Textura violeta
Drina Ergueta*
La Paz, Página Siete, martes, 08 de septiembre de 2015
En las últimas semanas hubo un intenso esfuerzo comunicacional por difundir trozos de historia adecuados a intereses, por influir en personas y sectores estratégicos, por lograr presión social, por hacer que haya gente que respalde la causa, por modificar valoraciones hacia las personas involucradas..., y aún queda mucho en el caso de la muerte de Andrea Aramayo, por el que la Fiscalía imputa a su exnovio William Kushner Dávalos de feminicidio.
Se trata de un caso con los requisitos necesarios para realizar un análisis en profundidad, para hacer una tesis de comunicación estratégica o relaciones públicas.
Siempre se han contado historias para, mucho más que relatar algo, dar información y conocimiento, valores, formas de ver y entender el mundo. Así, las narraciones son imprescindibles para comprender hechos, tenemos que saber qué ha pasado, cómo ha sido. La gente experta en comunicación y en persuasión a través de los medios lo sabe y lo suele utilizar.
En este caso, en la historia de lo ocurrido hay espacios vacíos que han generado interrogaciones y que han sido aprovechados para ser "llenados”, a veces de manera absurda pero interesada, mientras avanza lentamente el proceso formal de investigación, que aún no ha revelado del todo la manera en que, de acuerdo a las pruebas, ocurrieron los hechos.
Se sabe que Andrea y su reciente exnovio William se encontraron casualmente en un pub, discutieron, que salieron de allí y que ella murió tras ser atropellada por un vehículo conducido por él, y que su cabeza fue aplastada, según declaró uno de los médicos a la madre de la víctima.
Kushner fue imputado por feminicidio porque hay fuertes indicios: él era, además, jefe de la víctima y tenía posición de poder. El Ministerio de Trabajo anunció su intervención porque ve posible acoso laboral, la familia de la víctima conocía de humillaciones en la relación de pareja, la última fue que él la echó de casa porque ella no era dócil, en el último encuentro hubo discusión y fue fatal.
La madre de Aramayo, una periodista de prestigio y además feminista, supo tener un discurso coherente en esos momentos terribles y tuvo mucha cobertura mediática de denuncia. El caso de todas formas habría podido tener mucha repercusión en los medios ya que el acusado es el hijo adinerado de una famosa actriz y un médico de prestigio.
En los primeros días, la familia Kushner Dávalos guardó silencio, luego inició una arremetida mediática que, a todas luces, para quien conoce de gestión de medios y del control de la reputación pública, podría estar llevada por profesionales. Al contrario de lo que le ocurre a la madre de la víctima, esta familia está en condiciones de contratar un equipo de abogados y también de expertos en comunicación.
Se han difundido historias contrarias a los indicios y a pruebas que fueron apareciendo, y contrarias, también, al sentido común elemental: testimonios señalan que Aramayo se cayó, pero expertos afirman que lesiones de tan alto grado son imposibles en una caída; luego, el acusado dijo que no la vio porque los vidrios del coche eran polarizados, después dijo que ni cuenta se dio... Se ha utilizado el desprestigio de la víctima, que ya no puede defenderse, como manera de distraer la atención hacia elementos ajenos al hecho.
Ante el apoyo logrado a la demanda de justicia para Andrea, se ha intentado y se busca aún crear una historia, completarla, para que sea favorable al acusado y que le libre, al menos, de un juicio por feminicidio, delito que, si es que es culpable, le valdría 30 años de cárcel sin derecho a indulto. Lo importante es crear dudas, que se piense que un "chico bien” no puede ser feminicida. Este caso debería centrarse en las pruebas periciales y la Ley 348, no en distracciones interesadas.
*Periodista