alimentación
Monsanto, Gates y Blackwarter y USAID contra el campesinado*
Publicado por Maya Rivera Mazorco y Sergiio Arispe Barriengos
¿Qué tienen en común la empresa de seguridad privada y la empresa agroquímica más grande del mundo? Más aún, ¿en qué parte de la ecuación entra una fundación filantrópica de propiedad de la pareja más rica del mundo, Bill y Melinda Gates?
Usualmente, uno no se detiene a pensar cómo estos factores están interrelacionados y cómo pueden cambiar el curso de las políticas públicas. No tomamos en cuenta que las políticas públicas nacionales y los lineamientos de cooperación son producto de fuertes presiones corporativas que imponen sus criterios de manera cada vez más violenta, perjudicando a un sin número de personas, las que no son consultadas y, peor aún, ni siquiera se enteran del proceso que corroe su forma de vida y cultura. Esta es la historia universal del campesinado global actual.
Recientes informes nos preocupan, específicamente la necesidad de encubrir la noticia sobre la compra de la empresa de seguridad Blackwater, que ahora se llama Academi, conocida por entrenar y dar trabajo a no menos de 40,000 mercenarios de diferentes nacionalidades y agencias de varios países; al parecer ha sido comprada de manera privada y confidencial por la empresa agroquímica Monsanto. Blackwater o Academi es el mayor contratista privado de seguridad del departamento de Estado norteamericano. Es reconocido por sus métodos controvertidos de espionaje y acción al margen de la ley y ya se le atribuyeron varias muertes civiles y todo tipo de abusos a los derechos humanos en Irak y Afganistán[1]. En este sentido, para entender la virulencia por la cual potentes intereses se conjugan alrededor de la agricultura, atamos esta noticia con un dato del año 2010 el cual la Vía Campesina, una significativa organización internacional que agrupa a más de 150 organizaciones de pescadores, mujeres rurales, pequeños productores, etc. de 70 países, denunció. La Vía, cómo es denominada, expuso que la Fundación Gates adquirió 500,000 acciones de la empresa Monsanto y que mediante sinergias, relaciones de poder y la canalización de sumas exorbitantes de dinero, avanza a paso firme con la introducción del paquete tecnológico inherente a la producción de Organismos Genéticamente Modificados (OGMs). Como resultado, campesinos que han sido forzados y/o convencidos de producir con estos insumos, se ven obligados a comprar semillas año a año pues están protegidas por patentes que imposibilitan intercambios no comerciales, cuando tradicionalmente podían ser guardadas de cosechas previas. Este costo adicional conlleva a un proceso inevitable de endeudamiento o a una atadura comercial con las empresas de semillas, que los campesinos no pueden sostener.
Existen casos emblemáticos de la incorporación violenta de semillas. Por ejemplo, en Colombia y acorde al tratado de libre comercio recién firmado entre Bogotá y Washington, así como aquel firmado con Bruselas, se obliga a Bogotá a definir políticas estatales que permiten el monopolio a empresas europeas y americanas como un incentivo para que ellas inviertan en el país. Los campesinos que son atrapados vendiendo semillas oriundas guardadas de anteriores cosechas pueden llegar a enfrentar penalidades e incuso cárcel. Lo mismo puede ocurrir si indígenas venden semillas que no han sido formalmente registradas, con lo que se les quita toda posibilidad de autodeterminación productiva y ni hablar de la erosión de su sabiduría agrícola, la pérdida de biodiversidad[2] y los problemas medioambientales de envergadura que de éstos procesos se generan.
La crítica al modelo agrícola basado en los monocultivos es fuerte e incluso vierte de las esferas internacionales más importantes de toma de decisiones políticas en el mundo. Al respecto, un reporte recién publicado por UNCTAD (siglas en inglés) - Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo-, determina que los países desarrollados y los países en vías de desarrollo necesitan un cambio paradigmático en cuanto al desarrollo agrícola: de la “revolución verde” a un “enfoque verdaderamente ecológico intensivo”. Esto implica un cambio rápido e intensivo del modelo de monocultivos basados en inputs externos dependientes de la industria a mosaicos sostenibles (mayor biodiversidad productiva). El documento también critica arduamente las soluciones tecnológicas consideradas quick fixes o de arreglo rápido. Reprocha de manera específica que la problemática de alimentos es sólo abordada cuando existe una crisis de alimentos y de los precios de los mismos, después es rápidamente eliminada de las agendas internacionales. Hace énfasis en la soberanía alimentaria, concepto introducido por la La Vía, cómo la solución más coherente y necesaria. Inclusive cuestiona la factibilidad de la producción industrial de monocultivos que no han resuelto el tema alimenticio global y están causando daños ambientales “crecientes e insostenibles”.[3]
Este escenario es en el que se desenvuelve la alianza Monsanto, Gates y Blackwater, cuyas pretensiones y relaciones pasamos ahora a explicar para aclarar lo hasta ahora mencionado.
