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Evo ha perdido su batalla crucial

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Flechas yurakarés

Alejandro Almaraz

Todos los gobernantes se ven en la necesidad de librar una batalla crucial, de desplegar el máximo de sus esfuerzos por conseguir un objetivo priorizado sobre todos los otros.

La batalla que Evo Morales ha escogido librar como crucial, en su segundo mandato, no es la de la apropiación nacional de los recursos naturales estratégicos contra el capital transnacional, ni la de la redistribución de la tierra contra los terratenientes, ni la de la reforma institucional del Estado contra la corrupción y la colonialidad ni ninguna otra que pudiera preverse a la luz de sus postulados discursivos.

La batalla crucial escogida por Evo Morales es la carretera por el TIPNIS, contra el movimiento indígena y una buena parte de la sociedad boliviana.

Por construir esa carretera, como por ningún otro propósito, ha extremado sus esfuerzos y ha acudido a todos los recursos a su alcance, los lícitos, los ilícitos y hasta los criminales, a lo largo de la batalla, mucho más larga y difícil de lo que debió prever cuando la precipitaba con su desafiante prepotencia.

Así, ha violado la Constitución Política del Estado y las leyes de manera grave, repetida y evidente; ha desarrollado una millonaria, masiva e interminable campaña mediática groseramente falaz y calumniosa para legitimar su propósito y descalificar al movimiento indígena y a todo el que defendiera el TIPNIS; ha desplegado sostenidamente gran parte del aparato estatal a nivel nacional; ha convocado a los sectores populares al enfrentamiento contra la defensa del TIPNIS logrando que algunos ataquen con violencia las movilizaciones indígenas; ha sentado el primer precedente histórico de la brutal y cobarde represión policial contra una pacífica y legítima movilización indígena; ha utilizado todas las formas de la coacción para dividir y cooptar al movimiento indígena; ha reducido la vigencia del derecho constitucional indígena a la consulta, al más burdo y alevoso de los fraudes; ha lesionado profunda e irreparablemente su imagen internacional; ha puesto en escandalosa evidencia su control y manipulación de los órganos Judicial y Electoral, y hasta ha agudizado sensiblemente las grietas y conflictos al interior del bloque oficialista.

Se ha jugado el todo por el todo, y lo ha perdido. No cabe interpretar sino como una disimulada admisión de su derrota, como una rendición “honrosa” en la batalla, las recientes declaraciones de los voceros oficialistas y del propio Evo, señalando que por el momento no se construirá la carretera, porque primero se erradicará la pobreza en el TIPNIS.

La realidad actual muestra que mientras el Gobierno ha agotado todos sus recursos sin haber logrado las condiciones sociales y jurídicas mínimamente favorables a la apertura de la carretera, la defensa del TIPNIS no sólo sigue en pie, posicionada en amplios espacios, sino que vive momentos de franco fortalecimiento y tiene por delante sus posibilidades más importantes.

La sociedad boliviana no ha variado su mayoritario apoyo a la defensa del TIPNIS, está pendiente de resolución, y con muy malos augurios para el Gobierno, la acción interpuesta por los indígenas ante la CIDH, e incluso las varias acciones de inconstitucionalidad contra el proyecto carretero, y, el más importante y efectivo recurso del movimiento indígena, la resistencia física en el territorio a cualquier avance de la carretera, se viene organizando de modo vigoroso y promisorio, favorecido por la decepción que el cínico informe del Ministerio de Obras Públicas sobre la consulta ha causado en las autoridades y familias indígenas que creyeron en las mentiras del Gobierno y cedieron a su coacción.

Si a todo esto agregamos la situación preelectoral que se comienza a vivir, resulta indiscutible que, para el Gobierno, persistir en la batalla ya perdida sólo profundizará su derrota y la trasladará al terreno en el que Evo debe jugarse su re-reelección, que es lo único que le interesa más que la carretera por el TIPNIS, y por eso la perseguirá quiera o no quiera la Constitución.

Ha quedado muy claro, como el mismo Gobierno lo admite tras las justificaciones con las que pretende salvar un honor que también ha perdido en Chaparina, que la carretera que Evo Morales sentenció que construiría “quieran o no quieran” y que, además, la iba a entregar en su gestión, no habrá ni este año ni el próximo.

Después, en el próximo periodo constitucional, si las fuerzas del mercado que desarrollan destruyendo logran construirla, no será a través de Evo Morales, porque él, en su batalla contra el TIPNIS, no sólo ha perdido su anhelada carretera, sino también sus posibilidades electorales, su liderazgo revolucionario y todo futuro político que no sea el despreciado servicio a los poderosos.

Alejandro Almaraz es abogado. Fue viceministro de Tierras.

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