De La Razón del conflicto de interés y del razonable arte de tirar la piedra y esconder la mano
Miscellanea (Ex)Palaciega 9
Ricardo Aguilar A., escribe ensayo
Es ya un hábito de los miembros de las élites del masismo “ilustrado” taparse los oídos ante las críticas directas que se les hace.
Mediante la supresión hipócrita del discurso de quien los cuestiona apelan a sancionar un temperamento ajeno de su imaginación, imaginación estrecha, por cierto:
“Tanto enojo”, “tanto odio”, “está resentido” (¿de qué?), son algunos de los tapones de oídos con los que me he topado cada vez que he dicho públicamente las cosas, sin pelos en la lengua, a miembros de ese grupo de personas que, en cambio, sí parece mostrar enojo, odio y resentimiento, luego de que el fraude electoral —que acompañaron con acciones disfrazadas de discurso ya sea académico, ya sea de cifras o ya sea “noticioso”— fuese desbaratado ocasionando la fuga del autor intelectual del robo de las elecciones de 2019, Evo Morales.
No soy quién para sentenciar cuál será su estado de ánimo, como lo hacen ellos. Esa manera cómoda, facilista, de kindergarten, de anular el discurso del otro, atribuyéndole abusivamente un sentimiento (decir al otro cómo se siente es, al menos, abusivo), es su manera de no escuchar a quien les advierte que caminan hacia un abismo y que sus acciones acarrean al despeñadero a personas inocentes y también al país.
Dicho esto, entro en materia. El viernes 21 de agosto publiqué en twitter mis apreciaciones en relación a la encuesta Delphi 3, realizada por José Luis Exeni en el Foro que dirige en la Friedrich Ebert Stiftung (FES).
Cabe, en justicia, separar el resto de los foros de la FES, pues quedan fuera de las acciones de acompañamiento a las líneas estratégicas del MAS del cual veo indicios desde el foro del expresidente del Órgano Electoral Plurinacional.
Pongo a continuación la argumentación realizada el 21 de agosto:
“Hilo
1. Cuando supimos que en los primeros Delphi de Exeni tenía por entrevistados, como “líderes d opinión”, a guerreros digitales del MAS, vimos q acompañaba con un relato de cifras, la línea estratégica de la campaña del MAS, que en ese momento era que ganaban la elección en 1ra vuelta.
2. Esa línea ya no es la misma, puesto que las evidencias muestran que hoy, el MAS, con esfuerzo, podrá ocupar un 2do lugar para luego ser apabullado en 2da vuelta. El relato de victoria en 1ra ya no es creíble, hay que hacer un viraje, dice la campaña del MAS y el nuevo Delphi acompaña.
3. La narrativa que se cocina ahora con el 3r Delphi, es otra. Eso sí, sigue la estrategia de campaña del MAS, por lo que podríamos presumir que, si antes se entrevistaba a Guerreros digitales, no sería poco creíble que Huarachi y Leonardo Loza estén entre sus “líderes de opinión”, hoy.
4. La nueva estrategia del MAS, con el Delphi de Exeni, es, en pequeñas dosis, echar basura al TSE, que antes presidió, pero renunció, creo, por no animarse a ejecutar [todos] los cimientos del fraude, pero tampoco denunciarlos. Alegó, en medio de los alegatos en La Haya, que estaba enfermo.
5. Viendo su nuevo Delphi, llama la atención que Exeni parece haber encontrado la Loma Santa, El Edén, el lugar donde los “líderes de opinión”, los opinadores, no quieren opinar porque dice que “no saben/no responden”. Exeni encontró la “tierra sin mal”. Que nos sople las coordenadas.
6. Acompaña la nueva estrategia del MAS: tirar gotitas con carga viral contra el TSE, para cuando llegue el momento. La función de los seres de mitología de Exeni, los opinadores sin opinión, es abultar la cifra de los que, jura, no ponen las manos al fuego en la credibilidad del OEP.
Fuente: Delphi 3
7. El delphi de Exeni, entonces, acompaña el relato de la estrategia del MAS para cuando llegue el momento..., ¿Para cuando llegue el momento de qué? se preguntarán, para cuando llegue el momento de que intenten, otra vez, incendiar el país tras perder las elecciones.
8. Estamos ante la semilla del acompañamiento discursivo desde los intelectuales orgánicos del MAS, que insertan con disimulo, en cifras, el plan B del MAS de sumirnos otra vez en el terror y la violencia con el desconocimiento de los resultados de la próxima elección”.
Hecha pública esta argumentación en mi Twitter, el 23 de agosto, La Razón saca un editorial que también se disfraza de democrático pero que acompaña el peligrosísimo posicionamiento de la idea artificialmente construida de que gente que “cree” que habrá fraude, también para cuando llegue el momento…
Adicionalmente, en su último párrafo, el editorial intenta lavar la cara del Delphi 3, pero posicionando la idea explosiva de abultar la cifra de gente que “desconfía” del OEP, haciendo coro a sectores ultraconservadores que andan en las mismas, pero tirando la piedra y escondiendo la mano mediante un retruécano argumentativo impostor que se resumiría así: “El OEP es confiable, pero miren este ‘estudio’ de la FES qué muestra que mucha gente dice no lo es”.
