Editorial de Aquí 309
Soya transgénica con Evo, caña de azúcar, trigo y algodón transgénicos con Jeanine
La presidenta interina, Jeanine Áñez Chávez, mediante el Decreto Supremo (DS) 4232, dispone un trámite abreviado para que, especialmente en Santa Cruz, se siembren semillas transgénicas de soya, caña de azúcar, maíz y algodón.
El entonces presidente, Evo Morales, autorizó los cultivos de soya transgénica, también en Santa Cruz.Asimismo, el otrora Presidente toleró cultivos ilegales de maíz y algodón transgénicos en esos predios de dicho departamento.
La presidenta interina, firmó aquel DS que autoriza los cultivos de los transgénicos citados, más allá del mandato que se le encomendó: pacificar Bolivia y asegurar la convocatoria a nuevas elecciones, porque las del 20 de octubre del año pasado fueron anuladas, por manipulación informática dolosa de sus resultados, con los que se buscó favorecer a Evo Morales y Álvaro García.
El DS firmado por Áñez, contradice el artículo 409 de la Constitución Política, pero favorece sobre todo a los empresarios agroindustriales cruceños, a los empresarios brasileños que cultivan soya en grandes extensiones de parte de las mejores tierras agrícolas del oriente boliviano y, a mucha distancia, sirve también a los colonizadores de San Julián y Cuatro Cañadas, entre otros.
La producción de soya de estos últimos llega a países europeos, por intermedio de los empresarios que tienen espacio en esos mercados.
Esa norma firmada por Áñez, además, contradice protocolos internacionales y determina un procedimiento abreviado para cultivar las semillas genéticamente modificadas, con el argumento de que luego de contener al coronavirus, con aquella producción, a una escala imposible en este momento en Bolivia, se superaría la escasez de alimentos en nuestro país.
Sin embargo, debe estar claro para los bolivianos que esos nuevos cultivos transgénicos cubrirán mayores extensiones de tierras para lo que será ampliada la frontera agrícola, es decir, que habrá más desmontes, chaqueos y riesgo de incendios.
Un gobierno, en el que predominan los demócratas (del Movimiento Demócrata Social del gobernador cruceño Rubén Costas Aguilera), mejor dicho, los empresarios cruceños y los representantes de éstos, facilitará lo que en el campo popular se denomina el agronegocio, sin más limitaciones que la capacidad de los capitalistas y del tiempo requerido para esas siembras de semillas genéticamente modificadas.
Los empresarios celebran la firma de ese DS que satisface una aspiración suya que fue atendida parcialmente por el expresidente Morales.
Resumimos los antecedentes:
Evo Morales, en ese momento con un poder incuestionado, instruyó que la mayoría de los constituyentes incorporen a la nueva Constitución las 5.000 hectáreas como extensión máxima de los predios agropecuarios en Bolivia. Esa extensión abarcaba un crecido número de pertenencias de latifundistas cruceños y de otros lugares, incluidos militantes y amigos del MAS, tales como la exministra Nemesia Achacollo.
Otro momento estelar para los empresarios cruceños, agrupados en la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), fue el acuerdo en el que se refrendó la siembra de soya transgénica y un plazo mayor para la verificación de que los predios agropecuarios cumplen una función económica y social.
En aquella ocasión y ante un pedido de los empresarios agroindustriales, éstos consiguieron que el gobierno de Morales se comprometa a considerar, en plazo breve, la introducción de cultivos de maíz transgénico.
En esos acuerdos, confirmados por normas comprometidas y aprobadas por Morales y su gobierno, no tomaron en cuenta ni siquiera a los colonizadores de San Julián y de Cuatro Cañadas, a pesar de que delegados de éstos estuvieron en las reuniones en las que se establecieron aquellos acuerdos.
En la Constitución Política, aprobada por los constituyentes, en Sucre, se prohíben los cultivos, importación y comercialización de semillas transgénicas en Bolivia. Sin embargo, el texto de la Ley Fundamental, modificada en Oruro por operadores políticos y que está vigente (artículo 409), dispone que la importación, comercialización y siembra de transgénicos, en Bolivia, serán realizados mediante una ley, aprobada por la Asamblea Legislativa Plurinacional y no por un DS, como lo hizo la Presidenta interina.
Empero, tal DS que establece un trámite abreviado para la siembra de soya, caña de azúcar, maíz y algodón, podría ser demandado, ante el Tribunal Constitucional Plurinacional porque contradice la Constitución Política.
Entendidos en la materia, además, han recordado que el otrora presidente Morales, autorizó la siembra de la soya transgénica, para lo que se siguió un trámite abreviado.
Un experto en comercio internacional, asimismo, ha rememorado que, con Morales en el Palacio Quemado, en Santa Cruz, ilegalmente, se cultivó maíz y algodón transgénicos. Ahora masistas, incluido Juan Evo Morales Ayma, en la tribuna que se les concede, critican e incluso condenan el DS de Áñez, no obstante de que el caudillo depuesto, es el precursor de la autorización de los cultivos de soya transgénica en Bolivia.
Asimismo, vale recordar que durante los 14 años del gobierno de Morales, éste ha sostenido una alianza con los empresarios agroindustriales cruceños.
Estos empresarios dicen, a su vez, que con los cultivos transgénicos que esperan, que sean autorizados en breve, aumentarían hasta en tres veces o más las cosechas, cultivos que no necesitarán grandes extensiones de tierra, que generarán 500 millones de dólares en dos años y que emplearán a 300 mil personas (directa e indirectamente), siembras que, además, asegurarán la alimentación de los bolivianos, agregan los voceros de empresarios que defienden un DS que abre el paso a las siembras transgénicas señaladas.
Sin embargo, esos empresarios callan que la soya se producirá para exportarla, que la caña de azúcar se destinará a la elaboración de biocombustible, que el maíz transgénico reemplazará a la semilla de maíz orgánico que siembran los agricultores medianos y pequeños del país y que el trigo transgénico se cultivaría en Bolivia, lo que no ha sucedido, hasta este momento, en ningún lugar del mundo, de acuerdo a lo dicho por el actual Director de la Fundación Tierra.