Academi, es una institución mercenaria que debido a los componentes militares especializados que la comprenden puede brindar capacidades inmensurables de control, persuasión y extorsión. Por su naturaleza privada, se convierte en un arma de guerra al servicio de quien pueda o requiera de sus servicios. Lo problemático del asunto es que aunque sus recursos humanos son altamente especializados en métodos de guerra, se encuentran al margen de los controles institucionales regulares que debe tener cualquier fuerza armada estatal. Es en este mundo sin limitaciones que Blackwater/Academi ha brindado servicios de toda índole para Monsanto. Es de conocimiento público que Monsanto recurrió de manera formal a contratar sus servicios el año 2008 y 2009 para espiar a organizaciones, activistas e introducir miembros de Blackwater a dichas instituciones. Hoy en día que la opinión pública está teniendo un viraje impresionante en cuanto a la búsqueda de información relevante que pone en tela de juicio la inocuidad de los OGMs, es que estas alianzas estratégicas deben ser conocidas por el público en general.
La fundación Gates tiene una fuerza de lobby impresionante para definir las políticas globales de desarrollo agrícola y canaliza cientos de millones de dólares en proyectos que definen políticas orientadas a imponer el modelo desarrollista agrícola caduco de la revolución verde con lo que obligan a grandes, medianos y pequeños productores agrícolas a utilizar semillas genéticamente modificadas y, de esta manera, les asignan una sola lógica productiva y no les dejan más posibilidad que acudir a ella para producir. Por ejemplo, actualmente maneja 33.5 billones de dólares en donaciones para lograr esto. Esta imposición se logra a partir de legislación nacional e internacional que consolida las prácticas asociadas a la lógica del monocultivo y no da espacio a otro tipo de prácticas; esto a pesar que existen documentos como el de la UNCTAD que alertan al mundo respecto al peligro de esta imposición.
Esta fundación fue denunciada por La Vía Campesina debido a que adquirió 500,000 acciones de la empresa Monsanto. Si bien se autodenomina como una fundación “filantrópica”, tiene una clara visión desarrollista que manifiesta de manera inequívoca que la manipulación genética es el camino a seguir para la producción agrícola futura.[4]
Desde el año 2006, la fundación Gates ha colaborado con la organización Rockefeller, mediante el lema de “alimentos para los pobres”, estableciendo la Alianza para la Revolución Verde en África (AGRA, siglas en inglés), la cual abrió la puerta al continente africano a empresas como Monsanto, Dupont y Syngenta. Hasta el momento de la denuncia dichas fundaciones consiguieron 456 millones de dólares para que dicha alianza promueva esta visión de desarrollo agrícola en África.
En Abril de 2010 la fundación Gates y los ministros de finanzas de EE.UU, Canadá, España y Sud Corea se comprometieron a donar 880 millones para crear el Programa para la Agricultura Global y la Seguridad Alimentaria (GAFSP, siglas en ingles), fondo administrado por el Banco Mundial para “combatir el hambre mundial”. En junio de 2010 GAFSP donó 35 millones para que pequeños agricultores haitianos tengan acceso a inputs (semillas) agrícolas, tecnología y suministros de la cadena de producción.
En India, existe documentación de como un número importante de pequeños agricultores cambiaron de algodón tradicional a algodón genéticamente modificado. La imposibilidad de dejar la compra de insumos asociados a la cadena de producción de organismos genéticamente modificados (OGM´s) a precios internacionales impulsó a sectores campesinos indios a endeudarse, los que al estar imposibilitados de pagar sus deudas decidieron suicidarse.[5]
Otro elemento no menos importante para dilucidar las alianzas estratégicas que estamos mencionado es que USAID actualmente está presidido por un ex-trabajador de Gates, Rajiv Shah. Por medio de Shah y el acta del comité de Relaciones Exteriores del congreso norteamericano denominada Casey-Lugar (Casey-Lugar Global Food Security Act), que da lugar a que las políticas de seguridad alimentaria global y los fondos de cooperación implementen los OGMs, la fundación Gates podrá asegurarse la captación de los cuantiosos subsidios y fondos de donación para la producción alimenticia del gobierno de EE.UU.[6]
Monsanto es una empresa emblemática de larga data que muestra el camino equivocado por el cual vamos. Dicha empresa es una gigante farmacéutica y de la agricultura principalmente. Es el principal productor de semillas y cultivos genéticamente modificados del mundo, produce químicos, pesticidas y herbicidas. Tiene presencia institucional en más de 100 países.
