Los enemigos del pueblo, los oligarcas, la burguesía quien tiene por norma la ambición, siguen pensando retorcidamente que los pueblos se suman a la lucha de algunas personas, creen, en su mente asesina, que acabando con los dirigentes y personalidades destacadas de una fuerza revolucionaria, acabarán con la lucha que ellos llevan a cabo. Parecen desconocer el hecho contundente de que son esas personas, esos individuos notables, quienes se suman a la lucha de los pueblos, y que los pueblos no pueden ser derrotados cuando han asumido con valor y convicción revolucionaria su papel liberador en la historia.
Alfonso Cano ha sido sin duda un revolucionario ejemplar, dedicado desde muy joven a luchar por la revolución socialista en Colombia, su causa, su ejemplo, su brillante capacidad fueron producto del aprendizaje del pueblo colombiano en su lucha por derrotar a la oligarquía que pisoteaba a los trabajadores, que asesinaba a los campesinos, que perseguía a los estudiantes; el aprendizaje de un pueblo cansado de ser enviado a la guerra por causas ajenas a sus intereses, para defender las causas de los explotadores que en su rivalidad utilizaban a miles de campesinos y trabajadores colombianos como carne de cañón; el aprendizaje de un pueblo que no inventó la guerra sino que nació en medio de ella y que simplemente decidió afrontarla con su propia fuerza, con su propia causa, esta vez por la Revolución, la Patria Grande y el Socialismo.
El comandante Alfonso Cano no inventó a las FARC, no inventó la guerra, no inventó la lucha revolucionaria, el comandante Cano se sumó a ella, se formó en la organización, su capacidad individual no se puede explicar sin las causas que la provocan ni sin la experiencia y el aprendizaje del Ejército del Pueblo, heroico que lleva años combatiendo con singular valor y audacia a un ejército asesino apoyado por paramilitares y por los grandes terroristas del mundo, el ejército yanqui.
El gobierno genocida de Colombia, necio en su ambición burguesa y cegado por la ira, ha sido incapaz de derrotar a las FARC, simplemente se ha cansado de asesinar luchadores sociales, sindicalistas, campesinos, estudiantes, de atacar cobardemente a los guerrilleros y sus bases de apoyo; en lugar de combatir las causas que hacen posible la guerra, sigue alimentando día a día las causas que llevan a miles de explotados en Colombia a tomar las armas para luchar por su liberación. En los últimos años, su estrategia militar se ha enfocado en la ilusión de que si asestan golpes en contra de los comandantes de las FARC, los derrotarán, de este modo han ejecutado planes militares millonarios que lanzando indiscriminadamente bombardeos sobre algunas zonas de operación de los guerrilleros, se han propuesto ejecutar a sus dirigentes. No podemos negar que lo han logrado en algunos casos. Lo que no pueden y no podrán logar es doblegar la férrea voluntad de lucha de los guerrilleros, no pueden y no podrán derrotarlos porque la causa revolucionaria es invencible. Dichos golpes cuya efectividad militar es limitada, están orientados por su efecto propagandístico, se proponen a través de ellos, convencer al pueblo colombiano de su derrota, convencer a los revolucionarios del mundo que es inútil combatir a las fuerzas armadas del imperialismo. Lo que no dicen es que los combatientes farianos siguen en pie de lucha, asestando golpes cotidianos en el plano político y militar al ejército colombiano, a la policía nacional, a los agentes norteamericanos, a la oligarquía; lo que parecen ignorar es que mientras asesinan cobardemente a algunos de sus brillantes dirigentes, en las filas de las FARC, se forman por millares a sus sucesores, que el pueblo organizado tiene la capacidad de formar nuevos cuadros, nuevos dirigentes que no solamente pueden igualar a los abatidos, sino que en cada uno de ellos viven los caídos, vive su experiencia, su coraje, su valor, su voluntad inquebrantable; en las filas de los combatientes farianos surgen no sólo de forma individual, sino sobre todo colectiva, quienes ocuparán el lugar de Marulanda, de Jacobo Arenas, de Efraín Guzmán, Raúl Reyes, Iván Ríos, Jorge Briceño (Mono Jojoy) y Alfonso Cano. Los hombres son mortales, la muerte ha de llegar en algún momento, por causas naturales o por causas sociales; caer combatiendo es un riesgo que cada guerrillero corre con convicción y entrega, pero la lucha revolucionaria es inmortal, la burguesía ha hecho de todo y no ha podido ni podrá matarla; por ahora podrán festejar, pero sus días en el poder acabarán, la explotación sí morirá y los heroicos combatientes farianos siempre tendrán en la historia un lugar por su aporte a la causa más noble de la humanidad, el comunismo.
¡Hasta ziempre comandante Alfonso Cano!
¡Hasta siempre combatientes caídos en la lucha revolucionaria!
¡Por la patria grande y el socialismo… Toda la solidaridad a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
PARTIDO COMUNISTA DE MÉXICO
Partido Comunista de México
Comité Central
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