Aquellos empresarios callan, asimismo, que los cultivos transgénicos emplearán herbicidas tóxicos y abonos que empobrecerán en poco tiempo los suelos; que además ocasionarán desbosques, lo que facilitaría incendios, los que nos recuerdan el desastre ocasionado el pasado año en no menos de cinco millones de hectáreas de bosque seco de la Chiquitanía en llamas y la mortandad de animales, de los cuales muchas especies han desaparecido.
No debemos olvidar que mientras ardía aquel bosque seco, empresarios cruceños, con declaraciones, trataron de mermar o de encubrir la responsabilidad del entonces presidente Morales en aquel desastre ecológico, cuyas consecuencias, se ha dicho, será muy difícil revertir.
Sobre los transgénicos hay tres posiciones que cabe resumir:
La mayoría de los bolivianos está convencida de que los productos transgénicos hacen daño a la salud y que, por tanto, no se los debe sembrar en el país.
Otros afirman que al consumir pollos de granja, alimentados con maíz transgénico, se consumen productos transgénicos, así sea indirectamente. Esa corriente cita a los premios Nobel que en un comunicado, hace tiempo, afirman que no está demostrado que los productos transgénicos daña la salud de las personas.
Entre nosotros, un investigador de la UMSA afirma que no está científicamente demostrado que los alimentos transgénicos enferman a los consumidores, pero se conoce que las verduras y las legumbres que se producen en Río Abajo de La Paz, regadas con agua del Río La Paz, están contaminadas, y hacen daño a la salud de los consumidores, de lo que hay ejemplos que se deben anotar.
Una tercera posición de gente que sugiere procesar semillas, incluso las transgénicas, para cultivarse en nuestros suelos, tan variados como son, según los pisos ecológicos que existen aquí.
Esta tercera posición también alega que no está suficientemente demostrado que los productos transgénicos sean inevitablemente dañinos a la salud. Además, que la introducción de cultivos transgénicos tiene que llevar un tiempo de discusión para establecer un consenso y sobre todo para determinar si se acogen o se rechazan esas semillas transgénicas para la producción agrícola. Graficamos lo dicho con la respuesta de los guaraníes quienes, al enterarse de que empresarios cruceños le plantearon a Morales considerar el cultivo de maíz transgénico en suelos bolivianos, dijeron que ellos iban a preservar las semillas del maíz, vernacular si se acepta el término, que se produce en el chaco boliviano, lugar en el que ese cereal es el principal alimento.
A pesar de las diferencias, la mayoría de los bolivianos rechazamos los cultivos transgénicos, incluidos los que se pretende cultivar mediante el procedimiento abreviado que dispone el DS firmado por la Presidenta interina.
Asimismo, se confía en que la mayoría de los bolivianos tenemos la razón y la fuerza para conseguir que Áñez derogue aquel DS que está destinado a facilitar los cultivos transgénicos en beneficio de los empresarios agropecuarios de Santa Cruz, especialmente.
Ahora, ojalá que los gobernantes adviertan que el rechazo a ese DS protransgénicos le podría restar apoyo electoral a la Presidenta-Candidata.
Sin embargo y si pese al rechazo a ese DS, Áñez mantiene aquella norma, la mayoría de los bolivianos, sin contar a los masistas, constataremos que la Presidenta, al sostener su apoyo a los cultivos de transgénicos de soya, caña de azúcar, maíz y algodón, continúa y continuará al lado de los empresarios agroindustriales cruceños y en contra de la mayoría de los bolivianos que creemos en la necesidad de que nuestras siembras sean sobre todo de semillas orgánicas, sin cerrar la posibilidad de que los bolivianos decidamos, en libertad, la siembra de semillas que no degraden los suelos y que aumenten la producción para conseguir una verdadera soberanía alimentaria.
Como una conclusión reproducimos un razonamiento de una bióloga que sabe de qué habla. Nosotros, dice la profesional de la UMSA, debemos fortalecer la semilla de nuestra papa, para evitar que se agusane.
Esa semilla fortalecida debe ser una búsqueda y un hallazgo que concentre lo que conviene a la mayoría de los bolivianos para lo que, necesariamente, debemos rechazar los intereses excluyentes de los agroindustriales cruceños porque lesionan los derechos de la inmensa mayoría de los bolivianos.
Otra conclusión es que Evo Morales, desde el Palacio de Gobierno, concedió licencia para los cultivos transgénicos de soya y que consintió la siembra ilegal de semillas transgénicas de maíz y de algodón.
Y la tercera conclusión es que la Presidenta-Candidata, si mantiene el DS procultivos rápidos de transgénicos de soya, caña de azúcar, maíz y algodón mostrará que representa y que defiende los intereses de los empresarios agropecuarios millonarios de Santa Cruz, especialmente, en perjuicio de la mayoría de los bolivianos.
Editorial de Aquí 308
Yo hago política, tú también y él por supuesto que sí… durante la campaña anticoronavirus
Antes y durante el coronavirus y de la campaña para vencerlo, los políticos ejercen y ejercerán su actividad, de manera abierta o encubierta, aunque pocas veces en beneficio de los ciudadanos.
La que todos los días ejerce la política, junto al despliegue antipandemia. es la presidenta interina, Jeanine Añez Chávez. Todos los movimientos suyos son políticos y electoralistas. Un sordo total y un no vidente pleno, no deja de escuchar y de ver, aunque sea con oídos ajenos y con otros ojos, la acción política y electoral de la Presidenta, sobre todo desde que decidió buscar esa especie de reelección, aunque al principio hizo creer que no sería candidata.
Ese accionar político de Añez, se nota, que preocupa a los masistas porque, aunque no esté comprobado, lo más probable es que la que encabeza la campaña anticoronavirus en nuestro país, suma respaldo electoral, por lo que también posiblemente les resta votos a los candidatos a la Presidencia de Bolivia: a Mesa, de la Comunidad Ciudadana, y a Arce, postulante del MAS.
