Colaborador de Aquí
Las corrientes ilusas y de buena fe que creen que la política del Vaticano o la cúpula de la Iglesia Católica cambiará y optará por los pobres tras la elección del nuevo Papa están muy equivocados, pues los hechos demostrarán que esas falsas expectativas se irán contra la pared como sucedió cuando fue elegido un afroamericano, Barak Obama, como presidente de los Estados Unidos, elección que llevó a muchos, incluido a grupos marxistas, a creer que el hábito hace al monje. El nuevo Papa, Jorge Mario Bergoglio, un latinoamericano nacido en Argentina, llegó al cargo más alto del arzobispado de la provincia de Buenos Aires, no precisamente por ser abanderado de los pobres, sino porque ser parte del círculo selecto y elitista de la más alta jerarquía eclesiástica.
A muchos les puede parecer que la cúpula de la Iglesia Católica se está vistiendo de pobre, y más aún porque el nuevo pontífice es latinoamericano y eligió un nombre emblemático, Francisco, como Francisco de Asís o Francisco Javier o Francisco de Borja, el primero franciscano y los últimos jesuitas; pero, como ya dijimos antes, el maquillaje puede llevar a engaños. Rafael Puente, ex jesuita y ex viceministro del actual gobierno, en una entrevista realizada por Erbol el pasado 15 de marzo, decía que los jesuitas de Argentina y de Colombia, eran los más conservadores de la orden.
En cuanto a las órdenes religiosas, hay algunas donde la lucha de clases es más intensa que en otras, aunque hay varias que son completamente conservadoras y reaccionarias, generalmente allegadas al poder autoritario, como Opus Dei, cuyos miembros, desde su fundador Josemaría Escriba de Balaguer, cooperó con la dictadura criminal de Francisco Franco en España.
Entre los jesuitas las corrientes de derecha y de izquierda están presentes. Durante la dictadura franquista su tolerancia fue patente, pero luego del Concilio Vaticano II hubo una corriente progresista, tercermundista, que se enraizó en muchos nuevos sacerdotes. De esa corriente, en Bolivia, fueron Luis Espinal (asesinado por los militares el 22 de marzo de 1980), José Prats, Federico Aguiló, Jaime Zalles, Luis Alegre, José Henestrosa; pero también los hubo conservadores, de derecha como Eduardo Arcusa, Alejandro Mestre, José Gramunt, por sólo nombrar a algunos.
Sobre el nuevo Papa, Francisco, el premio nobel de la paz, Francisco Esquivel, dijo que hubo curas de la jerarquía católica que colaboraron con la dictadura militar argentina, pero Jorge Mario Bergoglio no. Sin embargo, agrupaciones de defensa de los derechos humanos, discrepan con esa absolución, quienes señalan que toleró los crímenes y atropellos de los militares y civiles fascistas, es decir, que en obispo Begoglio se cumplió a la premisa “el que calla, otorga”.
Lo que con el tiempo se confirmará es que la estructura jerárquica de la Iglesia Católica no cambiará nada; además la experiencia del tiempo del Papa Juan XXIII, que devino en el Concilio Vaticano II, los corrientes de Medellín y Puebla de los años 60, no se repetirán, al menos mientras no resurja un movimiento continental insurgente.