Hernán Uribe*
Las minas antipersonales y las antitanques prosiguen causando víctimas aunque fueron instaladas cuatro décadas atrás por la dictadura castrense encabezada por Augusto Pinochet en las fronteras de Chile con Argentina, Bolivia y Perú en una acción que no ha recibido castigo alguno aunque a todas luces se trata de un crimen abominable y condenado por el derecho internacional. Como es conocido, la Junta Militar que usurpó el poder en Chile y provocó la muerte del presidente constitucional Salvador Allende, dictaminó que regiría en el país un "estado de guerra" para justificar los asesinatos de opositores. Transcurridos sólo unos meses después del once de septiembre de 1973 los golpistas comenzaron a ser denunciados por sus crímenes y ellos interpretaron la repulsa como el preludio de un ataque por los países vecinos con los cuales Chile tenía —y tiene hoy— conflictos.
Esa absurda conclusión determinó que en las fronteras con Perú y Bolivia hayan sembrado entre 1974/75, unos 123 mil artefactos mortales en 307 campos minados según denunció en el año 2004 el ciudadano chileno José Miguel Larenas, cuyo vehículo fue prácticamente destrozado y él salvo con graves heridas.
Repuesto, Larenas se dedicó a investigar y en diciembre de 2004 presentó su libro, "Minas antipersonal y municiones sin estallar: lo que queda después". El texto fue auspiciado por la Universidad Técnica Federico Santa María (Chile) y las embajadas en Chile de Australia, Holanda, Noruega y Suiza. Se denuncia en ese escrito que más de un centenar de chilenos había sufrido a esas fechas la mutilación de sus extremidades o fallecieron por efecto de explosiones.
Ese grave problema había adquirido una tónica mundial desde que en 1999 entró en vigencia el "Tratado de Ottawa o Convención de Naciones Unidas Sobre Prohibición de Minas Antipersonales". Al tenor de ese convenio los países del caso deben proceder al des minado y el plazo para ello venció el 10/3/12. Aunque Chile suscribió el tratado no ha logrado retirar o explosionar todas las minas.
Dicho instrumento es tajante pues en cuanto a dicha arma prohíbe la fabricación, instalación, uso o empleo, la comercialización y el almacenamiento.
Chile no ha cumplido con lo establecido en el Tratado de Ottawa afirmó el vice canciller boliviano Juan Carlos Alurralde en declaraciones formuladas el 28 de mayo pasado en La Paz. Simultáneamente, el diario altiplánico "Cambio" informó en la misma fecha que Chile había colocado 54 mil minas en la frontera con Bolivia entre 1974 y 1975.
Las fuerzas militares chilenas sostienen que sí están en la tarea de eliminación aunque esa labor se ha complicado porque primero hay que ubicarlas y además apuntan que en febrero de 2012 las tradicionales lluvias conocidas como el "invierno boliviano" arrastraron un número indeterminado de esas armas hacia el territorio de Perú. En efecto, el 25 de mayo último la explosión de una mina mató al ciudadano peruano Victorio Perlacios Canales cuyo automóvil fue completamente destruido en el sector de la Quebrada Escritos, ubicada en la zona limítrofe con Perú.
En febrero último Lima había enviado una nota de protesta a Chile por el desplazamiento de los artefactos a territorio peruano como también por el ingreso de soldados chilenos a tierras peruanas en búsqueda de las discutidas minas. En respuesta, Santiago aceptó lo del traslado involuntario del armamento pero negó que hubiesen ingresado militares al país vecino.
En relación con el caso Perlacios el ministro de Defensa de Chile, Andrés Allamand dijo el 27/5/12 al periódico "El Mercurio" (Santiago) que "Los antecedentes que tengo disponibles nos permiten afirmar que se trató de un vehículo que ingresó a territorio nacional por un lugar no habilitado y que, no obstante existir una señalización, ingresó a un campo minado" (cursivas nuestras). Sin comentarios, salvo preguntarse ¿Qué ocurrirá con los analfabetos?
La frontera de Chile con Perú se cerró en febrero pasado por iniciativa del primero y se reabrió luego que se detonaron 33 artefactos. En tratativas posteriores ambas naciones acordaron traspasar la eliminación de minas a la empresa especializada con sede en Noruega denominada Norwegian People"s Aid (NPA) y que posee una experiencia internacional sobre esas labores.
Sin embargo, de parte de Chile ha proseguido la faena eliminatoria. El 21 de junio el diario El Mercurio titula "Chile destruye campos minados a un kilómetro de la frontera con Perú" e informa que en esa latitud "se encuentran 15 campos sembrados de minas terrestres".
Todo lo relatado hasta aquí semeja una historia de ciencia ficción o...de locos pues, entre otros ángulos del asunto, perjudica la imagen de Chile que respecto de Perú tiene un conflicto de límites marítimos que debe fallarse en la Corte Internacional de Justicia (La Haya). En la misma tónica, Bolivia ha anunciado que recurrirá a esa Corte para los efectos de recuperar su salida al Mar Pacífico que le arrebató Chile en la mal llamada Guerra del Pacífico ocurrida entre 1879 y 1883.
En La Paz se aprestan a dejar nulo por incumplimiento el Tratado de 1904 firmado con Chile y el argumento es que no se han hecho efectivas sus cláusulas. Argumentan, por ejemplo, que el puerto chileno de Arica, designado para el intercambio comercial, ha sido 'privatizado con aumento enorme de las tarifas y que el ferrocarril que unía al puerto chileno con Bolivia no funciona desde hace una quincena de años. Otro razonamiento sostiene que nunca se reconoció por Bolivia la soberanía de Chile sobre los territorios conquistados
La capa castrense chilena de hoy es ajena a la instalación de las minas-bombas, de manera que para comprender el asunto hay que retroceder en el tiempo a la siniestra etapa del tirano Pinochet y sus incondicionales.
El 28 de julio de 1974, el prestigioso diario Excelsior, de México, publicaba bajo mi firma un reportaje que encabezaba así: Epígrafe: 500 Millones de Dólares en armas, título: La Junta Chilena y sus Planes para Atacar a Perú". Junto con los datos exactos de la adquisición de armamentos en diversas naciones se deducía que ello era una preparación para aventuras bélicas contra Perú.
Reproduzco de aquel texto: "A escasos días de su muerte, exactamente en la mañana del siete de septiembre, Allende reveló a este cronista que uno de los principales elementos contra su gobierno que estaban utilizando algunos militares era un supuesto problema a corto plazo con Perú. Los golpistas exigían más y más armas y sostenían que Perú iniciaría la guerra contra Chile al cumplirse el centenario de la Guerra del Pacífico.
"En los hechos, Pinochet sus acólitos propusieron a Salvador Allende que Chile fuera el atacante bajo la premisa de que el mejor ataque es la sorpresa. La respuesta fue un rotundo No.
22/6/12
* Periodista/escritor chileno