*A propósito de los diálogos de paz entre Israel y Palestina, Granma entrevistó al experto en temas de Oriente Medio Ernesto Gómez Abascal
Dalia González Delgado
A finales de este julio comenzaron las primeras conversaciones de paz entre Israel y Palestina en tres años. Se desarrollan en secreto; las partes incluso han dejado de informar sobre las reuniones. ¿Podrá lograrse una solución a ese conflicto en una mesa de diálogos? En busca de respuestas, Granma conversó con el analista Ernesto Gómez Abascal, quien atendió las relaciones con la Organización para la Liberación de Palestina y sus diferentes destacamentos durante muchos años y fue embajador de Cuba ante Siria, el Reino Hachemita de Jordania, Iraq y Turquía. Ha participado en eventos internacionales, impartido conferencias y escrito artículos sobre te-mas relacionados con los conflictos en Oriente Medio. Entre sus libros se encuentran Misión en Bagdad y Palestina, ¿crucificada la justicia? Próximamente la Editora Política publicará su último texto titulado El otoño del imperio en el Medio Oriente. De las Torres Gemelas a la Primavera Árabe.
¿Usted es optimista con respecto a estos diálogos?
Optimista sobre los resultados no soy, lamentablemente, porque la posición de Israel sigue siendo muy intransigente. El marco para una negociación que llegue a una solución está creado hace años; existe un grupo de resoluciones de Naciones Unidas, aprobadas tanto por la Asamblea General como por el Consejo de Seguridad, que establece las bases para un acuerdo desde los años 40. Plantea la creación de un Estado palestino, en Gaza y Cisjordania, con una parte árabe de Jerusalén como su capital. Si hubiera buena fe e interés fundamentalmente de Israel, los palestinos estarían dispuestos a negociar sobre la base de quedarse con esos territorios y crear un Estado palestino independiente con los derechos que eso significaría. Israel no acepta eso.
Pero aun así se sentó a negociar...
Lo hicieron fundamentalmente por la presión internacional. A finales del siglo XIX los palestinos constituían más del 90 % de la población y poseían el 99 % de las tierras en Palestina, los judíos eran unos pocos miles. Pero en 1917 obtuvieron la Declaración Balfour, de los ingleses, que les dio el derecho a emigrar ahí y crear lo que llamaron un hogar nacional para el pueblo judío. Des-pués, la persecución de los nazis creó una corriente de simpatía hacia ellos y aumentó la emigración, primero autorizadamente, después desautorizadamente, aunque desde un principio la población palestina rechazó el despojo de sus tierras y desde la década de los 20 se produjeron enfrentamientos violentos.
El movimiento sionista había surgido a finales del siglo XIX, cuando Theodor Herzl elaboró la teoría de que el pueblo judío era una nación especial y debía tener su propio estado en la Tierra otorgada por Jehová, Palestina. En la práctica, se trataba de convertir a los creyentes o fieles de la religión judía en una nación, transformación que fue rechazada incluso por muchos judíos que se consideraban ingleses, franceses, alemanes o rusos. La ocupación de tierras y el aumento de los emigrantes judíos provocó sangrientos enfrentamientos y, cuando Inglaterra, que era la potencia mandataria, no encontró otra solución, llevó el caso a la recién creada Organización de Naciones Unidas, que aprobó la resolución 181 (1947), que establecía en Palestina dos estados, con fronteras muy diferentes a las que contemplan ahora las resoluciones 242 (1967) y 338 (1973). Era mucho más amplio el territorio palestino. Sin embargo, los judíos ocuparon lo que les daba la resolución 181 y mucho más. Solo quedaron Gaza y Cisjordania fuera de la ocupación israelí, territorios que ocuparon en la guerra del 67.
De Gaza se retiraron porque no les quedaba más remedio, eran unas pocas colonias, rodeadas por más de un millón de palestinos. Cisjordania la han ido colonizando, y pretenden ocuparla completa. Los palestinos, además, reclaman el derecho al regreso de los expulsados. Israel no acepta, pero en mi opinión eso es negociable.
Si Israel tuviera la voluntad...
No hay ninguna voluntad de Israel, donde la inmensa mayoría de la población considera que viven en la tierra prometida por Jehová.
Incluso después de comenzar las negociaciones Israel continuó con la construcción de asentamientos. ¿Por qué aun así los palestinos han aceptado ir al diálogo?
