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El periodismo crítico*

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periodismo

“Moral y política” de Albert Camus 

 

Es preciso que nos ocupemos también del periodismo de ideas. La concepción que tiene la prensa francesa de la información, ya lo hemos dicho, podría ser mejor. Se quiere informar rápido en lugar de informar bien. La verdad no se beneficia con ello.

Razonablemente no se puede, entonces, deplorar que los editoriales tomen, en parte, el lugar de la información. Algo al menos es evidente: la información, tal como es provista hoy a los periódicos y tal como éstos la utilizan, no puede prescindir de un comentario crítico. Ésta es la fórmula a la que podría tender la prensa en su conjunto.

Por una parte, el periodistas puede ayudar a la comprensión de noticias mediante un conjunto de consideraciones que den su alcance exacto a informaciones cuya fuente e intención no son siempre evidentes. El periodista puede, por ejemplo, en la composición del diario, enfrentar telegramas que se contradicen, y lograr así que uno cuestione al otro. Puede informar al público acerca de la credibilidad que es conveniente atribuir a una información dada sabiendo que emana de tal agencia o de tal corresponsal del exterior. Para dar un ejemplo preciso, es seguro que, de la gran cantidad de corresponsables que mantenían en el exterior las agencias, sólo cuatreo o cinco ofrecían las garantías de veracidad que debe exigir una prensa decidida a desempeñar su papel. Le corresponde al periodista, mejor informado que el público, presentarle, con el máximo de reservas, informaciones de las que conoce bien la precariedad.

A esta crítica directa del texto y de las fuentes, el periodista podría agregar artículos, claros y precisos, que pusieran al público al tanto de la técnica de información. Puesto que al lector le interesan el doctor Petiot y la estafa de alhajas, no hay razón inmediata para que no le interese el funcionamiento de una agencia internacional de prensa. La ventaja estaría en despertar su sentido crítico en lugar de apelar a su inclinación hacia lo fácil. El problema consiste solamente en saber si esta información crítica es técnicamente posible. Mi convicción sobre este punto es afirmativa.

Hay otro aporte del periodista al público. Consiste en el comentario político y moral de la actualidad. Frente a las fuerzas desordenadas de la historia, de las que las informaciones son el reflejo, puede ser positivo señalar día a día, las reflexiones de una personalidad o las observaciones comunes de varias personalidades. Pero esto no puede hacerse desaprensivamente, sin distancias y sin cierta idea de la relatividad. Desde luego, el amor por la verdad no impide tomar partido, más aún, si se ha comenzado a comprender lo que tratamos de hacer en este periódico, el uno no se entiende sin el otro. Pero, en esto como en los demás, hay que encontrar un cierto tono sin el cual todo se desvaloriza.

Para tomar ejemplos de la prensa actual, es cierto que el avance sorprendente de los ejércitos aliados, la gran cantidad de noticias internacionales, la certidumbre de la victoria que remplaza de pronto a la esperanza infatigable de la liberación, en fin, la proximidad de la paz obligan a todos los periódicos a definir sin dilaciones lo que el país requiere y lo que es. Es por ello que se habla tanto de Francia en sus artículos. Pero, claro está, se trata de un tema que sólo se puede abordar con infinitas precauciones y eligiendo las palabras. Si se pretende retomar los clisés y las frases patrióticas de una época en que se llegó a irritar a los franceses con la sola mención de la palabra patria, no se aporta nada a la definición que buscamos. Al contrario, se le quita mucho. Para tiempo nuevos son necesarias, si no palabras nuevas, al menos un nuevo ordenamiento de palabras. Sólo el corazón y el respeto que inspira el verdadero amor pueden dictar este nuevo enfoque. Solamente así contribuiremos, modestamente, a dotar a este país de un lenguaje que sea escuchado.

Como se ve, esto lleva a pedir que los artículos de fondo tengan fondo y que las noticias falsas o dudosas no sean presentadas como verdaderas. A este conjunto de elementos llamo periodismo crítico. Y una vez más, es necesario un tono y el sacrificio de muchas cosas. Pero alcanzaría, quizás, con que se comenzara a reflexionar sobre todo eso.

(Combat, 8 de septiembre de 1944).

*Las tres notas que publicamos en este espacio sobre periodismo son de Albert Camus, Premio Nóbel de Literatura en 1957, las que son parte del libro suyo: Moral y política, Editorial Lozada S.A., Buenos Aires, Argentina, 1978.

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