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Si el Estado fuera plurinacional organizaría nuevas fuerzas armadas

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De sábado a sábado (238)

Remberto Cárdenas Morales*

Apoyados en nuestra realidad y en la de otros países de Latinoamérica, afirmamos que es imposible un nuevo Estado si las fuerzas armadas, la policía y la burocracia siguen siendo las antiguas que custodiaban el viejo Estado o servían a éste.

El Estado plurinacional o presunto Estado integral de Gramsci, del que parlotea el Vicepresidente, para nosotros existe sólo en las palabras, básicamente, porque en Bolivia de este tiempo las antiguas Fuerzas Armadas (en sus tres armas) y la Policía Boliviana ni siquiera viven una reforma y, por tanto, nada tienen de nuevas o que al menos estén en un cauce de renovaciónn. La burocracia, a pesar de la sustitución parcial de sus integrantes, es tan ineficiente como antes e incluso más inoperante que otrora, en ciertos casos.

En esta nota, sin embargo, hablamos de las Fuerzas Armadas, del Ejército en especial porque esta es la rama más antigua de aquélla y que durante décadas fue la única que existió en nuestro país. FF.AA. que, además, son tan subdesarrolladas como es Bolivia.

El Presidente, que dice que el Ejército fue una de sus escuelas (la de Orinoca y los sindicatos cocaleros fueron las otras), en el último tiempo, más de una vez añadió que ese Ejército es “anticolonial y antiimperialista”, desde la batalla de Tumusla de la guerra de la independencia, librada en lo que ahora es Bolivia, contra el colonialismo español.

Asimismo, el Presidente, a los principales jefes militares que asistían a una actividad oficial en el Palacio Legislativo, les instruyó que dejen de enseñar en los institutos de formación castrense que el socialismo es el principal enemigo de nuestro pueblo porque, agregó Morales, el verdadero enemigo de nuestro pueblo es el imperialismo.

La definición del Presidente acerca del Ejército boliviano fue posterior a instrucciones suyas planteadas en Oruro, en un aniversario de las Fuerzas Armadas: allí Evo Morales afirmó que Bolivia no necesita un “Ejército masacrador” y que en la nueva doctrina boliviana para las Fuerzas Armadas debe establecer que éstas sirvan al pueblo, defiendan los recursos naturales y, por tanto, vigilen la aplicación de la nueva Constitución Política del Estado la que, a pesar de que se la viola desde el Estado, sigue siendo la más importante reforma jurídica y política en Bolivia de este tiempo.

El Ministro de Defensa, el 25 de diciembre del año pasado (ver el diario Cambio de esa fecha), dijo que se elabora una doctrina militar de las Fuerzas Armadas bolivianas cuyos principios son: “nacionalismo, patriotismo, antiimperialismo, anticapitalismo y justicia social”.

No sabemos nada más sobre los avances o no en la redacción de ese documento en este período socio-político de nuestro país. Sin embargo, conviene al menos señalar dos experiencias bolivianas respecto de una doctrina para las Fuerzas Armadas vernaculares: circuló un texto de doctrina militar escrito por “militares patriotas” enfrentados, hasta donde era posible durante las dictaduras militares y fascistas, la que apuntaba hacia la necesidad de que los uniformados luchen contra la dependencia y el atraso de Bolivia.

La otra experiencia negativa del momento de la UDP y de Siles Zuazo presidente fue la que protagonizó el entonces Ministro de Defensa el que, con bombo y platillos, presentó una doctrina para las Fuerzas Armadas bolivianas la que, a pocas horas de su parcial difusión, se estableció que fue copiada de una doctrina de las fuerzas armadas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), por lo que fue retirada inmediatamente después de haberse descubierto el plagio.