Añez, también, quizá le merma preferencias electorales a Luis Fernando Camacho, en Santa Cruz, la principal plaza electoral del exPresidente del Comité Pro-Santa Cruz.
La Presidenta interina no tiene necesidad de proclamar que hace política y por tanto que está en campaña para continuar en el cargo presidencial. Esa es una ventaja adicional, más que su condición de mujer, la que acaso le sirva como parcial carta de presentación y nada más.
Las insuficiencias de los gobernantes, en la campaña antipandemia, quizá le perjudiquen electoralmente a la Presidenta-Candidata, pero eso está por verse.
Los masistas no dejan la política, son “animales políticos”, y por favor no se los compara con los cuadrúpedos.
Quizá muchos actos de los masistas parezcan antipolíticos o impolíticos, pero ellos niegan sus equivocados pasos políticos y/o politiqueros, aunque ellos son autores de esa política muy criolla, por la que reservadamente inflaman el pecho, y porque por ella quizá tienen desvergüenza.
El accionar de los masistas, que incluso contradice el sentido común, es negado por voceros suyos, con más desvergüenza aún.
El último ejemplo de una movida masista: La mayoría de los asambleístas del MAS, aprobó la ley de postergación de las elecciones y a la vez decidió que éstas se realicen en 90 días, en coincidencia con uno de los criterios del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Los masistas trataron de hacer creer que ellos incluso le ayudaron a los miembros del TSE a contar con una norma con la que desplegarán su labor, dentro de plazos y todo conforme a la Constitución Política.
Simultáneamente otros masistas señalan que ellos son parte de la lucha anticoronavirus, por la salud y la vida de los bolivianos.
El momento en el que hay tres demandas de inconstitucionalidad de la ley de postergación de las elecciones y luego de protestas de instituciones, políticos, personas y gobernantes, la Presidenta del Senado —que promulgó aquella ley sin ser presidenta de la Asamblea Legislativa Plurinacional— señaló que sería posible un cambio del plazo para la consulta electoral, sin sugerir fecha posible, pero añadió que ese cambio de fecha para las elecciones, se redefinirá en atención de la salud y la vida de los electores bolivianos.
Esa actitud de apertura de la senadora Copa, como la denominaron algunos, es un gesto político electoral, sin duda.
Vista con atención el comportamiento de los masistas, no se debe creer que sus discrepancias se manifiestan en ese proceder formalmente diferenciado de los miembros de ese movimiento-partido-instrumento que aplaudió a Morales durante 14 años, sin jugar un rol de servicio real al pueblo, porque fue de servidumbre política al caudillo autoritario, con variaciones aparentes y no reales.
Dicho de otro modo: los masistas ejercen la política, así como aparece, a luz y a sombra. Los objetivos masistas son conocidos: actualmente esperan ganar las elecciones, aunque sea con los votos en blanco, que les favorecerían o con algún fraude que podrían consumar, allí donde haya cero vigilancia ciudadana y en mesas electorales en las que los masistas sean los únicos delegados, votantes y jueces electorales.
Una declaración de la actual Gobernadora de Cochabamba, del MAS, muestra a los masistas tal cual son: Hace días esa Gobernadora dijo que deben realizarse las elecciones de inmediato, para acabar con la presidencia interina de Áñez. Otros masistas callan lo que quiere la mayoría o todos ellos, bajo vigilancia distante, pero efectiva y desde Argentina, del que continúa como jefe suyo.
Todo eso es política masista. No se debe esperar otro discurso y otra práctica de esos ciudadanos.
De las agresiones a médicos y trabajadores en salud, en El Alto, además del grito: “Ahora guerra civil” y el bloqueo de los caminos de acceso a Ivirgarzama (Chapare) son marca registrada masista.
Esos gritos y esos actos cuando menos parecen de los masistas, así éstos lo nieguen el resto de sus días.
Electores dicen que Carlos D. Mesa Gisbert, líder de la Comunidad Ciudadana (CC) y candidato a la Presidencia de Bolivia, parece que fuera un candidato suizo.
Entre paréntesis recordamos que Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura (1954), en su novela: Adiós a las armas, dice que los suizos se comportaron neutrales, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial y que ayudaron a los miembros de la resistencia antinazi, pero que otros suizos al mismo tiempo apoyaron a los guerreristas nazis y pronazis. Ciudadanos suizos admiten que el Premio Nobel de Literatura citado, tiene razón en definir aquella dualidad en la conducta de sus antepasados suizos.
Cerrado el paréntesis. Los que tienen decidido votar por Mesa lo dirán mejor que nosotros, por supuesto.
El candidato de la CC, mediante una carta, le pide a la Presidenta interina que convoque a un diálogo nacional a dirigentes políticos, parlamentarios, vocales del TSE, empresarios y dirigentes sindicales, para buscar un acuerdo referido a lo que se debe hacer en la campaña antipandemia; respecto de las medidas económicas para enfrentar la crisis económica, que es como la otra cara de la lucha por la salud y la vida de los bolivianos y acerca de las elecciones.
A la CC le parece un comportamiento electoral el plan de reactivación económica del gobierno provisional para refaccionar hospitales, empedrar calles, arreglar jardines y emprender otras obras en el campo.
No hay por qué extraviarse: ese plan de reactivación de Añez es típicamente electoralista. Incluso el anuncio del plan de los actuales gobernantes es propagandístico y es para sumar votos en favor de Añez, para lo que requieren todo el tiempo que les sea posible, antes de las elecciones.
Mesa advierte que Añez sigue su campaña para quedarse en el Palacio Quemado y la Casa Grande del Pueblo.
El también candidato de la CC, se muestra políticamente decente, sin que otros actores de la política se hubieran elevado a la comprensión de que se debe ejercer la política con decoro, como planteó Martí, en ese tiempo en el que luchó con sus compatriotas por la primera independencia de Cuba.
El líder de la CC no ha recibido respuesta pública y que se conozca a su propuesta de diálogo para buscar aquel acuerdo.
Este dirigente político añadió a su discurso, dentro de la cuarentena sostenida por la casi totalidad de los bolivianos, que esta medida no debe pasar a ninguna cuarentena dinámica, ahora, como quiere el Gobernador de La Paz.
