Pedro Mariobo Moreno
Desde el punto de vista político, el Gobierno está preocupado y la oposición triunfalista con los resultados de las elecciones del 16 de octubre.
Pero si el pueblo fue el absoluto ganador por su afluencia masiva a las urnas, todos debiéramos estar satisfechos y contentos. La preocupación del gobierno debería ser menor y el triunfalismo de la oposición contentarse con solamente haber asestado un golpe bajo al Gobierno, pero nada más, porque de los votos nulos y blancos, solamente un pequeño porcentaje es de ellos; la mayoría es del pueblo que exige ajuste a la gestión gubernamental. Es por ello que sostenemos que los resultados no son ninguna ruptura del pueblo con el Gobierno.
Y para contribuir a que todo se reencamine como creo que lo pide el pueblo con estos resultados, veamos algunos aspectos a tomar en cuenta:
1.Las fallas en el proceso electoral:
—Nunca acumular factores negativos: Preocupado por lo del TIPNIS, a un Ministro amigo, le propuse con mucha anticipación, que el Gobierno postergase las elecciones judiciales para diciembre; “resuelvan primero lo del TIPNIS” le dije; y el otro motivo, complementé, es la deficiente información hasta ahora sobre los candidatos a las magistraturas. Como la política no es ciencia exacta, la sinergia negativa esta vez fue de 1+1=3.
—El otro factor negativo fue la deficiente información. Esto contravino al principio social y político de que los sectores populares, se movilizan y desarrollan mucha fuerza por objetivos o motivos inmediatos y CONCRETOS. Para el caso de las elecciones, lo concreto era CONOCER físicamente a los candidatos; toda la propaganda realizada, que fue un gran esfuerzo del Tribunal Supremo Electoral, fue más abstracta que concreta: las cartillas informativas y las pequeñas cortinas televisivas, llegaban a la mente pero no a la vista del elector, todos los candidatos tienen méritos, pero los electores no tenían casos concretos de la actuación profesional de ninguno.
—El tercer factor negativo fue la INCERTIDUMBRE creada por la oposición y los medios de comunicación masiva sobre la presunta militancia oficialista de todos los candidatos. No son del MAS-IPSP o quizás alguno lo es —por qué no— pero no militancia activa y por eso no se los conoce, como tampoco se podría afirmar que todos eran de la oposición. Esto alimentó el voto blanco y aumentaron a los nulos. Si bien atribuirle esta militancia al MAS-IPSP podría considerarse un gran halago, a la vez fue una gran irresponsabilidad y demagogia de alto calibre para engañar y manipular al pueblo, porque “precalificar de entre todos del mismo lado” como, dijo Jorge Lazarte, ya habría viciado al proceso desde el comienzo. A falta de una mejor información positiva, hubo un torrente de mentiras que influenciaron el voto nulo. Por todo esto, los resultados no ameritan ninguna renuncia del TSE o que se anulen las alecciones, estos son otros absurdos de la politiquería, no de la política como arte y como ciencia.
2. Las lecciones aprendidas o por aprender
La primera lección: no acumular tantas tarjetas amarillas, porque luego viene la tarjeta roja; estamos a punto de que llegue la tarjeta roja (ruptura de una fracción importante del pueblo con el gobierno). Es urgente la enmienda de los errores o por lo menos evitarlos en próximas medidas a tomar.
Segunda lección: no dejar que los conflictos avancen y menos con marchas. Por principio, la norma en el tratamiento de los potenciales conflictos debería ser: prevención antes que explosión.
Tercera lección: realizar ajustes en la gestión de gobierno. Reactivar una dinámica proactiva y más orgánica entre gobierno y sociedad civil o, para decirlo en lenguaje oficial, devolver mayor protagonismo a los movimientos sociales con relaciones más orgánicas (pero orgánicas de verdad) entre los niveles operativos del gobierno con los movimientos sociales, incluyendo a los indígenas del TIPNIS.