Que efectivos policiales, a pedido de una de las partes, se mantengan dentro de nuestra institución nos ha llamado la atención, y nos ha preocupado seriamente si efectivamente el poder que tiene este grupo puede influenciar para que una instancia del Gobierno tenga que proteger a un grupo que tiene una tendencia mucho más progubernamental que en la filosofía y en los principios de nuestra institución que están establecidos.
"Estamos ante un debate sobre lo que significa el nuevo rol de la asamblea en este periodo de democracia”.