Quizá sobre este asunto a Mesa le respondan con el silencio.
Desde este espacio, en la entrega de la anterior semana, sugerimos que Mesa proponga la organización de un gobierno de convergencia nacional o plurinacional, encabezado por Añez, para que asuma la dirección política de la campaña anticoronavirus, convocatoria que tendría que hacerla la Presidenta interina y que ante el silencio de Añez, Mesa debe hacer la propuesta.
Aunque se considere demorado, tendría que haber tiempo para articular ese gobierno para seguir la lucha por la salud y la vida de los bolivianos y, por tanto, para aportar a la campaña universal antipandemia.
La propuesta para organizar un gobierno anticoronavirus en Bolivia, con Añez en el centro, tendría que proponerlo Mesa, reiteramos, aunque otra vez la respuesta sea el silencio de la Presidenta-Candidata que parece que no quiere compartir, con otros dirigentes políticos, la dirección de la campaña anticoronavirus.
La propuesta para organizar aquel gobierno de convergencia, así como la propuesta de diálogo nacional para el acuerdo que reitera Mesa, sería y es un ejercicio de la política.
Al fin de cuentas la acción, representada por el verbo, se sigue conjugando con pronombres: yo ejerzo la política, tú también, él por supuesto que sí.
No hay dónde perderse.
En este tiempo de anticoronavirus para vencerlo, se ejerce la política o la politiquería, ante la vista y la paciencia de los bolivianos.
Sin embargo, sería especialmente importante ahora, la unidad y/o la convergencia de los políticos, como la unidad de los bolivianos en la actual cuarentena para vencer al coronavirus.
Casi todos los bolivianos aportamos con lo mejor de sí a la campaña antipandemia.
Los dirigentes políticos tendrían que convertirse en gigantes y dar pasos de siete leguas para abarcar un espacio colosal en la lucha por la salud y la vida en Bolivia y en la tierra, para lo que deben dialogar y acordar salidas a la crisis sanitaria, a la crisis económica y a las elecciones, para lo que deben celebrar un acuerdo que urge o constituir un gobierno de convergencia. Los políticos bolivianos tendrían que volverse sabios, como quería un filósofo griego, el que decía que cuando los pueblos padecen crisis, como la que nos agobia, se vuelven sabios.
Editorial de Aquí 306
La tarea entre todos: vencer al coronavirus
Sin la unidad de los bolivianos no fuera posible la cuarentena total que lleva más de un mes y que podría ampliarse. Unidad que es por la salud y la vida en Bolivia y en el mundo.
Esa unidad no es fácil de mantener porque ciertos ciudadanos no se incorporan al gigantesco operativo ni se consigue su participación con el uso de la fuerza del Estado: Policía Boliviana y Fuerzas Armadas.
Los masistas, a pesar de que aseguran que respaldan la cuarentena total, al menos coinciden y/o alientan la desobediencia a la cuarentena por lo que, en los hechos. son actores de la división frente a la unidad lograda en la campaña anticoronavirus. La disidencia respecto de la cuarentena tiene dos vertientes que se complementan: la que integran los que constatan que en las actuales condiciones de Bolivia tienen abierto el camino para hacer negocios con ganancias disminuidas, pero seguras y en el otro agrupamiento participan los militantes y amigos del MAS que juegan el papel de oposición desbocada del gobierno de Añez, con lo que lastiman los intereses del pueblo y de la sociedad boliviana.
A la campaña antipandemia, la inmensa mayoría de los bolivianos aportamos con lo que tenemos para que la cuarentena total contenga al coronavirus y para que por ese sendero avancemos para vencerlo. Los que tienen menos aportan mucho más o todo lo que poseen en la actual campaña, Esa es la contribución de los que si no trabajan no comen o comen mucho menos, y porque acaban sus escasas reservas, porque dejaron de trabajar un mes o más. Los otros bolivianos, los que tienen sueldos o salarios pierden de ganar horas extras y otros incentivos; sin embargo ganan, aunque sea una parte de lo que percibían antes de la emergencia sanitaria. De todas formas, se sabe que algunos asalariados pierden sus trabajos y a otros no les pagan sus salarios.
Empresarios deben perder ganancias y debe haber casos de los que ven que están en riesgo sus inversiones, su capital; no obstante, el aporte de los empresarios a la campaña antipandemia es de los que tienen con qué hacerlo. Hay empresarios que participan de campañas para proveer alimentos a los que no tienen o para comprar ropa de bioseguridad para hospitales.
Los bonos surgidos para aliviar la difícil situación que enfrentamos los bolivianos, no reemplazan ni reemplazarán los ingresos normales de los bolivianos, obtenidos por la venta de su fuerza de trabajo. Esos bonos son transitorios y para aliviar el hambre.
Ante esos bonos, el candidato del MAS a la Presidencia de Bolivia ha dicho, para medios de difusión, que el gobierno en funciones ha decidido el pago de aquellos bonos con demora, en un monto por debajo de lo que él propuso y que la distribución de esos ingresos extraordinarios se lo hace con deficiencias. Así los masistas muestran que son opositores de todos los días del gobierno interino.
Hasta el cierre de esta edición, habían cobrado esos bonos más de dos millones de compatriotas, según fuentes oficiales, incluidos los jubilados que reciben sus rentas como antes de la emergencia que vivimos
Hay familias bolivianas que no reciben ninguno de los bonos. A esas familias se les entrega alimentos desde alcaldías, gobernaciones y los que distribuyen bolivianos que promueven campañas. No obstante esas manifestaciones solidarias, se sabe que hay familias de nuestro país a las que no les ha llegado el pan de cada día.
Sin embargo, una consecuencia no deseada de esas campañas, destinadas a reunir víveres para distribuirlos y/o para organizar ollas comunes, es que sin dejar de ser solidarias podrían convertirse, por extensión, en actos para conseguir apoyo electoral para los organizadores de esas campañas. Y es muy difícil o imposible separar los actos solidarios de las campañas electorales, aunque las elecciones siguen postergadas y, por tanto, formalmente no hay o no debe haber campañas electorales.