Gobernantes consideran que ahora, en las Fuerzas Armadas bolivianas, tenemos “patriotas” como los tres conscriptos apresados hace poco en Chile, cuando perseguían a contrabandistas, de acuerdo al parte oficial; efectivos militares a los que se los declaró defensores del mar (que no tenemos) y a los que se los ascendió al grado de cabos, como premio porque su comportamiento fue “ejemplar”, dijeron desde el Palacio de Gobierno, ante las autoridades chilenas que iniciaron un proceso contra esos bolivianos uniformados y cautivos, el que acabó con más penas para el gobierno de Chile y con más glorias para el gobierno de Bolivia.

Nosotros afirmamos que los tres soldados bolivianos, presos en Chile, tuvieron un comportamiento muy raro el momento en el que persiguieron, en territorio vecino al boliviano, a contrabandistas de automóviles, operativo al que asistieron sin un mando natural evidente y sin que conozcamos si debieron cumplir alguna otra misión aduanera. Ese comportamiento dudoso merece, pues, una investigación por instancias distintas al Estado, como los periodistas. Ojalá se emprenda una averiguación sobre ese caso.

El comportamiento de los tres conscriptos cautivos en el vecino país, por ejemplar que haya sido,  está muy lejos de constituir una evidencia que demuestre que tenemos otras fuerzas armadas, que éstas ya son antiimperialistas, como afirmó un jefe militar que en ese momento comandaba el Colegio Militar “Gualberto Villarroel” de La Paz.

Otro ejemplo, que no se debe seguir, es el de la Escuela de Cóndores de Sanandita (Tarija), a la que concurren oficiales escogidos del Ejército para realizar una especie de curso de postgrado, en un centro de formación que es una réplica criolla de la Escuela de las Américas de EE.UU., a la que asistieron dictadores como Banzer, que actualmente funciona en Georgia.

En esa escuela castrense, en poco más de dos años, han muerto dos oficiales como consecuencia de golpizas o “torturas” de las que son responsables instructores suyos. Poma y Espinal son los apellidos de esos oficiales. Luego de prolongadas gestiones, los familiares del teniente Poma han conseguido que sean tribunales ordinarios (y no de las FF.AA.) los que juzguen a los posibles autores de ese crimen. En tanto que, en este momento y en la sede de gobierno, familiares y pobladores de La Asunta (La Paz), lugar de nacimiento del teniente Espinal, piden otro proceso, también ante la justicia ordinaria, para los autores materiales e intelectuales de ese segundo homicidio o quizá asesinato. Es alentador, asimismo, que los compatriotas de La Asunta, lugar en el que se produce coca, exijan el cierre de la Escuela de Cóndores de Sanandita.

La Escuela de Cóndores, a la que concurren oficiales de la región latinoamericana, es definida como un centro en el que ocurren crímenes como los señalados y en el que está asegurada la impunidad de sus autores. Un cuartel de formación, con los antecedentes anotados, es un ejemplo esclarecedor de que las antiguas Fuerzas Armadas bolivianas, las que esencialmente siguen siendo las mismas, son uno de los soportes fundamentales del Estado plurinacional el que, reiteramos, para nosotros sólo existe en las palabras de los gobernantes.

Dicen y demuestran mucho más las muertes de dos tenientes Poma y Espinal, en la Escuela de Cóndores, antes que el patriotismo dudoso de los tres conscriptos cautivos en Chile, que ostentan un nuevo modesto grado militar.

Lo viejo que lucha por sobrevivir en las Fuerzas Armadas, como la Escuela de Cóndores permanecerá más, mientras los homenajes a uniformados que se ocupan de tareas aparentemente sólo aduaneras, durarán muy poco.

Y las fuerzas armadas de un nuevo Estado plurinacional o para un Estado integral, jamás deben tener masacradores y torturadores entre sus efectivos. Además, los verdaderos patriotas de uniforme tendrían que organizar las nuevas fuerzas armadas pero ellos no alcanzan para emprender tan gigantesca tarea, la que quiere decir, sin duda, organizar a la vez el nuevo Estado plurinacional en Bolivia.

*Periodista

La Paz, 9 de marzo de 2013.

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