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El enemigo íntimo o el discreto y dulce encanto del aburguesamiento

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Arturo D. Villanueva Imaña*

¡Albricias!, el amplio y categórico triunfo electoral que acaba de confirmarse, demuestra que el pueblo ha ratificado una vez más su confianza en el Presidente Evo Morales y es un rotundo mentís para todos aquellos que pensaban que en vista del rumbo y los graves desaciertos que el proceso de cambio tomó en los últimos años, se podría producir un voto castigo en las urnas.

Dado el elevado porcentaje conseguido, algo similar, pero más bajo al obtenido el año 2009 cuando el pueblo claramente expresó su decisión de respaldar un proceso de cambio y transformaciones, ahora no parece importante saber qué quiere el pueblo, cuál es su mandato y qué sectores sociales dirigirán el proceso. Tampoco interesa establecer qué tipo de sujetos sociales decidieron retirar su apoyo, bajarse del proceso y reducir el porcentaje de votación en los departamentos occidentales. Lo importante es que se ganó. Solo interesa contabilizar (sin preocuparse de la composición social y los intereses que representan), cuántos han permitido el incremento de votos que se produjo en el oriente, se subieron al carro triunfador y compensaron aquellos que se perdieron en el altiplano. Es el momento del éxito y las congratulaciones.

Es más, como afirmó Walter Chavez (asesor electoral de la campaña del MAS) en un programa del pasado domingo en el canal ATB de televisión, el acercamiento a los sectores sociales medios y altos, y el copamiento del espectro político del centro que el propio Presidente Evo Morales habría decidido impulsar hace años, no afectará en absoluto el proceso de cambio y transformación, y que más bien muestra una agudeza política que ha sido premiada en las urnas. Que aquellos que piensan que ese viraje que ha supuesto el establecimiento de acuerdos y la incorporación de reconocidos sectores y personajes derechistas, reaccionarios y acérrimos opositores del gobierno y del proceso, para constituirse en los nuevos candidatos elegidos; en realidad (y como insinúa otro periodista destacado como Pablo Estefanoni), no es sinónimo de la derechización y abandono del mandato popular de transformaciones, sino más bien la expresión del acercamiento que efectúa la burguesía y los antiguos sectores dominantes, para contribuir y coadyuvar al proceso de cambio. Es decir, que en contrario de lo que pudiera pensarse, no es que el gobierno se derechizó y aburguesó, sino más bien es la burguesía y los sectores dominantes los que han decidido cambiar y contribuir al proceso de transformaciones, constituyéndose en sus nuevos actores.

Pero hay más buenas nuevas, también se ha conocido que Organismos Internacionales (en el pasado francamente desdeñosos del proceso y habituales impulsores de políticas neoliberales), así como periodistas y medios de información de reputación internacional (The Guardian entre otros), no solamente han elogiado diversas medidas y logros alcanzados, sino que han descubierto que un modelo socialista como se dice del boliviano, ha demostrado que no afecta la economía ni el bienestar de la gente (principalmente de los que concentran la riqueza). Ello permite desmitificar y destruir uno de los más grandes miedos y temores del capitalismo y sus intereses,  pero sobre todo no menoscaba en absoluto (puede inferirse), los inestimables, jugosos e importantes negocios que ya se han establecido, así como aquellos que a futuro puedan darse tras semejantes auspicios, que no dudan en catalogar como lecciones para aprender, tras las lisonjas y elogios transmitidos.

En fin, que dado el manejo impecable de la economía, no hay por qué preocuparse sobre la sostenibilidad de la bonanza que se disfruta, o la capacidad del Estado para cubrir las deudas sociales acumuladas, que se traducen en el compromiso de pagar indefinidamente los diversos bonos y aguinaldos aprobados e incrementados en los últimos años. Se da por supuesto que a pesar de la crisis que aqueja a la economía mundial, e inclusive a la de países limítrofes con economías de mayor envergadura, éstas no nos afectarán y continuarán fluyendo los ingresos y la riqueza que actualmente se dispone. Que aquella preocupación por garantizar equidad, igualdad y una real y permanente distribución de la riqueza entre todos los bolivianos, por medio de la transformación de las relaciones de producción y el establecimiento de formas de producción comunitarias, asociativas y con una relación armoniosa con la naturaleza, en realidad constituyen planteamientos reaccionarios que solo perjudicarán el desarrollismo y el progreso que la mayoría de los bolivianos aspiran.

Vistas de esa forma las cosas, solo falta saber, así como discurre la trama de esa icónica película de Luis Buñuel de los años 70 cuyo título parafraseamos, cómo se producirá el desenlace en nuestro escenario y si los comensales finalmente disfrutarán de su cena…

* Sociólogo, boliviano. Cochabamba, Bolivia. Octubre 21 de 2014

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