La unidad de los bolivianos por la salud y la vida, con la que se sostiene la campaña anticoronavirus podría probarse, una vez más, el momento en el que los gobernantes decidan prolongar la cuarentena por lo menos hasta el 15 de mayo, como proponen autoridades subnacionales, a diferencia de otras pocas autoridades locales que sugieren levantar ya, progresivamente, la cuarentena.
En capitales departamentales y provinciales se nota resolución de autoridades y pobladores que resuelven “encapsularse”, vale decir, endurecer el encierro, aunque por días.
Para que sea sostenida la cuarentena prolongada, sus actores deben recibir una vez más esos bonos. Si no hay ese apoyo económico, aunque parcial, difícilmente se mantendría la cuarentena.
La prolongación de la cuarentena, con los bonos pagaderos una vez más, tendría que suspenderse de manera progresiva y quizá por regiones y según actividades económicas que aseguren el trabajo y la reactivación de la economía, lo que tendría que guiarse por un plan, así sea transitorio.
La unidad alcanzada para sostener la cuarentena en vigencia, tiene que mantenerse incluso mientras se suspenda por etapas o progresivamente.
La cuarentena prolongada será mantenida con la unidad de los bolivianos porque en ese momento seguirá el gigantesco accionar por la salud y la vida de los seres humanos en el planeta tierra y en Bolivia.
Como se dijo, en una nota de la anterior semana de esta publicación virtual, la campaña anticoronavirus como tarea descomunal, los bolivianos debemos emprenderla entre todos, esto es, con los masistas (opositores reales al gobierno), sin ellos porque podrían autoexcluirse o, contra ellos si, como sucede actualmente, militantes del MAS y sus simpatizantes se comportan, sin tapujos, como opositores a la campaña antipandemia.
La tarea entre todos, ahora, es la campaña antipandemia, con la unidad de los bolivianos como instrumento para vencer al coronavirus.
Y esta campaña, en la que los bolivianos estamos incorporados debe continuar, para lo que se tiene que superar actitudes como la de los choferes de El Alto. ¿Por qué? Porque uno de los dirigentes sindicales de ese sector, con la ligereza del que no entiende los alcances devastadores del coronavirus en el mundo y en Bolivia, el que habló en representación de 45.000 de sus afiliados, dijo que ellos ya no soportan la cuarentena y que se debe suspender el 30 a este mes, que los bonos son insuficientes y que ellos necesitan trabajar para ganar el sustento de sus familias y que deben laborar los que estén sanos. Nótese el parecido entre lo expresado por aquel dirigente sindical de los choferes alteños, con lo dicho por el presidente brasileño, el que afirmó que primero está la economía y después está la salud y la vida de la gente.
Choferes como aquel vocero sindical se inscriben en la lista de los opositores a la campaña contra la pandemia y se ubican en contra la cuarentena. No tenemos que olvidar esa confesión de un sindicalista que no oculta que también existen esos bolivianos que ponen sus intereses económicos muy por encima de la salud y de la vida de la gente.
La Comunidad Ciudadana (CC) y la Ruta por la democracia, con similitudes y con diferencias como parece natural, proponen establecer un acuerdo entre los actores de la política boliviana, para seguir en la campaña antipandemia, para compartir una propuesta destinada a reactivar la economía boliviana, con vistas a la crisis que azota en el mundo.
De ese acuerdo nadie debe ser excluido, por tanto, el MAS debe ser uno de los que lo comparta.
Y de ese acuerdo deben participar, también, los trabajadores, aunque sólo sea para que éstos busquen preservar sus empleos y por tanto sus ingresos.
Un empresario ha dicho, para radio Fides, que se deben preservar los puestos de trabajo de los asalariados, así como sus ingresos, pero que en algún momento debe establecerse la “flexibilidad” laboral, es decir, los despidos de asalariados, como cuando se impuso el neoliberalismo en Bolivia y en varios puntos del globo.
El acuerdo propuesto debiera tener elementos que vitalmente interesen a los trabajadores, firmen o no esos acuerdos las organizaciones sindicales.
Ese posible acuerdo sobre la economía (que incluye la participación decidida en la campaña antipandemia, como primordial), aunque no se lo diga expresamente y aunque se lo oculte, será esencialmente para salvar al capitalismo en Bolivia. Opinaremos en esta publicación virtual, de la forma más oportuna que nos sea posible, sobre el acuerdo propuesto.
Ese acuerdo, referido al apoyo ciudadano a la campaña anticoronavirus y para salvar la economía (entiéndase para salvar el capitalismo, como cuestión inevitable, reiteramos), debe contemplar, como otro de sus componentes, la realización de las elecciones, las que según aquellos proponentes del acuerdo que comentamos, deben subordinarse a la tarea que busca vencer al coronavirus y a un plan para reactivar la economía boliviana, la que ya está en crisis.
Concluimos en que debemos aportar, desde nuestro sendero, a mantener la cuarentena, ahora, y cuando se prolongue, como es probable. Del acuerdo para reactivar la economía deben considerarse, también, los intereses de los trabajadores. Y sobre las elecciones postergadas, se debe respaldar que aquéllas se realicen en el curso de este año, apenas venzamos al coronavirus.
Editorial de Aquí 307
Gobierno de convergencia que ejerza la dirección política de la campaña anticoronavirus en Bolivia
La unidad de los bolivianos, en la campaña para vencer al coronavirus, podría ser la base en la que se apoye un gobierno de convergencia boliviana que asumiría la dirección política de la campaña para vencer al coronavirus, en nuestro país, en esta etapa en la que falta moderar, cuando menos, la curva de infectados y de muertos por el virus que enferma a más de tres millones y medio de personas y que provoca el deceso de centenares de miles de ciudadanos en los cinco continentes.
Tres criterios y/o acciones recientes confluyen como antecedentes que tendrían que estimular la convocatoria y la constitución del gobierno de convergencia boliviana; citamos esas tres declaraciones según el orden de su propagación:
El exsenador del MAS, Adolfo Mendoza, por medios de difusión, propuso que la presidenta interina, Jeanine Añez Chávez, organice un gabinete político y técnico para emprender la campaña anticoronavirus.
