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Evo Morales será más conocido cuando se descubran las fallas de “sus” obras

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Editorial de Aquí 275

El presidente Morales, en sus últimos mensajes en las celebraciones de la fundación de Bolivia, habló de nuevo sólo de los aparentes buenos resultados (autobombo) de los caminos que se han construido los últimos casi 14 años, sin anotar ninguna autocrítica, y ha dado por entendido que esas vías servirán a todos por igual y de inmediato.

Citamos ejemplos que esperamos se tomen en cuenta para hacer una auditoría y/o una investigación en base a intereses legales y legítimos de los bolivianos:

Entendidos han informado que en la doble vía La Paz-Oruro, en unos tramos más que en otros, la capa asfáltica es más delgada y, por tanto, que no se ajusta a las especificaciones técnicas. Además, la calidad de esa obra ha sido puesta en duda hace tiempo.

El camino Villa Tunari-San Ignacio de Mojos, el de la discordia, que atraviesa ya y que partirá en dos el TIPNIS, está construido parcialmente (incluidos unos puentes), a pesar de la resistencia de los indígenas y pese a que los gobernantes tratan de ocultar esa construcción. El dicho de Evo: quieran a no quieran construiremos ese camino, es una realidad parcial.

La reconstrucción de la autopista La Paz-El Alto ha costado mucho más de lo que se dijo inicialmente y ha empleado un largo tiempo. Explicaciones creíbles sobre la demora aquella y respecto del sobreprecio no se conocen.

Todos esos caminos han sido realizados con dinero prestado: de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y de los chinos, entre otros acreedores.

Esos créditos tienen que pagarse con lo que produzcamos los bolivianos y Morales quedará como un “malgastador”, pero las deudas de ese tipo, casi nunca se perdonan.

Y cuando se establezcan responsabilidades en la construcción de esas vías quizá no haya tiempo ni para procesar a los reales culpables.

Sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), es la lectura que hace el Presidente la que constituye una interpretación chueca:

Los bienes y servicios que producimos en Bolivia son más de lo que consiguen los vecinos, afirman los gobernantes.

Pero no se precisa que estamos lejos de producir más que los argentinos y/o los peruanos. Los argentinos siguen produciendo (y nos venden) más de la mitad de la harina para el pan de consumo masivo y diario. Perú produce más quinua que los bolivianos.

Producimos y exportamos sobre todo materias primas, sin valor agregado, sin que la industrialización transforme esas materias primas. Además, los ingresos de nuestro país, a veces crecidos, se deben a los precios altos para esas mercancías, en el mercado internacional.

Hace varios años que la máxima ejecutiva de la CEPAL de entonces, en La Paz, declaró que los ingresos de nuestro país se debían a esos precios favorables, lo que no sucede este último tiempo, con el gas natural, para hablar de la exportación más sostenida; Bolivia no exporta petróleo, importa diésel.

Disminuye la pobreza en Bolivia, la extrema y la moderada, metas recomendadas incluso por el Banco Mundial, pregonan. Los gobernantes nos recuerdan que entre nosotros crecen las capas medias de la población, lo que se muestra, además, como prosperidad económica.

La pregunta es: vivimos mejor o vivimos bien los bolivianos.

Los ingresos, no obstante los bonos y que es mayor el salario mínimo, no aumentaron como para que el Vicepresidente diga que, en Bolivia, ningún joven se va a dormir con hambre.

Los dos principales gobernantes han dicho, en sus mensajes citados, que hay más trabajo, especialmente para los jóvenes y leyeron cifras.

Qué trabajos son los que aumentan en Bolivia. El eventual, en servicios y por cuenta propia. Trabajos en la producción y en la industrialización son muy escasos. Esa realidad preocupa, Y cuidado, en esta publicación virtual no estamos con ese añejo discurso de que mientras peor se vive, se agudizan más rápido las contradicciones y que con la resolución de las contradicciones hay saltos revolucionarios.

Ahora, sin embargo, leemos mucho mejor la realidad en trincheras del pueblo, donde no tenemos ceguera política o tratamos de evitarla.

Por esto último rechazamos que los candidatos oficialistas, los de la reelección ilegal e inconstitucional, pretendan hacernos creer que con el biocombustible aumentará la producción de granos y, por tanto, crecerán los ingresos, aunque se tale más árboles o lo que es lo mismo: crezca la frontera agrícola.

El análisis que buscamos con esta nota nos reafirma en que las reformas burguesas de Evo y sus incondicionales están muy lejos de configurar una revolución, incluso burguesa. Las revoluciones burguesas se han mostrado imposibles en el último tiempo, en el mundo.

De esas reformas burguesas habla el presidente Morales, porque es imposible que señale otros cambios verdaderamente avanzados, que sean una revolución plebeya (para decirlo con el verbo de Zavaleta), porque no existen.

Más claro: las fallas en las obras del masismo se empiezan a conocer y con ellas la del Jefazo que se las o se las atribuyen sólo a él (todas las obras) y los aciertos, nunca las fallas.

Llegará el desencanto de muchos cuando se lo conozca mejor al presidente Morales, porque es verdad que por las fallas de sus obras lo conoceremos mucho mejor.

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