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Cuando las socias se vuelven jefas

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Vamos a andar

Rafael Puente*

Hace siete años, cuando Evo Morales decide liberar a Bolivia del omnipoder petrolero y obliga a todas las empresas a firmar nuevos contratos que cambian radicalmente las condiciones de la producción de hidrocarburos en nuestro país, formula adecuadamente la nueva situación con la frase: Queremos tener socios, pero no jefes. De esa manera quedaba claro que lo que se estaba nacionalizando era la propiedad del recurso, no las empresas que lo producían, que pasaban efectivamente a la calidad de asociadas del Estado boliviano y dejaban de ser las propietarias del gas y petróleo que extraían (como había establecido en su momento el gobierno del llamado Goni).

Tal fue el comienzo esperanzador de este proceso de cambio que, efectivamente, transformó la economía del país y con la reconstrucción de YPFB nos devolvía a momentos históricos prometedores (como 1936, cuando la nacionalización de la Standard, y 1970, con la nacionalización de la Gulf). Sin embargo, con el paso del tiempo sentíamos que las poderosas transnacionales petroleras no se resignaban a esa condición de socias y cada vez pretendían imponer más condiciones. Para empezar no se interesaban por la producción de petróleo, un negocio menos rentable para ellas que la producción de gas. Y la nueva YPFB, en lugar de obligarlas a cumplir los nuevos contratos, cedió ante su poder y les prometió el famoso aliciente de 30 dólares por barril (incluidos los barriles que ya se estaban produciendo). Pero en este caso la angustia ante la escasez de petróleo, y por tanto de combustibles líquidos, y la angustia de tener que importarlos y subvencionarlos permitía explicar la debilidad de nuestra empresa estatal respecto de sus "socias”.

Pero ahora YPFB nos sale con la novedad de que se va a hacer una pausa de cinco años en el pago de regalías y de IDH, por parte de las petroleras, ¡por la producción de gas! Aquí ya no hay angustia que valga, la producción de gas, según informes de la misma YPFB, goza de muy buena salud y no hay explicación posible para semejante concesión, como no sea la conclusión de que definitivamente nuestras socias se han vuelto jefas, y se sienten en condiciones de exigir lo que les venga en gana, y sabemos que sus ganas son insaciables…

Pero además la empresa YPFB, por muy autárquica y descentralizada que sea, no puede darse el lujo de violar la Constitución. Y nuestra nueva Constitución, que ha sido la segunda gran novedad de este proceso de cambio, afirma en su artículo 351, inciso IV, que las empresas privadas, bolivianas o extranjeras, pagarán impuestos y regalías cuando intervengan en la explotación de los recursos naturales, y los costos a que den lugar no serán reembolsables, añadiendo que esas regalías son un derecho y una compensación por su explotación. Y si no son reembolsables, es evidente que tampoco pueden ser postergables, de la misma manera que a ninguno de nosotros se nos permite la postergación del pago de impuestos (imagínense lo que significaría decretar una pausa en el pago de impuestos, equivaldría a negar la finalidad misma de dicho pago). Y por su parte el artículo 341 afirma que son recursos departamentales (en primer lugar) las regalías creadas por ley y (en segundo lugar) la participación en recursos provenientes de impuestos a los hidrocarburos.

Lo de violar impunemente la Constitución era un recurso típico de aquel presidente llamado Goni, del que en buena hora nos deshicimos; recordemos por ejemplo aquella pausa de cinco años en la prohibición de monopolios privados (que se decretó a favor de la empresa italiana "capitalizadora” de ENTEL). No podemos entender que ahora la nueva YPFB pretenda emular a aquel Gobierno, y el argumento de que los gobiernos departamentales nunca acaban de ejecutar sus respectivos presupuestos, por muy cierto que sea, no justifica la violación de la Constitución. Tampoco justifica esa violación la firma de un acuerdo con la FAM.

Nada la justifica, compañeros de YPFB, pónganse la camiseta de la nueva Bolivia que se supone estamos refundando.

*Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.

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