¿Será que así se defienden los derechos humanos?

Vamos a andar

Rafael Puente*

Viernes, 14 de febrero de 2014

Por fin se consumó el asalto a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Paz, y circulan al respecto informaciones muy autosatisfechas, algo así como que hubieran "puesto en su lugar” a la dirección de dicha asamblea, a quienes califican poco menos que de delincuentes, por el delito de practicar la independencia política respecto del Gobierno (independencia que debiera ser un requisito fundamental a la hora de defender derechos).

A continuación se nos cuenta quiénes componen la "nueva directiva” —en realidad es la "otra directiva”—, y al margen de las personas que ahí se nombran lo que llama la atención es que todas representan a diferentes organizaciones sociales, como si la histórica asamblea fuera un ente sindical (¿será que se trata de visibilizar así el sometimiento al nuevo Estado Plurinacional, con una especie de nuevo pacto de unidad con el nombre de derechos humanos?).

Para colmo hemos visto imágenes que muestran a los asaltantes bajando de un bus de la Cervecería Boliviana Nacional, y aquí sí que ya no entendemos nada (si fuera un bus de algún ministerio o de las Fuerzas Armadas por lo menos sería coherente con el mencionado sometimiento), ojalá alguien nos lo explique.

No tenemos criterios —ni somos quién— para evaluar el comportamiento o funcionamiento de la directiva estatutariamente elegida de la Asamblea de La Paz (y a la que desde hace un mes se pretende descalificar), pero sí tenemos criterios de cómo se tiene que proceder cuando se está en desacuerdo con el funcionamiento de una organización a la que se pertenece. 

Y ciertamente, por coherencia elemental con los propios principios —en este caso la defensa de los derechos humanos— no se debe proceder por la vía violenta —la famosa acción directa de masas—, lamentablemente la misma que se utilizó para dividir el Conamaq.

¿Qué pasa? ¿Se parte del principio de que un gobierno progresista nunca lesiona los derechos de la gente? Eso no ha ocurrido ni en los gobiernos socialistas (supuestamente los más progresistas). El Estado es nomás el Estado, es por esencia una acumulación de poder y está en constante peligro de atropellar o lesionar derechos y, por tanto, la defensa de esos derechos tiene sentido al margen de quién gobierna y de con quién se pueden identificar políticamente quienes se sienten llamadas/os a defender los derechos de la gente.

Porque si no fuera así lo coherente sería hacer desaparecer la Asamblea de Derechos Humanos (por innecesaria), en ningún caso crear otra asamblea que —con el nombre de "derechos humanos”— más bien se dedique a la defensa de los "derechos gubernamentales”.

Si no se parte de ese principio no tiene sentido convertir la asamblea en un botín político y lo único que cabría hacer sería debatir serena y democráticamente en su interior. Nuestra histórica asamblea no gana nada apareciendo ahora dividida en dos (como ha ocurrido con muchos sindicatos y muchos partidos).

Para colmo, nos advierten que la cosa no queda ahí, sino que la idea es hacer lo mismo con la Asamblea Nacional (¿y con las de otros departamentos?), con lo que estaríamos destruyendo el legado del padre Tumiri y demás miembros fundadores de aquella Asamblea Permanente que supo resistir los ataques del banzerato y supo mantenerse vigente durante tanto tiempo.

 Por lo demás, lo que yo esperaría de los compañeros del Gobierno —donde nunca ha dejado de haber gente inteligente— es que les digan a estos sus acérrimos defensores que dejen de comportarse así,  que hay amores que matan, que con esta forma de defender a "su gobierno”, en el fondo lo están desprestigiando. ¿Será que se dan cuenta?

*Miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.