Vamos a andar
La Paz, Página Siete, viernes, 27 de mayo de 2016
Llevamos un tiempo escuchando noticias sobre el conflicto del Gobierno con los trabajadores despedidos de la empresa Enatex. Efectivamente, hay elementos de juicio que explican parte del problema, como ser la ruptura con la ATPDEA (que no dejó de ser un acto de soberanía) o la informalidad de los mercados "amigos” de Venezuela, Argentina y Brasil (sumada a sus respectivas crisis económicas); pero se trata de explicaciones insuficientes y además suficientemente antiguas como para que ahora nos vayamos a dar cuenta.
Una empresa que presumía de exitosa (hasta el extremo de que el año 2013 la exportación de textiles bolivianos había triplicado la importación y el año 2014 hablaba de un espectacular crecimiento de sus exportaciones) no puede transformarse de repente (porque en 2015 se invirtieran las cifras) en "empresa de servicios” y echar a la calle a casi 900 trabajadores, y menos en esta etapa que vive el país y con el discurso oficial de apoyo a la producción y a los productores. Ni menos puede hacerlo diciendo a sus trabajadores que desocupen sus respectivos galpones porque se va a proceder a una desratización para luego cerrarles las puertas y dejarlos en la calle. Y menos aun se explica que cuando los trabajadores despedidos protestan —por supuesto con toda la razón— se los gasifique y se los reprima, y se detenga a cerca de 80 obreros (¡por el delito de defender sus derechos laborales!).
Pero más allá del maltrato laboral, que ya es preocupante, están las formas de hacer empresa productiva.
¿Se hizo estudios de mercado? Si se los hizo, lo menos que hay que decir es que no fueron muy profesionales.
¿Se administró correctamente los recursos? Según testimonios de los despedidos, no. Parece que había exceso de gastos burocráticos y administrativos, incluyendo responsables de gerencia, que no parecían preparados/as para ese tipo de empresa.
¿No estamos aprendiendo justo lo malo de los regímenes socialistas? En todo caso, estamos demostrando que el Estado es un mal empresario (además de insensible). Pero los regímenes socialistas por lo menos eran coherentes en no permitir el contrabando de los mismos productos que ellos fabricaban; mientras que en nuestro país el contrabando no sólo ha seguido su avance imparable, sino que en este caso, además, ha ido acompañado de la importación creciente —e imparable— de la ropa usada.
Además está a la vista la mala gestión. Mientras la anterior empresa privada Ametex producía todos los eslabones de la cadena textil, parece que la estatal Enatex se ha ido desprendiendo de varios eslabones, beneficiando así a otros talleres privados (un tema para la Fiscalía). Y ahora tenemos ahí otro conflicto social que no se resuelve.
Parece que el Gobierno buscara ampliar los enfrentamientos sociales: está todavía ahí el conflicto con las personas con discapacidades y le aumentamos el conflicto con la prensa, y luego con los abogados y ahora con los fabriles…
¿Qué nos está pasando? ¿Ya no se dialoga con los sectores sociales? ¿Ya no nos importa la producción? ¿Ya lo único que importa es la construcción de obras faraónicas y nada productivas? ¿Será que estamos perdiendo la serenidad imprescindible para poder gobernar? A juzgar por la actitud del Ministro de la Presidencia pareciera que sí.
Personalmente, ya no reconozco a aquel Juan Ramón Quintana de los primeros años de este proceso, cuando su serenidad, su seguridad y su sonrisa venían a ser una garantía de buena gestión de los conflictos. Ahora esa serenidad y esa seguridad se han convertido en descontrol, en el uso del insulto múltiple, en maldiciones en lugar de explicaciones… Y mientras en las altas esferas impera la descalificación de quienes se atreven a pensar (y a expresar lo que piensan), en los niveles intermedios reinan la mediocridad y la inoperancia. Y en este caso, además, la más flagrante injusticia social.
¿Será que por un momento podamos olvidarnos de referendos y recuperar la serenidad política, y abrir un amplio diálogo social? Se podría empezar con los fabriles, probablemente sean el interlocutor más adecuado.
*Es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.