El diputado del MAS, Víctor Gutiérrez, por radio, sugirió la reconciliación nacional, para avanzar en este período de coronavirus. Este diputado informó, además, que él votó para que las elecciones se realicen en septiembre, en previsión de que la campaña antipandemia dificulte que aquella consulta se lleve a cabo dentro del plazo determinado por los votos de la mayoría de los diputados masistas.
El expresidente y candidato a la Presidencia de Bolivia, Carlos D. Mesa Gisbert, también ante medios de divulgación, afirmó que a la Presidenta de nuestro país le debe ir bien en la campaña anticoronavirus, para que nos vaya bien a los bolivianos.
El líder de la Comunidad Ciudadana (CC), además, ha sugerido un diálogo nacional entre actores de la política boliviana.
La propuesta es constituir un gobierno de convergencia; nombre que expresaría mejor el acuerdo de las fuerzas políticas, partidarias y frentistas, que se inscribieron para participar de las elecciones que, por la pandemia, no se realizarán el 3 de mayo, pero que se efectuarían entre junio y septiembre de este año, como sugirió el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
De convergencia, además, porque agruparía a las organizaciones aludidas para lo que no desaparecerían las divergencias entre ellas, porque éstas se fundan en intereses diferentes de clases sociales y porque esas organizaciones son portadoras de ideas sociopolíticas distintas y hasta contrapuesta
Aquellas agrupaciones convergerían (confluirían) en el gobierno sugerido, a pesar de las diferencias señaladas; visiones del mundo y de la vida que no deberían impedir ni el acuerdo ni el gobierno propuesto.
Ese gobierno, cuyo desempeño sería temporal, podría incorporar a otras organizaciones, políticas y/o frentistas, con varias décadas en la actividad política y, por tanto, con los merecimientos suficientes de veteranos en este oficio y, en similares condiciones, a los trabajadores asalariados y por cuenta propia, representados por sus sindicatos y por sus instancias orgánicas.
El gobierno de convergencia boliviana sería legal y legítimo, quizá sin o con muy pocos opositores, por lo que la descoordinación entre funcionarios del gobierno actual y de las autoridades subnacionales, en la lucha anticoronavirus, de la que todavía se informa, se convertiría en un mal recuerdo.
Ese gobierno sería legalísimo, porque no lesionaría norma alguna, y tendría amplísima legitimidad, ante la mirada de cualquier control social.
El objetivo fundamental del gobierno de convergencia boliviana sería dirigir la campaña para vencer al coronavirus en tierras bolivianas, como contribución a la lucha universal contra la pandemia, y hasta conseguir al menos que se contenga la contaminación desmesurada del coronavirus.
El gobierno de convergencia boliviana debería ser integrado por ministros y otros mandos medios, procedentes de partidos y frentes, como delegados suyos, sean o no militantes propios.
El gobierno planteado empezaría sus labores desde su constitución hasta que concluya la etapa anotada, es decir, hasta que termine la cuarentena, en todas sus fases, la que es sostenida por el 90 por ciento o más de los compatriotas, y hasta que lo principal de las empresas y servicios hayan conseguido el funcionamiento en lo que sería, sin duda, otro momento de la salud y de la vida de los bolivianos, y otro período de nuestra economía, así como tendría que ser otra la forma, cualitativamente superior, del ejercicio de la política entre nosotros.
Otro límite del gobierno de convergencia podría ser el inicio de la campaña para las elecciones que tienen que realizarse luego de vencer la pandemia en la fase citada.
El gobierno de convergencia boliviana o gobierno de convergencia nacional y/o plurinacional y/o de reconciliación —si se prefiere esas designaciones— no tendría que tomar medidas económicas para beneficiar a los empresarios y sacrificar el derecho al trabajo de los asalariados, por ejemplo.
Asimismo, una tentación de los gobernantes sugeridos, podría ser impulsar medidas económicas para salvar al modo de producción de bienes y servicios, vigente ahora, en perjuicio de los trabajadores; es decir, ejecutar políticas procapitalistas y/o capitalistas.
El gobierno de convergencia boliviana no debería existir para servir a los empresarios, en detrimento de los intereses nacionales y populares, lo que se reitera en aras de esclarecer el planteamiento sobre la economía, cuya crisis, se advierte, sería como ninguna otra porque, además, la historia no se repite, como a veces equivocadamente decimos que se repite.
La convocatoria para celebrar el acuerdo y para constituir el gobierno de convergencia boliviana la debe hacer la presidente provisional Jeanine Añez Chávez.
Pero si esa convocatoria no llegara de inmediato, como demanda la emergencia sanitaria, por separado y sin que sea una sustitución de las acciones de la mandataria constitucional interina, lo que sería imposible, la propuesta, y en ningún caso convocatoria, la debe hacer el candidato de la CC, Carlos D. Mesa Gisbert propuesta que podrían firmarla, junto con Mesa, otros dirigentes políticos bolivianos o sin la rúbrica de otros.
Esperamos que se manifieste la grandeza de las/os actores de la política boliviana, en la actual campaña antipandemia, grandeza que ayudaría a celebrar un acuerdo sociopolítico que facilite la constitución de un gobierno de convergencia boliviana para vencer al coronavirus en nuestro suelo, como aporte a la lucha por la salud y la vida de los seres humanos en el mundo.
Editorial de Aquí 305
Nuevo movimiento sindical y otra COB, luego de vencer al coronavirus
El actual Comité Ejecutivo Nacional de la Central Obrera Boliviana (CEN-COB) llevaría otra vez a los trabajadores a respaldar a un régimen político que, en realidad, no representaría ni defendería los intereses de los afiliados de la máxima organización sindical del país.
Esta afirmación se apoya en el comportamiento de aquel organismo sindical y de sus integrantes respecto del gobierno de Juan Evo Morales Ayma, del que fueron “pongos políticos”, como se decía en otro tiempo por gentes como el grupo que encabeza ahora Juan Carlos Guarachi, secretario Ejecutivo de la COB.
