Por: Raúl Liendo Cortez
Aún recuerdo. Hace varios años ya, en un “impactante” programa de TV, se mostró a varias personas gravemente secueladas como consecuencia de posibles casos de negligencia médica. La abogada protagonista del programa apuntaba su revolver verbal directamente a la cabeza de los médicos. Los médicos se defendían, defendiendo los planteamientos que querían integrar a un anteproyecto de ley sobre negligencia médica. A la fecha, dicho anteproyecto, concluido en su elaboración, se encuentra en el CONGRESO, como PROYECTO DE LEY, para su tratamiento y aprobación. Pero, veamos desde la (o una-mejor-) óptica de la MEDICINA SOCIAL Y SALUD PÚBLICA el justo lugar que ocupa esta entidad, inherente a la conducta profesional MÉDICA (este término incluye a médicos y a todos los profesionales de salud).
Este tema, tan peyorativamente trillado, apenas —en realidad— toca unas hojas del frondoso bosque que corresponde a lo que se denomina LA IATROGÉNESIS (daño) DE LA MEDICINA (Ivan Ilich, tiene varios volúmenes dedicados al tema), pues atañe a un solo punto de uno de sus capítulos, cuya nominación, desde la óptica que tratamos, es IATROGÉNESIS CLINICA, que trata no solo la negligencia como: “ Omisión más o menos voluntaria pero consciente de la diligencia (…) “(Ossorio, M. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas Y Sociales. Editorial Heliasta. 27ª ed.). Diligencia, que en su acepción laboral se define como: “El desempeño de un trabajo con adecuadas voluntad y aplicación, de modo que se obtenga un rendimiento satisfactorio (…)” (Ossorio M. Op.Cit.). Sino, trata todo daño (sea físico, psicológico o social) que resultare en el paciente, como efecto de la relación laboral (o profesional) entre este y el médico. Por esta vena, la negligencia como se la viene tratando, es decir, individualizada e inmediata, (para aclarar, digamos, que sería aquella que puede ser imputable sólo a los autores materiales directos), queda fracturada de su frondoso fondo supraestructural. Dicho esto pasamos a dar algunas luces acerca del FONDO SUPRAESTRUCTURAL de la negligencia médica, o sea de la IATROGÉNESIS DEL SISTEMA DE LA MEDICINA.
Bien, lo primero que debemos recordar es que en la estructura del sistema de la medicina los recursos humanos se “juegan” —por decir— en DOS niveles: El de la producción y el de la distribución. El primero implica la educación médica (o mejor, la educación en SALUD) y, el segundo, el ejercicio sanitario laboral. Pero, además, si recordamos que las noxas —de cualquier naturaleza—, consideradas como FACTORES CAUSALES (o etiológicos) de daño a la salud, son de DOS “tipos”: Predisponentes y desencadenantes, entonces percibimos claramente que la negligencia médica, tal como se la viene tratando, sólo considera el SEGUNDO FACTOR (desencadenante), pero además lo considera “amputado” de lo que es la iatrogénesis clínica porque lo reduce sólo al individuo-efector-sanitario. Y, aquí —como tapa para la olla, cae una pregunta: “¿Por qué este tema punitivo está “arrancado” de su matriz supraestructural y reducido a la individualidad?
La primera respuesta es por demás obvia, aunque se la calle. El sistema, y todos los sucesivos gobiernos administradores del saqueo transnacional, usan todos los medios disponibles para ocultar sus culpabilidades (o desviar la atención). Culpabilidades que, por lo demás, son DESPIADADAS E INHUMANAS. Es a partir de esto que “echan la culpa al empedrado”: “la culpa de la pobreza la tienen los pobres”, “la culpa de la mala medicina la tienen los médicos”; pero para mayor comprensión de esto, mejor expliquemos algunos ángulos, dando ejemplos —en casos—.
Sabemos bien que, en nuestro medio, hasta los hospitales de tercer nivel sufren la falta de insumos, medios y recursos de salud. Hay cirugías, por ejemplo, que se van postergando reiteradamente porque el paciente pobre no tiene para comprar ciertos insumos que requiere. Cuantas veces hay complicaciones en la salud de estos enfermos por estas dilaciones. Este es un claro hecho de negligencia estructural estatal, imputable básicamente al ESTADO NEOLIBERAL VIGENTE. Si los de TERCER nivel sufren tanta falencia, ni qué decir de los de segundo y primer nivel. Y, hay más ¿Qué decir de las grandes áreas geográficas sin sanidad? ¿Qué decir de la distribución del presupuesto plurinacional?, abultado para sectores represivos (Defensa, Min. de Gobierno), escaso para SALUD (es como si un padre negligente diera buena asistencia a un hijo bravucón y holgazán y muy escasa a los otros). Y, en relación a los recursos humanos, un hecho predisponente de daño a la salud, muy grave, resulta de los nombramientos “a dedo” en cargos de responsabilidad médica o de salud en general. Aspecto que hoy llega a niveles alarmantes. Veamos esto un poco. El sistema a fin de mantener el statu quo, prevé una serie de juicios normativos (“éticos”) que regulan muchas funciones sociales. Entre estas están los exámenes y concursos para optar cargos. Pero, son sus propios agentes funcionales (administradores del statu quo) los que dejan de cumplir con estas normas, aun a costa de poner en riesgo a los demandantes de salud, conllevando así a un aumento irresponsable de factores predisponentes iatrogénicos sanitario-estructurales. En esta esfera DISTRIBUTIVA de sanidad se “juegan” factores causales tanto predisponentes como desencadenantes. En cambio, en la esfera PRODUCTIVA O sea, en la de la EDUCACIÓN EN CIENCIAS DE LA SALUD, sólo se “juegan” factores predisponentes inherentes a la producción (formación) de RECURSOS HUMANOS en SALUD. Veamos algo de esto.
Podemos mencionar muchos: medios, material didáctico, infraestructura, calidad docente, calidad administrativa, etc., especialmente relacionado con el funcionamiento y la “creación” de FACULTADES de MEDICINA y/o afines, que no tienen mínimas condiciones pedagógicas. Es claro que los “productos” serán potenciales profesionales negligentes. Pero, un tratamiento detenido no se aviene a este artículo; así que cerraremos dando una pincelada más, esta vez tomada de la educación médica pública.
Tomemos, por ejemplo, aspectos negativos que se vienen dando en la conformación de personal académico. Vemos que, en este sector, también viene in-crescendo la inobservancia de normas y reglamentos de concursos y exámenes para optar cargos académicos en general. Vemos, impotentes, cómo aumentan en universidades del sistema los nombramientos “a dedo” —incluyendo cargos de alta responsabilidad— (el POSGRADO de la facultad de Medicina de la UMSA hace tiempo que esta violentado, ya que está ocupado mediante nombramiento “a dedo”, bajo influencia arbitraria de las actuales autoridades facultativas). Y, en cuanto a cargos docentes, si hasta hace poco se manipulaba sutilmente para que entren “elegidos”, hoy ya no hay disimulo, pues ya se expide nombramiento de profesor al que reprueba los exámenes de competencia, en perjuicio de profesionales que aprueban el mismo (Facultad de Medicina, UMSA). Las consecuencias de todas las arbitrariedades, seguramente, se las verá más tarde, en el ámbito de “los productos” formados bajo regímenes académicamente viciados.