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El discurso subversivo de Xavier Albó

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Cara o Cruz

Raúl Peñaranda U.

La Paz, Página Siete, jueves, 07 de abril de 2016

El Gobierno, mediante su bravuconería retórica, ha logrado instalar la idea de que todos quienes difieren de él tienen posiciones extremas y son "neoliberales”, "vendepatrias” y "traidores”. Es tan persistente el discurso oficial del odio, la polarización y el exceso, que la "nueva normalidad” en el país es la obsecuencia y el silencio.

"Los neoliberales querían privatizar hasta el aire”, "si vuelve la derecha les quitarán sus casas”, "los partidos antes de 2006 no querían que los niños estudien”, "Estados Unidos busca la desaparición de Bolivia” y "quienes se oponen a la demanda marítima son traidores a la patria”, son algunos de los eslóganes oficiales tan insistentemente repetidos, que parece que no se los pudiera poner en duda.

Además, es tan superior la capacidad del Gobierno de instalar ese discurso, gracias al control que tiene de las instituciones, los medios de comunicación y los sindicatos (y por ser tan débil, al mismo tiempo, el discurso partidario opositor), que nadie puede discutir, en la misma cancha, contra esos eslóganes, aun siendo tan demagógicos y falsos. Los que no creen en ellos se refugian entonces en las redes sociales para, mediante una especie de "guerra de guerrillas”, desportillarlos, burlarse de ellos y, al final, ayudar a vencerlos, como ocurrió el 21 de febrero pasado.

Por eso es que ha causado tanto impacto el reciente discurso del sacerdote jesuita Xavier Albó en Palacio de Gobierno, al recibir el Cóndor de Los Andes. Albó ha señalado cosas que ya nadie menciona en presencia de sus majestades y, menos, en un discurso transmitido en vivo por los medios gubernamentales. Este cura de izquierda, y que respalda una buena parte de las iniciativas del Gobierno, hizo algo que ya es una rareza: decirle, directamente a las autoridades, en qué se equivocan.

No es que Albó hubiera pronunciado un discurso extraordinario para haber causado tanta algarada. No. Pero con su estilo modesto, y cargando la congruencia de sus actos durante tantos años, expresó una serie de ideas "normales”, que ahora, con una democracia debilitada, son casi subversivas.

Veamos: señaló que es un librepensante y que, si bien respalda en líneas generales al Gobierno, "no renunciará jamás” a la libertad de decir lo que siente. Y luego expresó que en vez de hacer una planta nuclear debería empezarse por tratar de mejorar los sistemas de salud; que Evo Morales no debería cumplir un cuarto mandato consecutivo, y que el Vivir Bien debe sobre todo cumplirse "con la naturaleza y con los distintos” (justo lo contrario de la sorprendente declaración, minutos antes, del canciller David Choquehuanca, quien expresó que "no debe darse de comer” a quienes no respaldan el proceso de cambio).

Y añadió dos cosas, tal vez las más importantes, que a los valores oficiales del "ama llulla”, "ama quella” y "ama sua” hay que añadir dos más: "ama llunk’u” y "ama ch’inlla”; es decir, la necesidad de no ser adulón y de no callarse.

¿Qué de extraordinario tienen estas propuestas? Como acabamos de decir, mucho si se considera el escenario en el que vivimos, en el que muy pocos se animan —a viva voz— a expresar disensos y críticas, lo que en otro momento de nuestra historia fue parte de la vida cotidiana. Tanto ha retrocedido la democracia en el país que algo que antes era pan de cada día (las insolencias contra Banzer y Goni, por ejemplo, fueron cosa común) hoy causa sorpresa.

Los "subversivos planteamientos” de Albó son compartidos por miles de personas en Bolivia, a las que el régimen acusa de "vendepatrias” y que se niega a escuchar: que tener libertad de pensamiento es algo positivo y no, como cree el Vicepresidente, negativo. Que crear una planta de investigación nuclear es una estupidez en un país que tiene falencias tan básicas en otros campos. Y que en un país nadie debería callarse por miedo a las represalias políticas. Para no comentar sobre el lógico planteamiento de que una sociedad funciona mejor con menos llunk’us, no al revés.

Todo eso, para oídos de Evo Morales, el "matemático” Álvaro García Linera —como Albó lo calificó con sorna— y decenas de ministros y viceministros llunk’us ha debido ser diatriba. Así de mal estamos.

*Periodista. Twitter: RaulPenaranda1

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