Hace días, para radio Erbol, al referirse a un nuevo aniversario de la fundación del más importante organismo sindical (17-04-52), aquel sindicalista y principal operador político del MAS, en el último tiempo en el movimiento sindical, defendió la alianza Morales-COB de la que responsabilizó a un congreso de los afiliados cobistas; reunión que decidió ese acuerdo del que ganaron dirigentes del llamado proceso de cambios, incluso a costa de la desatención de las demandas laborales, aunque con seguridad de ese pacto ganó más el caudillo autoritario.
Guarachi llegó a decir, con notorios titubeos que, si llegara el caso, él votaría por Evo Morales si la referida resolución de los trabajadores siguiera sin modificación.
Cuando le preguntaron al máximo ejecutivo cobista por qué los trabajadores mineros y él mismo no exigieron que el otrora Presidente introduzca cambios en la minería, como ocurrió en los hidrocarburos, Guarachi respondió que en el gobierno anterior no hubo ministros de los trabajadores de la minería estatal, a pesar de que aquel dirigente mencionó a dos exmiembros de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) que fueron ministros de minería de Morales: Guillermo Dalence y José Pimentel.
Juan Carlos Guarachi difícil que no sepa que, en ese momento, el que ejercía como principal dirigente de la FSTMB le exigió, al que era Ministro de ese sector económico (Mario Virreira Iporre), que retire su propuesta, porque aquel funcionario público dijo, para medios de difusión, que una aspiración de los bolivianos y de los potosinos era la nacionalización de la Empresa Minera San Cristóbal que explota, básicamente, plata y zinc en Potosí.
Al dirigente sindical minero al que aludimos nunca, que se sepa, le pidieron ni siquiera una explicación sobre esa exigencia al entonces ministro Virreira, no obstante de que los mineros asalariados ratificaron, en más de un congreso suyo, la demanda de otra o de una segunda nacionalización de los recursos mineros del país.
Viene a cuento rememorar, asimismo, que el Gerente de la corporación japonesa Sumitomo, dueña de la Empresa Minera San Cristóbal, en su visita a Bolivia y luego de una reunión con Morales, declaró en La Paz que Bolivia, para su empresa, todo era ganar, ganar y ganar.
El que en ese momento era Vicepresidente en nuestro país fue a Tokio a decirle a los ejecutivos de la Sumitomo que en Bolivia se le garantizaba seguridad jurídica, es decir, que no habría nacionalización de su empresa en nuestro país.
Evo Morales también señaló algo parecido, después de que se nacionalizó la empresa Guaracachi (Santa Cruz), que generaba energía eléctrica.
Morales, también, suspendió una reunión con miembros de su gobierno y amigos suyos que fungían como asesores de los gobernantes, en la que iban a discutir la posible nacionalización de la minería. La propuesta para una posible medida como ésa la presentó García Linera, en la que anotó la inconveniencia de la nacionalización porque con esa acción no ganaría el país, debido a que los costos de operación en la minería, en ese período, eran muy altos. Uno de los asistentes a esa reunión preguntó en base a qué datos se elaboró la propuesta presentada por el Vicepresidente, ante cuya consulta éste confesó que los datos eran de los empresarios privados. Ante ese informe el entonces presidente Morales suspendió ese encuentro hasta que se cuente con un plan bien elaborado. La fuente que nos confió aquella información añadió que nunca más hubo reunión de los integrantes de un grupo de “análisis” que conoció aquella sugestión de Álvaro García, sobre la inconveniencia de nacionalizar, por segunda vez, la minería boliviana.
Como otro antecedente, cabe anotar, para que no se borre, que Evo Morales anunció, en Santa Cruz, que la COMIBOL iba a ser cerrada y que se organizaría otra empresa minera estatal. Ante esa noticia, exdirigentes sindicales mineros le enviaron un recado al Presidente en funciones: que si los gobernantes cerraban COMIBOL esos exlíderes de los trabajadores del subsuelo retirarían su apoyo al proceso de cambios y a Morales.
Asimismo, técnicos que conocen muy bien la economía minera difundieron, en voz baja, que era imposible rehabilitar la planta Karachipampa, en la que debió fundirse minerales de zinc, especialmente. Sin embargo, uno de los exministros de minería de Morales y que fue miembro de la FSTMB, declaró para medios de divulgación, que lo mejor que había hecho el gobierno de los 14 años, en materia minera, fue la rehabilitación de Karachipampa.
Para el mal recuerdo conviene anotar que fracasó más de un intento de aquella rehabilitación. En ese tiempo, además, se sabía que si funcionaba Karachipampa sería una empresa que contaminaría mucho, que sus costos de operación serían muy caros y, lo más grave, el Estado boliviano no contaba (ni contaría de inmediato) con minerales suficientes para ser procesados en Karachipampa. Asimismo, la tecnología que se usaría en esa empresa de fundiciones había sido superada y nuevos equipos sustitutivos no existían en el mercado porque la empresa que los produjo se había cerrado hacía tiempo.
La planta de Karachipampa se empezó a instalar con apoyo de la URSS, durante el gobierno del Gral. Ovando, y se continuó la ejecución de esa obra en el gobierno del Gral. Torres, pero nunca funcionó; allí no se procesó la materia prima con la que se esperaba contar.
A exministros del gobierno de Ovando se los llamó “Karachipampa” porque se decía que ellos habían recibido comisión de la empresa alemana que fue contratada para montar la planta.
Otra realidad que dirigentes sindicales mineros de los últimos 14 años parecen ignorar: que cooperativistas empresarios mineros sirvieron de puente para que empresas extranjeras exploten minerales, favorecidos por ese tipo de empresarios criollos que, en varios casos, ayudaron a conseguir las concesiones de parajes mineros para los capitalistas extranjeros.
Este último dato fue confirmado por García Linera cuando dijo que serían enjuiciados los cooperativistas (empresarios) mineros que habrían oficiado de socios de empresarios extranjeros que explotaban minerales en sociedad o separadamente con los supuestos cooperativistas.
