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Competencia entre ególatras para mantener el statu quo

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Editorial Aquí 336

Una mezcla de complejo de superioridad (o de inferioridad encubierto), de egolatría, de narcisismo es lo que está detrás de los precandidatos presidenciales tanto de la oposición como del oficialismo (en todas las variantes del masismo).

A pocos meses de las anunciadas Elecciones Generales ningún precandidato dice cómo vamos a superar la crisis económica, social, ambiental, institucional y moral por la que estamos atravesando. Por ahora todos están embarcados en mostrarse como “líderes” antes de presentar propuestas y en esas presentaciones de pasarela todos se creen los mejores, los perfectos, los irreemplazables, los únicos que sacarán a Bolivia de tremendo hoyo donde se encuentra.

¿Qué se hará para que haya abastecimiento normal de combustibles? ¿Cuándo habrá dólares, al precio que las autoridades financieras dicen que es el oficial, a fin de que se normalice el comercio, la importación de insumos para la producción de medicinas, de alimentos y de otros productos? ¿Habrán pensado que la falta de carburantes pone en riesgo el suministro normal de energía eléctrica y, en consecuencia, agravará la producción, del suministro de alimentos —los que ya escasean—, del transporte? ¿Tendrán conciencia de que vamos hacia la paralización de las actividades? ¿Estarán diseñando algún plan para superar la alta demanda de pacientes en los hospitales públicos, para reducir el hacinamiento en los centros penitenciarios? ¿Tendrán alguna propuesta responsable para mejorar la calidad educativa que también está en crisis? ¿Propondrán alguna política de Estado para crear nuevas fuentes laborales y reducir la economía informal en nuestro país?

Paradójicamente, en este panorama desolador lo único que crece día a día es la inseguridad ciudadana, la delincuencia, los homicidios, muchos de ellos relacionados con el crimen organizado, sea este narcotráfico, contrabando, entre otros delitos. Según Insight Crime (organización de análisis e investigación sobre el crimen organizado en América Latina y el, Caribe), en el 2024 hasta septiembre (no tuvieron acceso a los siguientes meses) se registraron en el país “336 delitos contra la vida, que incluyen asesinatos, feminicidios, homicidios, infanticidios y parricidios”, además señala que en seis meses del pasado año, “al menos ocho soldados murieron en enfrentamientos fronterizos con organizaciones criminales.” A este recuento hay que añadir que según el informe de la Fiscalía General del Estado en todo el año pasado hubo 50.325 casos relacionados con violencia hacia mujeres y menores, la mayoría de violencia familiar y doméstica; además, 84 feminicidios y 34 infanticidios.

Y aunque existen leyes de protección a la vida como la Ley 348 que es para garantizar a las mujeres una vida libre de violencias o el Código Penal, éstas por si solas no garantizan que se respete la integridad de las personas, ni aun se logrará con campañas de difusión, como recomiendan las autoridades, pues las causas de la violencia están en la falta de trabajo, en la inestabilidad laboral y en la informalidad; en los niveles crecientes de pobreza; en las migraciones campo-ciudad con desesperanza, desigualdad e inseguridad; en la discriminación y ausencia de igualdad de oportunidades en muchos sectores de la población; en los bajos niveles de calidad de vida.

Tanto la crisis socioeconómica, institucional y moral antes anotada como las causas de la violencia institucionalizada, están por resolverse y no están siendo abordadas por los precandidatos, sobre todo por los de la oposición, quienes debían proponer al ciudadano, soluciones reales e integrales para superarla.

Lo cierto es que si la oposición va dividida a las elecciones nacionales no tendrá ninguna posibilidad de derrotar al masismo, aunque éstos vayan “divididos”, sin descartar que a último momento se unan. Esta dispersión impulsada por algunos “líderes” de la oposición favorecerá al oficialismo y mantendrá el statu quo, quizás con la creencia de que haciéndoles “ese favor” no serán perseguidos posteriormente.

Lamentablemente, tal como va el panorama político, puede que el MAS, en cualquiera de sus variantes, se mantenga en el poder, lo que hará que la crisis por la que estamos atravesando se ahonde aún más; pero, además, los jerarcas y responsables de la crisis actual seguirán protegidos gozando de impunidad.

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