No todos están de acuerdo con esto; una parte de los miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) lo rechazaron. Sin embargo, Abu Mazen y otros en la dirección palestina consideran conveniente demostrarle a EE.UU. su voluntad negociadora. Pero es evidente que no hay elementos de fuerza que obliguen a Israel a cambiar la posición.
¿Qué podría obligar a Israel a cambiar su posición?
Fundamentalmente un cambio en la postura de Estados Unidos o en la correlación de fuerzas en la región.
O sea, ¿solo Estados Unidos podría presionar a Israel para cambiar su postura?
Sí.
¿Y usted cree que Estados Unidos tiene interés en poner fin al conflicto?
No, porque dentro de ese país los sionistas tienen una influencia notable y pueden incluso cambiar la política norteamericana; la política hacia Oriente Medio del Departamento de Estado la hacen prácticamente los judíos. Hay una colusión de intereses. En los años 40 la población judía se incrementó en Estados Unidos, penetraron sectores decisivos de la política y la economía, las finanzas, la cultura inclusive.
¿Cuánta influencia realmente tiene el lobby israelí en Estados Unidos?
En mi opinión es mucha, decisiva, respecto a los problemas de Oriente Medio. A Estados Unidos le convendría más tener magníficas relaciones y hacer buenos negocios con los árabes, en una región donde prevalezca la estabilidad. Pero Israel viene a ser como el estado 51 de Estados Unidos; tienen que darle ayuda todos los años, alrededor de 3 mil millones de dólares.
La comunidad judía en Estados Unidos tiene un peso tremendo en las elecciones, no por la cantidad de judíos que votan sino por el dinero que mueven. Grandes medios de prensa norteamericanos son de los judíos, empresas de cine de Hollywood, prestigiosos intelectuales. No se puede medir por la cantidad de personas sino por el poder que han logrado. Ese lobby actúa dentro del Congreso, dentro del Gobierno; con mucha inteligencia, controlan a muchos congresistas, con favores, dinero, promoción para las elecciones.
Entonces es muy difícil; habría que cambiar muchas cosas para que se crearan las condiciones para la paz; para que los palestinos aceptaran lo mínimo que pueden aceptar: Gaza, Cisjordania y Jerusalén árabe. Menos que eso ya no se puede.
Netanyahu parece de una línea dura dentro del espectro político israelí. ¿Hay dentro de ese país otros sectores que quizás quieran la paz con Palestina?
Dentro de Israel existe un pequeño movimiento pacifista que promueve un arreglo con los palestinos, pero no tienen capacidad de decisión.
Pero no están dentro del poder...
No, no tienen ninguna opción. Los sionistas han logrado un nivel de fanatismo muy grande con toda la historia del Holocausto. Se imponen con una fuerza aplastante. Por el momento no hay fuerza política capaz de negociar una solución sobre la base de las resoluciones de Naciones Unidas.
Eso es pesimista.
No, es realista. Yo he hablado con todos ellos, he estado en negociaciones, con los palestinos de todas las corrientes políticas, los más exigentes y los menos, los más flexibles en las negociaciones. Estuve con (Yasser) Arafat varias veces, con los judíos también, con el Partido Comunista de Israel que apoya una solución pacífica y justa, pero es un partido pequeño; también los socialdemócratas, el antiguo partido Mapam; los judíos pacifistas de Paz Ahora. Pero las elecciones las gana la gente intransigente, que plantean en primer lugar con mucha fuerza que si no son ellos, y llegan al Gobierno otras fuerzas, Israel va a desaparecer, porque los árabes quieren liquidarlos a todos y expulsarlos, y ellos son la garantía de la seguridad de Israel. Enarbolan constantemente el tema del Holocausto y ponen la seguridad de Israel y del pueblo elegido por Dios por encima de todo.
Hay mucho fanatismo en esto, es la tierra que Dios les dio, y está escrito en los libros sagrados. Hay un grupo de liberales que no creen tanto en eso, en los propios Estados Unidos, algunos son liberales.
¿Entonces usted no ve cercano el momento de la paz?
Lamentablemente no. Quizás mis nietos puedan ver este momento. Pero es necesario seguir luchando por acercar ese momento, pues los palestinos no van a renunciar nunca a sus derechos, que ya se han reducido notablemente, y mientras más temprano los alcancen, menos sufrimiento y sangre se derramará. Todos debemos luchar junto a ellos por esto, la solidaridad internacional es muy importante.
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