Las ganancias anuales de dicha empresa sobrepasan los varios miles de millones de dólares. Uno de sus productos iniciales, llamado sacarina, fue vendido a la empresa Coca-Cola el año 1902. Para el año 1929 la empresa era la mayor productora de bifenilo ploriclorado (PCB), un compuesto químico que es considerado como un “contaminante orgánico persistente”, es decir que permanece en el medio ambiente por largos periodos y que además es reconocido por la Organización Mundial de la salud como un cancerígeno[7].
Entre 1961 y 1971 Monsanto fue parte de la producción del Agente Naranja para uso militar durante la guerra entre Vietnam y EE.UU. 4,8 millones de ciudadanos vietnamitas fueron contaminados y 400,00 murieron por el Agente Naranja sin contar los innumerables discapacitados y los millones de niños con defectos de nacimiento. Después de decenas de años de lucro, en 1987 Monsanto debió pagar 180 millones de dólares en compensación a los veteranos de la guerra de Vietnam. Obviamente, no se otorgó el mismo trato a miles de civiles vietnamitas que corrieron con similares consecuencias que los veteranos norteamericanos[8].
Para el 2001, Monsanto tenía el 91% del mercado global de producción de OGM´s. Durante el gobierno de Barak Obama el señor Micheal Taylor fue designado como consejero principal de la Agencia Federal de Drogas y Alimentos (FDA, siglas en ingles). Taylor, ex abogado de Monsanto y vice-presidente de Monsanto antes de ser designado consejero principal de la FDA, fue encargado de las políticas nacionales americanas que permitieron el acceso de OGM´s al circuito de producción y consumo del mercado americano. Aun así que existen científicos serios del FDA que quisieran realizar investigaciones en torno a los efectos de alimentarse con OGM´s, Monsanto, con la designación de Taylor, se asegura que el gobierno de EE.UU. jamás pueda contar con investigaciones que evidencien lo que estudios independientes ya han comprobado: que la ingesta de OGM´s es un riesgo serio a la salud pública y a la producción alimentos sanos en el mundo.
Así es como se acomodan los intereses asociados a la producción agrícola global para tomar control de gobiernos, fondos y el futuro común, a partir de un proceso minucioso de acaparación sistemática de todas las instituciones y posiciones de poder, para desde adentro asegurar los intereses corporativos de un reducidísimo número de personas. La finalidad es tener más poder y más dinero, tan sencillo y cínicamente real como eso. Quizá el control de la alimentación de la población se ha convertido, de hecho, en el centro del interés de estas grandes instituciones que manejan los destinos del mundo y es interesante ver cómo cada una de ellas se acomoda como una ficha más del rompecabezas y en perfecta sinergia. En conclusión, lo que tienen en común la empresa de seguridad privada más grande del mundo, la empresa agroquímica más importante del mundo y la fundación “filantrópica” de la pareja más rica del mundo, es simplemente el control del destino de una superpoblación humana a partir de quitarle las posibilidades de auto-alimentarse.
[1] NY Times: Decisión de reabrir caso de Blackwater confunde a pueblo iraquí: http://www.nytimes.com/2011/04/26/world/middleeast/26blackwater.html?ref=blackwaterusa&_r=0
[2] Levantamiento campesino en Colombia pone a la luz el tema de semillas:http://www.grain.org/article/entries/4779-colombia-farmers-uprising-puts-the-spotlight-on-seeds
[3]UNCTAD. Trade and Environment Review 2013:http://unctad.org/en/pages/PublicationWebflyer.aspx?publicationid=666
[4] La Vía Campesina denuncia que la Fundación Gates compro acciones de Monsanto:
http://viacampesina.org/en/index.php/actions-and-events-mainmenu-26/stop-transnational-corporations-main menu-76/917-la-via-campesina-denounces-gates-foundation-purchase-of-monsanto-company-shares
[5] Shiva, Vandana. Cómo se puede evitar el suicidio de pequeños productores indios: http://www.huffingtonpost.com/vandana-shiva/from-seeds-of-suicide-to_b_192419.html
[6] Holt Giménez, Eric: ¿Monsanto en la piel de Gates? Los nuevos OGMs del emperador: http://www.huffingtonpost.com/eric-holt-gimenez/monsanto-in-gates-clothin_b_696182.html
[7] Los efectos de bifenilo ploriclorado:http://www.profesormolina.com.ar/electromec/pcb.htm
[8] La historia oscura de Monsanto: http://www.seattleorganicrestaurants.com/vegan-whole-foods/dark-history-monsanto/
*Esta nota fue publicada en Le Monde Diplomatique (el Dipló 63), edición boliviana, con el antetítulo y el título que reproducimos en este número de Aquí.