Por supuesto que el posicionamiento comunicacional de ideas de narrativas partidarias que delinean un relato que apuestan a la convulsión, no tiene nada que ver con “contribuir al fortalecimiento del desarrollo y la democracia, ofreciendo un espacio plural para que diversos actores políticos, sociales e institucionales puedan reflexionar en torno a los problemas más relevantes para el país, a fin de generar aportes para sustentar una cultura política que tienda a consolidar la democracia boliviana”, que es el objetivo de esta institución.
La coordinación del “estudio” del Delphi sigue el mismo camino que se develó luego de que se conociera la composición del directorio de La Razón, del cual fue (¿es?) parte Exeni, quien además era (¿es?) uno de los editorialistas, junto a otros de sus colegas del Directorio y otros ajenos, aunque de mucha familiaridad. Esos editorialistas cobraban (¿cobran?) entre 500 y 1000 pesitos por sus editoriales de media página de Word, mientras los compañeros de redacción se mataron años trabajando, hasta 14 horas diarias, para recibir 3000 bolivianos de salario mensual.
Irrumpe, claro, la duda razonable de si Exeni cobró por realizar el Delphi, vía su salario como director del Foro que dirige, pero también escribió su propia defensa del Delphi escondiendo la mano detrás de su posible editorial de La Razón. Irrumpe la duda de si cobró esos pesitos extra, o lo hizo uno de sus colegas del exdirectorio o alguna otra persona de mucha familiaridad.
También penetra la duda del papel de otros miembros “pnudescos” de pasados directorios de La Razón relacionados con la elaboración del desarrollo de los Delphi en cuestión y con la cocción, a fuego lento, de una narrativa de datos que legitimaron los 14 años de gestión fraudulenta del MAS en salud, en educación, en temas de pobreza, etc.
Irrumpe, claro, la duda de si él o los autores de los editoriales de la nueva plataforma digital de este medio cobran por sus cuatro párrafos de agotador laburo, cuando hay cientos de extrabajadores a quienes la empresa adeuda salarios desde hace meses y a quienes despidió en plena pandemia.
Porque aquí hay que ser claros: La Razón no quebró sola y es un compromiso pendiente con la historia reciente de la democracia sacar el velo de lo que realmente ocurrió. El cierre, o el encogimiento, de un medio de comunicación de tradición no es un hecho menor dentro de la historia política de un país. Alrededor del parteaguas de la intervención gubernamental de Excelsior, a fines de los 70, en México, se siguen escribiendo páginas; lo mismo con el caso del monopolio de Clarín, en Argentina; el caso de La Razón tiene el mismo cariz de esos dos funestos sucesos que cito como ejemplo y que quedan como una llaga que no terminará de cerrar hasta que se la cauterice con un fierro candente.
Por otro lado, pero hablando aún de la Historia de la Democracia Boliviana, con mayúscula, si llegar a saber qué es lo que realmente sucedió en La Razón para arribar a la descomposición moral en que se encuentra, no se puede dejar de notar el nulo compromiso, la ligereza, la candidez, de sus administradores para con la Historia de Bolivia, al haber perdido todos sus contenidos digitales en su haber. De no repararse ese daño, estamos ante un atentado no contra el trabajo de los exdependientes de La Razón, ni del directorio, ni de las jefaturas de la empresa, sino contra un patrimonio colectivo documental de la historia del país, con documentación histórica cuyo acceso hoy está restringido a las hemerotecas tradicionales. Esa documentación informativa, muchas veces para bien de la democracia, y otras para mucho mal, no puede permanecer oculta por negligencias irrazonables de las máximas jefaturas del periódico.
El agujero negro en que ha quedado reducido uno de las más grandes instituciones del periodismo nacional, acompañando la implantación no inocente de relatos (como la reciente “encuesta” Exeni) que ha derivado en la violación de Derechos Humanos y que puede generar mayor zozobra y violencia, esa frivolidad y falta de compromiso con la historia documental del país y la indolente soberbia con que se trata a tantos amigos que dieron muchos años de su vida a ese periódico, debe causarnos una profunda tristeza.
Es claro, sin embargo, que para tirar la piedra y esconder la mano es necesario desocupar una de las que tapa sus oídos. Es en ese intersticio en el que sé que escuchan lo que se les dice en este texto, aunque no oigan: la colaboración en la construcción del relato del MAS y el posicionamiento de sus ideas tiene y ha tenido consecuencias funestas muy en concordancia con aquella falta de responsabilidad que muestran con la historia, con el futuro del país y con la vida de la gente. Por ejemplo, a causa de colocar la idea falsaria de “no fue fraude, fue golpe”, hay personas que hoy están muertas. El intento de implantar la idea de la “desconfianza” en el proceso electoral, fingiendo decir que el OEP es transparente, es nitroglicerina pura que no podemos permitirnos no denunciar.