Vamos a andar
Rafael Puente*
La Paz, Página Siete, viernes, 09 de octubre de 2015
Es preocupante que nuestro Gobierno, ante la imposibilidad de convencer a la población de Mallasilla —y demás poblaciones aledañas— de los supuestos "beneficios” de la energía nuclear, en lugar de aprender la lección lo que hace es ponerse a buscar otro lugar (en el que la población no se oponga, como si los peligros de una planta nuclear quedaran restringidos al lugar de su emplazamiento).
Entendemos que como Estado y como Gobierno sintamos un vértigo de crecimiento: nunca circuló tanto dinero en nuestra sociedad, nunca tuvimos las reservas fiscales que ahora tenemos, nunca nuestra moneda fue tan estable como ahora, nunca nos conocieron y escucharon fuera del país como lo hacen ahora, nunca un presidente boliviano pudo convocar a cumbres mundiales con la seguridad de tener una notable capacidad de convocatoria… Entendemos, por tanto, que llegue un momento en que nos preguntemos si no podemos ser como "los grandes”, no sólo con satélite propio, sino, incluso, con una planta propia de energía nuclear (y peor si nos encontramos con ese recurso natural inoportuno que se llama uranio).
Pero después de esos sentimientos ensoñadores, sería de esperar que venga la reflexión serena, el estudio científico y el cálculo económico realista, y mucho más si tenemos como horizonte el Vivir Bien y, por tanto, la armonía permanente con la Madre Tierra. En lugar de eso, el vértigo crece y nos imaginamos como "capital energética de América del Sur”, y, para colmo, definimos que la base de esa "capitalía” puede ser la energía nuclear, como si nuestro Estado pudiera ser más capaz que el Estado japonés (que no pudo evitar ni recomponer el drama de Fukushima), o que el Estado soviético (donde hasta hoy sigue habiendo muertes infantiles resultado de la tragedia de Chernobyl), o que el Estado alemán (que realistamente está desmontando sus plantas nucleares).
Y cuando arrecian las críticas, y cuando en el caso de Mallasilla la crítica se convierte en movilización social, se acude a dos trucos: el primero consiste en declarar que la movilización "es política” (faltaba más, no va a ser sentimental, o literaria); y el segundo en intentar cambiarle la cara al proyecto nuclear afirmando que sólo tiene fines investigativos (¿vamos a investigar nosotros más de lo que ya está investigado? ¿No tenemos temas mucho más álgidos que investigar?) o bien con fines medicinales… Sin embargo la viceministra responsable (¿realmente responsable?) es la de Energía y no una de Educación o de Salud.
No olvidemos que en el mejor y menos probable de los casos —el de que nunca se produzca un movimiento sísmico que nos haga recordar Fukushima— sigue pendiente el problema de los residuos nucleares (el uranio quemado tiene todos los isótopos radiactivos del sistema periódico y la vida media de estos isótopos es de miles de años), un problema definitivamente insoluble (los países ricos intentan depositar sus residuos en algún rincón del Tercer Mundo). Por tanto, construir una planta de energía nuclear es gastar miles de millones (que no nos sobran, menos aún en tiempos de apretarse los cinturones) en hipotecar a larguísimo plazo la estabilidad del país y la salud de la población. Sin contar con el problema del creciente reforzamiento de nuestra dependencia tecnológica…
Además, ¿dónde está el estudio geológico de la zona? ¿Se han establecido datos concretos sobre las arcillas expansivas en Mallasilla? ¿Y sobre las fallas tectónicas? ¿Y sobre los diferentes estratos geológicos? ¿Y sobre la escasa densidad poblacional en 50 kilómetros a la redonda y las correspondientes vías de escape? Y si realmente se ha hecho ese estudio (sólo que no se lo ha hecho público), ahora que se descarta Mallasilla ¿se va a empezar nuevos estudios en algún otro lugar donde no haya movilizaciones "políticas” sino solamente festivas?
Por favor, compañeros y compañeras del Gobierno, recuperemos la serenidad y pensemos en el país que todavía tenemos —y desde ese mismo país— y no nos preocupemos de ser "la capital” de nada ni de nadie. Y contentémonos con avanzar en esa quimera del Vivir Bien…
*Miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.