Lecturas
Carta de Carlos Marx a Abraham Lincoln, Presidente de Estados Unidos (1) 29 de noviembre de 1864
Muy señor mío:
Saludamos al pueblo americano con motivo de la reelección de Ud. por una gran mayoría.
Si bien la consigna moderada de su primera elección era la resistencia frente al poderío de los esclavistas, el triunfante grito de guerra de su reelección es: ¡muera el esclavismo!
Desde el comienzo de la titánica batalla en América, los obreros de Europa han sentido instintivamente que los destinos de su clase estaban ligados a la bandera estrellada. ¿Acaso la lucha por los territorios que dio comienzo a esta dura epopeya no debía decidir si el suelo virgen de los infinitos espacios sería ofrecido al trabajo del colono o deshonrado por el peso del capataz de esclavos?
Cuando la oligarquía de 300.000 esclavistas se atrevió por vez primera en los anales del mundo a escribir la palabra “esclavitud” en la bandera de una rebelión armada, cuando en los mismos lugares en que había nacido por primera vez, hace cerca de cien años, la idea de una gran República Democrática, en que había sido proclamada la primera Declaración de los Derechos del Hombre (2) y se había dado el primer impulso a la revolución europea del siglo XVIII (3), cuando, en esos mismos lugares, la contrarrevolución se vanagloriaba con invariable perseverancia de haber acabado con las “ideas reinantes en los tiempos de la creación de la constitución precedente”, declarando que “la esclavitud era una institución caritativa, la única solución, en realidad, del gran problema de las relaciones entre el capital y el trabajo”, y proclamaba cínicamente el derecho de propiedad sobre el hombre “piedra angular del nuevo edificio”, la clase trabajadora de Europa comprendió de golpe, ya antes de que la intercesión fanática de las clases superiores en favor de los aristócratas confederados le sirviese de siniestra advertencia, que la rebelión de los esclavistas sonaría como rebato para la cruzada general de la propiedad contra el trabajo y que los destinos de los trabajadores, sus esperanzas en el porvenir e incluso sus conquistas pasadas se ponían en tela de juicio en esa grandiosa guerra del otro lado del Atlántico. Por eso la clase obrera soportó por doquier pacientemente las privaciones a que le había condenado la crisis del algodón (4), se opuso con entusiasmo a la intervención en favor del esclavismo que reclamaban enérgicamente los potentados y en la mayoría de los países de Europa derramó en parte de sangre por la causa justa.
Mientras los trabajadores, la auténtica fuerza política del Norte, permitían a la esclavitud denigrar su propia república, mientras ante el negro, al que compraban y vendían, sin preguntar su acenso, se pavoneaban del alto privilegio que tenía el obrero blanco de poder venderse a sí mismo y de elegirse el amo, no estaban en condiciones de lograr la verdadera libertad del trabajo ni de prestar apoyo a sus hermanos europeos en la lucha por la emancipación; pero ese obstáculo en el camino del progreso ha sido barrido por la marea sangrienta de la guerra civil.
Los obreros de Europa tienen la firme convicción de que, del mismo modo que la guerra de la Independencia en América (5) ha dado comienzo a una nueva era de la dominación de la burguesía, la guerra americana contra el esclavismo inaugurará la era de la dominación de la clase obrera. Ellos ven el presagio de esa época venidera en que a Abraham Lincoln, hijo honrado de la clase obrera, le ha tocado la misión de llevar a su país a través de los combates sin precedentes por la liberación de una raza esclavizada y la transformación del régimen social.
NOTAS:
(1) Lincoln fue presidente de Estados Unidos en 1860 y reelegido en 1864. Derrotó en la guerra civil (1861-65) la política de secesión de los Estados esclavistas del Sur. En 1863 abolió la esclavitud. Fue asesinado en 1865, al comienzo de su segundo período presidencial.
(2) Se trata de la Declaración de independencia del 4 de julio de 1776 en el Congreso de Filadelfia, firmada por las 13 colonias inglesas en América del Norte. Antes que en la Revolución Francesa, se consagraron allí los principios democrático-burgueses de la libertad individual, la igualdad ante la ley, la soberanía del pueblo, etc.
(3) Se refiere a la Revolución Francesa de 1789.
(4) Estados Unidos era el gran exportador de algodón a Europa destinado a las fábricas textiles. La guerra civil paralizó las exportaciones por el bloqueo de los esclavistas del sur.
(5) Marx señala la revolución de Independencia de Estados Unidos (1775-1783) como el comienzo de una nueva era de la dominación burguesa en el mundo y aspira a que la guerra contra el esclavismo inaugure la era de la dominación de la clase obrera.