Alfonso Prudencio Claure era el nombre del periodista-político, aunque lo usó muy poco. Su pseudónimo, Paulovich, fue por más de 40 años la firma con la que publicaba su “Columna de Perfil”, en diarios como Presencia de La Paz y en varios otros del país.
En esta nota me interesa “contar cosas” de Paulovich, especialmente sobre su actividad como periodista y político a la vez. Él nunca reconoció expresamente esta última actividad, pero tampoco lo negó, hasta donde se sabe.
Después de la Revolución de 1952, aún sin la fama de periodista que alcanzó, Paulovich fue elegido diputado por Moco Moco (provincia Camacho de La Paz), en las listas del Partido Demócrata Cristiano (PDC)[1], por un acuerdo con el MNR previo a las elecciones de entonces, porque la Ley Electoral en vigencia en ese período obligaba que se elijan parlamentarios “opositores”, aunque en la realidad no lo fueran.
Paulovich se ganó en esa época el mote de “Diputado de Moco Moco”.
Luego de su desempeño parlamentario, Paulovich volvió a las lides periodísticas. Lides periodísticas, digo, porque este oficio es una forma de la lucha de ideas, por tanto, de la lucha de clases sociales. La lucha de clases, se acepte o no esta teoría y práctica marxista, ocurre en los campos político, ideológico, económico y cultural, en una sociedad como la boliviana.
Paulovich —con el que personalmente tuve criterios opuestos e irreconciliables— fue uno de los “ideologizadores”, desde el espacio del que, batallaba, para mantener el viejo orden, la formación social boliviana de antiguo cuño, sólo con los cambios que aseguren su permanencia y predominio.
A propósito de las ideas, en el ámbito periodístico hay dos posturas básicas:
Una de ellas es la de Mario Vargas Llosa, quien afirma que cuando escribe no busca que sus ideas sean asumidas como propias por sus lectores.
En cambio, Bertolt Brecht afirma que él quiere que de sus ideas se adueñen sus lectores. Idea que comparto.
Paulovich plasmaba sus ideas y las de las clases sociales con las que compartía sus puntos de vista para que sus lectores se apropien de ellas, aunque no lo haya dicho textualmente.
Hablo de sus ideas y de las que ayudó a difundir (porque eran de los grupos sociales a los que perteneció) o de las que elaboró por cuenta propia.
La mayoría de los diarios bolivianos, excepto La Calle de los años 40, oculta sus simpatías políticas y mucho más su filiación partidaria
Aunque hubo una ocasión en que La Razón de La Paz (que publica esta nota) expresó su apoyo a la candidatura de Ronald McLean para alcalde de La Paz y resolvió hacer campaña por él desde sus páginas, y a sus principales ejecutivos se los vio en una proclamación.
Presencia, diario de los obispos católicos, el mejor de los últimos años en Bolivia, con muchas luces y con algunas sombras, publicó el Diario del Che en Bolivia con el más alto tiraje, que no consiguió ni antes ni después. A pesar de ese acierto editorial, cuando ya se conocieron las dificultades que determinaron su cierre, se negaron a publicar otros escritos del mismo Che respecto de la guerrilla que comandó en Ñancahuazú.
Asimismo, ese diario católico, a distancia del Concilio Vaticano II, en el que el Papa Bueno Juan XXIII propuso el diálogo y la colaboración entre católicos y marxistas, no publicó dos mensajes de dos obispos bolivianos, en ese momento dirigentes de la Conferencia Episcopal:
El arzobispo Julio Terrazas, en una homilía en Santa Cruz, afirmó: “El Che fue un hombre que murió por sus ideas: yo pregunto quién está dispuesto, ahora, a morir por sus ideas”. En ese momento gobernaban en Bolivia neoliberales sin tapujos. Ese mensaje no publicó Presencia, pero lo hizo Última Hora, de propiedad de un empresario minero.
Monseñor Luis Sainz, esos días Arzobispo de La Paz, para el Canal 2 de televisión, dijo: “Si Cristo viviera, no estuviera de acuerdo con el DS 21060”, resumen de la política económica neoliberal. Este mensaje tampoco fue difundido por Presencia.
El inventario de las sombras de Presencia podría ser completado, pero bastan las citas para añadir que Paulovich, en ese diario, y entre las contradicciones señaladas y otras, seguro que se movía con especial cuidado, lo que no le impidió tomar partido, probablemente, con los obispos, curas y laicos, conservadores, que dirigían el matutino paceño.
Paulovich, en un supuesto diálogo con su tía Encarna (uno de sus personajes de la llajta, Cochabamba), opinaba de tal forma que difundía ideas, apoyadas en información para que sean creíbles y quizá hasta irrebatibles.
Otra destreza de Paulovich era el chiste político, recreado o creado por él. Chiste político que ayuda en todo tiempo a que los periodistas y a la vez políticos se comuniquen con los lectores.
El ejemplo de Paulovich periodista-político, sin ser el único en Bolivia, es señero, sobre todo para la clase o las clases sociales y la o las ideas que acompañó, creó, recreó o ayudó a propagar.
En cambio, un periodista que dirigió un diario paceño, en más de un conversatorio llegó a decir que el periodismo (y los periodistas) que incursionan en política ya no son periodistas, y los periodistas que ejercen la política deben abandonar el oficio y dar espacio a los que sólo son periodistas.
No se sabe que Paulovich haya hecho algo equivalente.
Aún hoy, entre las nuevas y no tan nuevas generaciones de periodistas se sigue diciendo que los colegas elegidos a la Asamblea Legislativa Plurinacional, o como ministros, deben abandonar el periodismo, afirmación que es un grave error.
Estos días, cuando se intensifica la acción política y partidaria, debido a la proximidad de las elecciones de octubre o porque se acentúa la lucha de clases en nuestro país, varios periodistas mandan mensajes incluso descomedidos respecto de dirigentes políticos bolivianos y/o latinoamericanos y caribeños, y al mismo tiempo ellos, con esas sus ideas, ingresan o siguen en el ejercicio de la política. Y algunos de ellos son tan cándidos que al parecer no se dan cuenta de que los periodistas, por acción o por omisión, son actores de la política. Sin embargo, hay periodistas que aun estando lejos de la política, son cuando menos facilitadores de la difusión de ideas.
Paulovich, que sobre todo se ocupó del periodismo de opinión y algo del periodismo interpretativo, es un ejemplo del ejercicio del oficio como es la vida: difusión de ideas propias o adquiridas, por tanto, contó cosas y especialmente opinó sobre ellas, sin negarlo y en silencio. Fue un periodista-político muy leído. Una vez dijo que se iba a ir tranquilo de este mundo. Y algunos deben creer que ya se ha reunido con su tía Encarna.
La Paz, 11 de julio de 2019.
*Esta nota fue publicada en el suplemento Animal Político del diario paceño La Razón, el domingo 14 de julio de este año (2019).
[1] Alfonso Prudencio Claure (Paulovich) fue elegido diputado, en 1962, en las listas del Partido Social Cristiano, el que al poco tiempo sustituyó ese nombre por Partido Demócrata Cristiano (PDC).