por Juan Miguel Muñoz
3 septiembre 2014
La normalidad cotidiana, imposible saber por cuánto tiempo, vuelve a reinar en el sur de Israel, y los vecinos de los kibutzim y las comunidades lindantes con Gaza —muchos de ellos hispanohablantes izquierdistas y anarquistas originarios de Argentina o Uruguay— regresan a sus viviendas y a sus mecanizados campos de cultivo. A pocos metros, sin embargo, más de 100.000 personas (el 6% de la población del minúsculo territorio palestino) se han quedado sin hogar. Y sin nada. Se necesitan con urgencia, alertan desde la franja, 5.000 caravanas, porque sus barrios han sido arrasados hasta los cimientos por la aviación y artillería israelíes, mientras los casi dos millones restantes de pobladores subsisten sin apenas luz y agua, rodeados de las ruinas en que se han convertido en ocho años las infraestructuras públicas de Gaza. Docenas de colegios y hospitales han sido bombardeados; la central eléctrica es un amasijo de hierros; cientos de pequeñas fábricas han sido demolidas, y el sistema de distribución de agua, arruinado… Desde 2006, son cuatro las invasiones o bombardeos masivos. Lo normal para los vecinos de la franja. Los cientos de proyectiles sin explotar se desactivan sin aparatos, porque Israel —y ahora el régimen golpista egipcio con más celo que antes— no permite que entren en Gaza ningún artilugio sofisticado, ni las tuberías necesarias para reparar desagües, ni el cemento imprescindible para reconstruir edificios… Diez días después del alto el fuego, nada ha cambiado en los cruces fronterizos de Gaza y los productos siguen sin entrar, según la Agencia de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios. Todo normal.
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palestina
“Todo hombre verdadero
debe sentir el golpe dado
en otra mejilla de hombre”.
J. Martí
Israel no podrá vanagloriarse del genocidio que realiza contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza porque, desde una perspectiva dialéctica e histórica, constituye toda una derrota moral para el gobierno israelí porque demuestra al mundo, en los hechos, la naturaleza fascista y reaccionaria del sionismo.
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El “derecho a la pereza” del periodismo moderno
La expedición punitiva del ejército israelí en Gaza reactivó una de las aspiraciones más espontáneas del periodismo moderno: el derecho a la pereza. En términos más profesionales, esto se llama el “equilibrio”. El canal de televisión estadounidense Fox News, de extrema derecha, se autocalifica, no sin humor, “justo y equilibrado” (“fair and balanced”). En el caso del conflicto en el Medio Oriente, donde las responsabilidades no se comparten por igual, “equilibrio” es proporcionar ventaja a la potencia ocupante. Para la mayoría de los periodistas occidentales, esta es también una forma de protegerse del fanatismo de los destinatarios de una información que pudiera desagradarles, dando la palabra inmediatamente a quienes pueden tranquilizarlos.
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por María Landi
9 agosto, 2014
Si es Hamás lo que odian, déjenme decirles que la gente que han matado no tiene nada que ver con Hamás. Son mujeres, niños y ancianos, cuya única preocupación era que la guerra acabara para poder volver a su vida cotidiana. Pero déjenme decirles que han creado miles —no, millones— de partidarios de Hamás, porque todos nos hemos convertido en Hamás, si para ustedes Hamás significa mujeres, niños y familias inocentes. Si para ustedes los civiles y las familias son Hamás, entonces yo soy Hamás, ellos son Hamás y todos somos Hamás.
Asmaa Al-Ghoul (activista y escritora feminista de Gaza).
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