Los exdirigentes sindicales mineros y los que siguen en funciones, como Juan Carlos Guarachi, que se conozca, ni siquiera denunciaron el comportamiento tramposo de los cooperativistas empresarios mineros aludidos.
En resumen, los dirigentes sindicales mineros, de la COB y de la FSTMB, en los hechos, facilitaron la privatización de los recursos mineralógicos de Bolivia, privatización que fue mayor los últimos años, de los 14, que gobernó Morales.
Sobre la probable traición de miembros de la COB y especialmente de Guarachi a Evo Morales, está aún fresca una declaración de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, quien dijo que la COB había traicionado a Morales.
Morales, a su vez, ha sugerido que él no esperaba que Guarachi haya dicho que el exPresidente debía renunciar si consideraba conveniente, como lo hizo ante medios que difundieron esa declaración. Guarachi, en la entrevista con Erbol, confirmó que él declaró que la renuncia al cargo que ejercía, dependía del entonces Presidente.
Existen varios ejemplos demostrativos de que los actuales miembros de la COB dejaron de luchar por reivindicaciones de los mineros. Un ejemplo revelador es el referido al monto de la renta de los jubilados mineros, el que se fijó en Bs3.500, como tope, el que no alcanza al cien por ciento de lo ganado por los exasalariados del sector minero, como la renta que favorece a los militares, aunque es más que las rentas de otros exasalariados bolivianos.
La lucha por mejores salarios de los trabajadores del subsuelo no ocurrió porque los dirigentes sindicales, sobre los que se escribe en esta nota, aceptaban pasivamenete lo que Morales definía como aumento salarial, mejor dicho, como reposición parcial de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
Los dirigentes sindicales mineros (incluido Guarachi) y los otros sin excepción conocida, renunciaron a la independencia ideológica y política respecto del gobierno de los 14 años. Un principio y una práctica de los asalariados bolivianos que no les fue fácil sostener y aplicar.
Basta recordar como antecedente que cuando gobernó el MNR, los años 50, las oficinas de aquel Partido funcionaban en locales de los sindicatos mineros, lo que explica, además, que los dirigentes del MNR conducían incluso a los sindicatos de los trabajadores. En ese tiempo fue patente el pongueaje político de los dirigentes sindicales impuesto por el MNR.
Los dirigentes sindicales, ahora encabezados por Guarachi, en tiempos del denominado proceso de cambios, lo que sobre todo hicieron fue halagar, aplaudir y votar a Morales. No se sabe que esos dirigentes sindicales hayan hecho un solo planteamiento para defender los intereses del país y de los trabajadores.
Conviene rememorar que Guarachi un día avisó que los trabajadores iban a exigir que el compañero de binomio de Morales, es decir, el candidato a la Vicepresidencia por el MAS, debía ser un obrero. Sin embargo, ante un pedido-imposición de Morales, ese candidato a la Vicepresidencia fue Álvaro Marcelo García Linera.
Además, actualmente circula el rumor de que miembros de la COB tendrían compromisos con los actuales gobernantes. Difícil confirmar o desmentir, ese rumor en este momento, pero podrían surgir evidencias de un pacto como ése, si acaso existe.
El inventario que pone en evidencia la conducta de Guarachi y de los otros miembros de la COB lo completaremos en otras entregas.
Sin embargo, frente a la hoja de servicios de Guarachi y de sus socios es posible sugerir que, los actuales dirigentes sindicales de la COB, sean cambiados en el menor tiempo posible, como una acción que muestre que se avanza hacia un nuevo movimiento sindical en Bolivia.
Hablamos de una COB que realmente defienda los intereses legales y legítimos de los trabajadores y de los intereses de Bolivia.
La nueva COB que aquí se sugiere sería parte de un proceso que deben protagonizar los trabajadores, en el que éstos no deben ser suplantados por supuestos salvadores extraños a las clases sociales explotadas y oprimidas de Bolivia.
Asimismo, el nuevo movimiento sindical tiene que empezar con la reconstitución de clases sociales, como los mineros, los que no son, como en otra época, la dirección de los asalariados y del pueblo boliviano.
Los mineros asalariados deben ser otra vez clase para sí. Es decir, los mineros tienen que volver, como se dice en el verso de la canción de César Junaro Durán (“Los mineros volveremos”).
Mineros que cuando les tocó retornar a sus lugares de origen, después de una derrota suya, en las Jornadas de marzo (1995), gritaron: “Los mineros volveremos, con armas”. Esos mineros de ayer no han vuelto ni sin armas y mucho menos con armas. Este tema merece más de un texto.
Como adelanto vale decir que los otros mineros, que ahora no existen, tenían experiencia sindical y política, recogida en múltiples jornadas de lucha; esos obreros vivieron y trabajaron enfrentados a patrones que tenían, a su servicio, la fuerza del Estado con la que sometían, a sangre y fuego, a sus dependientes del subsuelo; esos proletarios aprendieron, en tantas acciones de clase, el ejercicio de la dirección del movimiento sindical, en la que también asumieron el rol de dirección política de la clase social en sí y del pueblo boliviano. Fueron los mineros, especialmente, los que convirtieron a la FSTMB y a la COB en sindicatos para la pugna por mejores condiciones de vida y de trabajo; sindicatos que tuvieron la cualidad de cumplir tareas políticas, al mismo tiempo. Por eso se dice y con razón que la FSTMB y la COB eran sindicatos y direcciones políticas a la vez.
Para el cierre, se recoge aquí la apreciación de que los miembros de la COB están perdidos, no dicen esta boca es mía en medio de la campaña anticoronavirus para representar y defender los intereses de los trabajadores y de Bolivia.
A dirigentes sindicales y amigos de Guarachi y a éste, que se extravían, han hecho mucho para demostrar que si algo debe hacerse con ellos es cambiarlos, con urgencia.
Y lo mejor que les ocurriría a los trabajadores bolivianos es contar, con apuro, con otros integrantes de la COB, como un avance en la organización de un nuevo movimiento sindical para los tiempos de crisis, como los que vivimos; crisis que continuará, en otra fase, cuando venzamos al coronavirus en Bolivia y en el mundo.